Capítulo ocho:
Valerie.
—No, ponte más allá—me señaló el otro lado de la cama.
Suspiré, ya llevábamos una hora así. Hice lo que me pedía y le miré enarcando una ceja.
—¿Así? —pregunté.
—Oye, ¿por qué no te cambias de ropa? —preguntó.
Bufé.
—Joder, te voy a golpear. Solo haz el jodido dibujo ya—espeté.
Alzo las manos y río.
—Bien.
Después de unos minutos me dolía el rostro y el cuerpo por mantenerlo mucho tiempo así, sobre todo la pequeña sonrisa que tenía, esa dolía más que todo.
—¿Ya? —pregunté.
Él parecía tan concentrado, mirándome, mirando la cartulina que tenía en frente y pintando. Seguramente lo hacía hermoso, seguramente tiene un gran futuro como artista. Mis suspiros eran bajos, algo dentro de mí le agradaba que Zayn me dibujara para la Universidad con ropa porque si hubiera sido sin ropa posiblemente haría que pancitas le arañase.
Después de casi una hora, él empezó a dudar si enseñarme el dibujo o no. Dijo que después de la comida me lo enseñaba, cuando las acuarelas se sequen y cuando el sol se esconda.
Esa noche me quedé dormida y no vi el dibujo.
—¿Ya puedo verlo? —pregunté.
—Cuando el profesor revisé la tarea—respondió.
Un día. Ya había pasado un día y no había podido ver el maldito dibujo que tanto ansiaba, seguramente había salido espantosa y él no me quería enseñar cuán fea era así que no me mostraba el dibujo.
—Toma—me tendió una taza de café.
En las mañanas hacía frío, mucho. Tenía mi sudadera con huecos, era muy vieja y de mi mejor amigos de la preparatoria. Tal vez si no nos hubiéramos peleado porque su novio “gay” me coqueteó, estaría conmigo. Lo extrañaba algunas veces y su sudadera de rayas asquerosa era lo único bonito de él que me quedaba.
A veces necesitaba sus charlas gays.
Tomé un sorbo de mi café mientras sentía como Zayn se metía conmigo en mí asiento, al igual que yo, tomando café caliente en las mañanas. Aunque estaba un poco aplastada no me importaba, éramos amigos. Unos pocos días más y se cumplía una semana desde que se quedó aquí, parecía que el tiempo se iba tan rápido cuando pasaba igual que siempre, me daba miedo. Tenía miedo de no tener tiempo, a veces.
Escuché como Zayn sorbía su café e hice lo mismo. Mirando el sol y tomando café para mí todo era bueno.
—¿Qué crees que haga ahora Gine? —le pregunté.
—No lo sé, supongo que olvidarse de mí—se encogió de hombros.
—Yo creo que no se tragó el cuento de nosotros—comenté.
Malik asintió con la cabeza.
—Sí, no sonaste convincente—dijo riendo por lo bajo.
Agarré mejor mi taza de café y lo golpeé.
—Gracias—dije sarcástica.
—Lo siento—soltó una carcajada.
Sentí su mano en la mía cuando volví a tomar café y me estremecí. Era muy incómodo decirle que la saqué así que no lo hice.
|Creer|
Capítulo nueve:
Zayn.
Salí de las mantas y descolgué mi celular.
—¿Sí? —pregunté entrecerrando los ojos.
—Soy yo—la voz de Gine era seria—. ¿En serio crees que soy tonta?
—No comprendo—dije.
—Ella no es tú novia—Gine dijo.
—Lo es—dije nervioso.
—No, tienes que darme algo para demostrarlo—ordenó.
—No voy a darte nada, Gine. Solo deja de molestarme—gruñí.
—Preséntasela a tus padres pero quiero ir contigo—suspiró.
—No.
—Hazlo, mira el lado bueno. Si es que realmente es tú novia, no quiero más tener relaciones contigo pero no me gusta que me trates de tonta, además de que tus padres están en Londres, puedes ver a tus amigos—sentí como ladeó la cabeza.
Lo pensé, lo pensé un poco o tal vez, no pensé nada pero quería ver a mis amigos.
—Bien, Gine—dije antes de colgar.
Miré a Valerie dormir, lo tranquila que se veía y también supe que me gustaba esa mañana, pocos días pero solo me gustaba. Como cuando conoces por primera vez a alguien y te agrada, le pides su número y salen de nuevo, lo hiciste porque te gustó y entonces yo supe que ella me gustaba.
Cuando se levantó desayunamos en el balcón, café como siempre.
—¿Cómo dormiste? —preguntó.
—Bien, ¿tú? —suspiré.
—Igual—sonrío de lado.
—¿Qué vas a hacer hoy? —pregunté yo.
—Hum… no lo sé, le diré a Melody que no quiero trabajar—río.
—¿En serio? ¿Por qué no?
—No lo sé, tengo pereza—tomó un sorbo de café—. Espero que Jim no se dé cuenta aunque siempre se la pasa encerrado desde que murió Lana.
—¿Quién es Lana? —curioseé.
—Su esposa—contestó con tristeza.
—¿La conocías? —pregunté.
Su suspiro fue muy corto y bajo.
—Sí, era la madrastra de Melody, ella me agradaba mucho al igual que a Mel—comentó.
Iba a decírselo ahora.
—Tienes que conocer a mis padres—solté.
Se inclinó con el ceño fruncido y me miró completamente confundida.
—¿Qué? —chilló.
—Gine dijo que…
—¡Qué importa lo que diga Gine! —gritó.
Pero ella no sabía que quería ver a mis mejores amigos y quería pasar tiempo con ella.
—¿Estás loco? Tendrás que ir solo—escupió dejando la taza de café en la mesita y saliendo del balcón.
La perseguí dejando igualmente como ella, la taza de café en su mesita y saliendo. Se pasó desesperadamente las manos por la cara.
—Por favor—rogué.
—No, eres muy ridículo. ¿Qué te importa lo que piense o diga Gine? —bufó molesta pero más tranquila.
—No me importa es solo que… extraño a mis amigos—confesé con un suspiro largo que pareció eterno.
—Puedes ir solo y decirle a Gine que se vaya al infierno—dijo sentándose en el sofá.
—Quiero ir contigo—me quejé con una niña.
—Yo no quiero ir, tengo Universidad—respondió.
—Te darán vacaciones, se acercan, ya sabes—dije nervioso.
Acaricié suavemente su mano mientras largos suspiros salían de su boca.
—Bien.
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coffee || z.m
FanfictionRecuerdo nuestras mañanas de café.© Todos los derechos reservados.