|café y tú|

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Capítulo dos:

Valerie.

Joder, joder, joder, esas eran las únicas palabras que repetía mi estúpida mente.

No podía creer lo que me había pasado. Mi cara roja y el chico frente de mí secándose la el café de su smoking negro.

—Lo siento tanto—dije sacando una servilleta de mi bolso.

A pesar de que me sentía muy tonta por haber regado mi desayuno, el cual era un café, en el smoking de mi vecino, lo culpaba a él por dejarme sin desayuno.

No importaba pero realmente me gustaba más el café de Starbucks que el de la cafetería en la que yo trabajaba. Resultaba raro pero era muy cierto, era mejor el de Starbucks, la cafetería en la que trabajaba ni siquiera era muy reconocida pero si mi jefe me llegaba a ver comprando en Starbucks seguramente me iba despidiendo del trabajo.

Mi vecino de habitación me fulminó con la mirada y yo me encogí de hombros tratando de relajar el momento tan tenso.

—Miré el lado bueno—suspiré—, ahora huele rico.

Abrió la boca indignado y presionó el botón del ascensor. Las puertas se cerraron, dejándome fuera.

—No, no, no—mascullé aplastando el botón de abrir varias veces pero no lo hizo.

Iba a llegar tarde y el malhumorado de Jim me despediría. Corrí las escaleras casi cayendo, cuando llegué abajo parecía que había corrido una maratón completa y había sido la primer en llegar pero no era ni remotamente parecido, yo solamente había bajado como dos escaleras y joder, sí que era cansado.

Gine, la que trabajaba las mañanas de domingos en la recepción, me saludó con una sonrisa de oreja a oreja. Ella era tan confiada y segura de sí misma que me causaba envidia. Estudiaba en la Universidad de Arte aquí en California, habíamos intercambiado alguna que otra palabra pero siempre me sonreía cuando salía los domingos a trabajar.

Ella no estudiaba esos días así que se dedicaba a trabajar en este edificio dándole las llaves a los nuevos.

Mis tacones resonaban por el piso, parecía una empresaria con el cabello pelirrojo desmarañado. Olvídenlo, no parecía una empresaria. Parecía una pobre chica de preparatoria la cual había tenido una pelea con su gato esta mañana, las miradas raras que me brindaban los demás me lo decían.

Casi nadie iba a la cafetería de Jim pero me daba igual, me pagaba como para sobrevivir y mis padres me ayudaban también aunque vivían del otro lado. Los extrañaba mucho.

Me resulto raro que mi gato “pancitas” no se haya levantado temprano ya que siempre lo hace, seguramente porque ayer le di de comer mucho se terminó de relajar durmiendo hoy hasta las once de la mañana.

Las campanas de la cafetería sonaron cuando entré y Melody Whitte me miró con una sonrisa pícara, no era inconscientemente, ella siempre sonreía así.

Estudiábamos juntas en la Universidad de medicina, sería doctora al igual que ella pero hasta ahora trabajamos en esta cafetería, ella me la hizo conocer y me ayudo a que me contraten porque su padre es Jim, aunque él es un panzón con pelos en el ombligo pero Melody es tan guapa como una modelo de Victoria’s Secret pero muy tímida al igual que yo, tal vez por eso nos entendíamos bien.

Algunas veces su sonrisa le causaba problemas, los chicos querían un polvo rápido creían que ella les sonreía pero no era así, Melody solo sonreía normalmente como siempre pero los chicos son tan idiotas que solo piensan en sí mismos como Jake Bolger, el rubio trabajaba con nosotras, no era nada para Jim ni para Melody pero se creía todo, sinceramente me importaba como los pelos del ombligo de Jim así que no le prestaba atención a sus coqueteos diarios.

Todo estaba vacío y ya me había puesto el uniforme. Melody sonrío y olió, parecía un perro policía.

—¿Starbucks otra vez, cierto? —preguntó burlona.

Rodé los ojos y solté una risita con las mejillas sonrosadas.

—Sí…—suspiró—, yo también lo haría pero me sentiría un poco culpable.

Rio y yo la acompañé. Debería sentirse así, Jim es su padre y es como si lo estuviera engañando con la competencia aunque ellos le iban ganando por mucho.

Las campanas volvieron a sonar como cuando llegué yo. Jim salió de su “cueva” y me señaló la mesa en la que un chico moreno con tatuajes en los brazos se sentó.

Asentí con la cabeza y me dirigí hacia allí.

—¿Qué desea? —le sonreí por educación, ya que sí no estuviera trabajando, ni lo hubiera mirado. Yo lo conocía, coqueteaba con algunas chicas de mi Universidad, no sé a quién iba a ver pero salía con la misma chica rubia siempre, no podría ser su novia porque coqueteaba con muchas, tal vez era su hermana pero debería ser morena.

<<Siempre hay la opción de teñirse >> me dije. Era cierto, yo tenía el cabello pintado de azul, me gustaba pero tenía esos días en los que quería raparme a mate.

Zayn Malik levantó la cabeza del menú y me sonrío, coqueto, muy coqueto. Eso me halagaba un poco, ya que si no me hubiera prestado atención, me habría sentido muy mal porque él suele coquetear con todas las chicas.

Una taza de café y a usted—me soltó. 

coffee || z.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora