|principio|

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Capítulo uno:

Zayn.

Mamá—rogué—, ya te he dicho que estoy bien.

—Claro…—estoy seguro de que sonrío avergonzada—, cuídate mucho. Te quiero.

—Te quiero también—dije para luego colgar.

El viento de mi ventilador golpeaba mi rostro, el vaso de agua en mi mano derecha ya estaba terminado y en mi mano izquierda todavía estaba el control color gris.

La película de terror ya había acabado así que quité las palomitas de mi regazo y las posé en el velador que tenía a mí lado.

Vería otra peli. Con un suspiro que significaba cansancio puse otra película la cual enseguida empezó a rodar pero esta vez puse una de comedia, tal vez estaba un poco asustado por la otra.

Extrañaba a mis cuatro mejores amigos, aquí en California todo es muy diferente a Londres. Ni siquiera podía con la Universidad, era todo un asco sin ellos pero tenía que complacer a mis padres y…, a mí. Quería estudiar en la Universidad de Arte y lo estaba logrando, quería ser un artista, quería ser alguien recordado con una sonrisa.

Mi celular sonó y descolgué con una sonrisa amargada en el rostro.

—¡Feliz cumpleaños! —gritaron, estaba seguro de que eran mis cuatro amigos.

Giré los ojos.

—Son las doce de la noche—me quejé.

—Y aquí empieza tu cumpleaños. Chicos, lo logramos—escuché como chocaron sus manos todos.

 A veces desearía estar ahí con ellos, divirtiéndonos como los viejos tiempos pero eran solo eso, viejos tiempos.

Sonreí pero algo agrio no salía de mi panza.

—¿Cómo has estado? —les pregunté.

—¿Cómo has estado tú, pedazo de idiota? Ni una llamada, ni un mensaje de voz. Nada. Nos hemos preocupado—avisó Harry, su voz sonaba a una advertencia.

Suspiré, resignado.

—Lo siento pero he empezado exámenes—me disculpó.

—Está bien, Niall está cayendo…—bufó Louis.

—No entiendo—apagué la televisión.

—Sus notas, están bajando y el director de la Universidad le ha dicho que si seguía así no pasaba—explica.

Niall, últimamente había algo malo en él. No sabía sí sus nuevas amistades lo estaban dañando pero quisiera que se metiera en todo, menos en drogas.

—Hum… háganlo estudiar—me enfadaba porque parecíamos sus padres pero claro, ellos están más lejos de Niall que yo de él.

Mi teléfono inalámbrico empezó a timbrar como una rata, quería hablar más con mis amigos pero estaba seguro de quién era la persona que llamaba a estas horas además de ellos.

—Chicos—los llamó—, me tengo que ir. Los quiero.

Colgué y me levanté de todas  esas colchas que tenía encima. Mi casa era muy pequeña pero a la vez era grande, vivía solo aquí y me gustaba aunque a veces deseaba mucha compañía.

—Hey—la voz coqueta de la zorra de Gine me sacó de los pensamientos que tenía en traer a alguien a casa.

—¿Qué, Ginn? —preguntó, enfadado porque haya llamado a estar horas solo para un buen polvo.

—Es tú cumpleaños y… te tengo un regalito—ronroneó.

Joder, que no. Ya no la quería, ni me servía desde que un rumor en la Universidad se empezó a propagar, Gine se había acostado con un chico que tiene sida, eso es algo muy malo si es que resulta ser verdad.

—No, gracias. Ve a dormir, es muy tarde—dije colgándole.

Me tiré nuevamente al sofá, planeaba dormir ahí y así lo haría.

coffee || z.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora