Capítulo 13

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—¡Voy yo! —alzo la voz para que Sebastian me escuche desde el baño, aunque dudo que haya llegado a oír una sola palabra por la música que tiene puesta.

Al llegar a la puerta, la abro y me encuentro con un Rocco informal y una sonrisa picarona. ¿Se habrá tocado en el baño o se reserva para intentarlo cuando yo esté borracho?

—¿Estás listo para irnos? —pregunta, la cual es un poco estúpida porque le mandé un mensaje diciendo que estoy listo.

Y fue hace diez minutos, pero parece que él tarda la vida.

—Claramente —cojo mis llaves—. Vamos.

Salgo del piso, cierro y entramos al ascensor para bajar y entrar al coche. No nos hemos encontrado con ningún vecino, lo que me ha impresionado porque este edificio es un poco grande y siempre te encuentras con alguien. ¿La fortuna sonríe al actor porno para crear una escena?

Jake, deja de pensar en tales estupideces, tan solo lo estás jodiendo.

—¿Nervioso? —me pregunta—. Es la primera fiesta a la que asistes de un compañero.

—Es la tercera fiesta en toda mi vida —triste, pero cierto—. Por lo que solo estoy un poquito nervioso.

—Mientras no sea mucho...

—¿Por qué? —le miro curioso.

—Por nada. Tal vez haya suerte y encuentre una habitación vacía para nosotros dos —lame mi cuello sin pedir permiso.

Le doy un leve golpe en la mejilla para alejarlo.

—Si lo que quieres es repetir mi lamida en tu polla, ya puedes ir olvidándolo. Era para disculparme.

—Pero no te he perdonado completamente.

—¿Y así es como perdonas a todo el mundo? ¿Incluso a tus padres?

—¡Para nada! —otra mirada pícara—. Sabes cómo sacar de quicio.

—Me gusta joder cuando joden —me encojo de hombros—, al igual que tú lo haces poniéndome nervioso.

—¿Seguro que es nerviosismo y no otra cosa? —le golpeo más fuerte en el abdomen, sacando su aliento—. Está bien, está bien. Ya paro.

Sonrío por mi victoria. El ascensor se abre y salimos del edificio para entrar en el coche y poner rumbo a la casa de Mickey, el dueño de la fiesta.

¿Cómo será? ¿Cuánta gente habrá? Sé que un montón, este tipo de cosas corren como la pólvora. ¿Qué me ocurrirá en la fiesta? Muchos intentos de violación, ninguna exitosa, o eso espero.

Durante el camino, Rocco parece tranquilo con la radio puesta. La música es de piano, un tanto relajante, pero mala en la conducción por el hecho de que te puede entrar fatiga o sueño. En mi caso, prefiero algo fuerte para estar despierto la mayor parte del tiempo.

Los edificios salen de nuestro campo visual y llegamos a calles residenciales, donde chavales corretean con la pelota y sus bicicletas.

Esa imagen... Mi madre y mi padre empujando mi bici cuando era un chaval, pegando fe en que podía sobre mi cuerpo. Sus sonrisas eran mi vida, sus palabras eran calmantes, pero ahora son rasposas y afiladas.

Esos bonitos recuerdos ya no volverán, es imposible que se vuelva a crear esa sensación.

La noche está por llegar, el sol se oculta en el horizonte y la luna se asoma por el otro lado, pero los edificios de la ciudad no me dejan ver mucho.

Las calles residenciales de clase media acaban atrás y entramos en las de alta clase. Casas con estilo vanguardista y de moda que aparecen en las revistas se forman ante mis ojos.

Trabajando En Una Empresa P*rnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora