Capítulo 11

893 94 9
                                    

—Me han informado mis chicos de que te has peleado con uno de los actores porno y que le ha dolido bastante —casi suena más mal de lo que parece.

—Así es —asiento mi culpa.

—También que te ibas a disculpar con él. ¿Las ha aceptado?

—No dijo que lo aceptara completamente, pero bueno... —saco una leve risa para suavizar este ambiente tan serio.

—¿Sabes que por haber amenazado a uno de mis mejores hombres activos tengo razones para echarte? —y se borra la risa de los oídos—. Parecías prometedor. Vamos a ver cómo está Rocco para preguntarle si te perdona o si prefiere tenerte lejos —después de lo que hice en su casa, dudo que quiera alejarme.

Salimos del despacho de Liam y paseamos por los pasillos mientras hablamos para no dejar un silencio incómodo. Mientras se rasca el cabello, señal de estar nervioso, me pregunta una serie de cosas que, a mi parecer, son un poquito personales.

—Y, bueno... ¿Ya tienes novio?

—¿Qué tipo de pregunta es esa? —demasiado lanzado.

—Simple curiosidad de vieja maruja —suelta una risa aun habiendo estado muy serio hace un par de minutos—. ¿Quieres responder?

—La respuesta es muy clara estando aquí.

—Claro, tonto de mí —se golpea la frente.

Entramos en el ascensor, ya que su oficina parece haberse trasladado a un piso más alto, y aprieta el piso de las cámaras.

Tengo entendido que Rocco hoy va a tener sexo con el pensante de Ángel. Su posición de gran pensador le han puesto a unos cuantos y han pedido que fuera abierto con el gran activo, cosa que no me sorprende.

Mientras me quedo pensando, Liam se ha estado acercando a mí poco a poco.

—Dime, ¿aún no te han querido hacer nada los demás?

—¿Por qué crees que Rocco me tenía miedo?

—No contestes una pregunta con una pregunta, es de mala educación, a la vez que siente mal.

—En todo caso, sí. Lo han intentado algunos.

—Me lo imaginaba. No saben tener la polla quieta.

—Igual que su jefe se sigue acercando a mí con las mismas intenciones.

—Tranquilo, solo quiero que hagas una cosa en mí —agarra mi mano y la mete bajo su camisa, dejando notar su abdomen recio.

¡¿Pero cuánto tarda este puto ascensor en llegar a un par de pisos?!

Me atrapa en la pared y me mira con ojos golosos, quiere comerme como si fuera el cuento de la caperucita roja. Sus dientes se muestran en señal de ataque, su sonrisa socarrona me da miedo. Se apega más a mí, intento apartarlo, pero no puedo. Mi otra mano se apoya en su pecho, su sonrisa se hace más amplia e intenta acercase a mi rostro. Noto como si su calor fuera mío.

—Jefe, aléjese —digo con la voz temblorosa.

—No me llames jefe, estamos en confianza. Llámame Liam, como todos lo hacen.

—Entonces, aléjate, Liam.

Agarra mi otra mano y me hace acariciarle el rostro, suave y perfilado, con esa barba recortada que le hace parecer un macho fuerte junto con sus brazos de gimnasio.

—¿Qué se siente cuando me acerco a ti de este modo? —susurra con sus labios a unos centímetros de mí.

—Se siente molesto —digo sin pelos en la lengua.

Trabajando En Una Empresa P*rnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora