¿Podremos seguir? Lynn.

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El lunes siempre significaba escuela para los Loud, era algo tan pero tan común, que orilló a los chicos a que una vez trataran de no tener más la necesidad de asistir y tener en cambio escuela en casa, de tal forma que así se ocuparan más de sus actividades artísticas -por decirlo de algún modo-, aunque no termino como esperaban, estos volvieron todos a su cruda realidad, con todo y la fila para el baño y cargar mochilas con libros, o pintura, diamantina, resistol, tijeras, limpiapipas, papel crepé y plumones de colores, en el caso de Lisa, para trabajar y crear manualidades. Todo era normal, podías ver esa mañana y compararla con cualquier otra, del lunes pasado, del pasado, del mes pasado, del año escolar pasado y no habría mínima diferencia perceptible para ninguno de los chicos, así como se vistieron, alistaron sus cosas del día y desayunaron en su habitual estilo. Lo más normal del mundo pasaría delante de sus ojos y sin nada que denotara en aquella mañana, subieron a la camioneta, ahora siendo manejada por la señora Loud, pasando por la preparatoria, secundaria etc.

Todo era normal en esencia.

Sin embargo, Lynn y Lincoln veían todo de otro modo.

Por el lado de la atleta en este caso, ni siquiera sabía que era lo que vendría a continuación, después de este fin de semana su cabeza se había vuelto totalmente loca, los sentires que despertó por su hermano y el ver que, mientras soltaba una risa pequeña, recordaba lo que Lori le dijo a Lincoln, aquella vez que fueron unas entrometidas pesadas con él, lo tomaba un poco a verdad y retomaba el recuerdo con melancolía; "Lincoln, si una chica te molesta, solo quiere decir una cosa, ¡Le gustas!". Dicho y hecho, no podía creerlo, aunque decir "Me gusta mi hermanito Lincoln" era quedarse corto con lo que sentía... siente. Todo lo que pasó en tan solo dos días y ni decir cuanto cambiaría en su pensar y forma de pensar, de ver al mundo, fue una sensación así que le dio los mejores dos días de su vida, nunca olvidaría esos momentos con Lincoln... Aunque no era posible contárselos a nadie, no sería algo que podría decirle a nadie en sus equipos como tema de conversación, ni como anécdota pública ni para poder presumirle ante nadie, si se le ocurría comentárselo a algún profesor buscando ayuda, cuando en verdad le darían otro tipo de ayuda, eso sería siempre para siempre de ella. Nunca podría dejarlo. No quería. Sin embargo, por más cosas que buscara hacer, era imposible seguir con esto, era algo que aclaro con Lincoln, bueno, que Lincoln aclaro con ella y solo aceptó de la manera que se lo dijo, o sencillamente fue el momento en el cual ambos se quitaron la venda de los ojos y lo aceptaron. 

Todo lo que vivieron lo tendría en la mente como lo mejor del mundo, mas allá de cualquier trofeo que ansiara ganar, hasta esas últimas palabras, eran las que recordaba perfectamente, tan solo ayer en la noche...

Ya siendo las cuatro de la madrugada decidieron - y por un milagro, lograron. - parar un momento, de alguna manera, aunque siempre se daban unos segundos para tomar todo el aire que podían, ambos chicos en verdad necesitaban un momento, puesto que no podían seguir y disfrutarlo, algo llamaba a sus mentes, el tiempo no fue presente para darles un golpe en la cabeza, no hasta que Lincoln en su momento de descanso, decidió mirar la hora conectando su reloj digital, casi murió del susto poniendo el grito en el cielo, eso logró darle en el punto crucial de su cabeza, de su juicio, de no ser que Lynn, al percatarse de esto, sentía que todo acabaría en ese instante, decidió ir rápido contra él y sin tomar ninguna precaución, esta saltó callándolo de la forma que más quería en el momento, pero esta atracción, por lo menos en el joven comenzaría a decrecer.

Aunque sentía algo muy extraño, empezó a notar que no era correspondida con la euforia que tenía su hermano, comparado con hace escasos cinco minutos, este se levantó de la cama, con las manos en la cabeza buscando relajar la cien, Lynn por su lado y extrañada, también se bajó de la cama y fue con su hermano, esta lo podía ver mejor, quizá afortunada o desafortunadamente porque la luz de la luna, la misma luz que fue testigo de todo lo que sentían aquellos chicos, ahora como si de un cuarto de revelado de fotografía se tratase, era la cual mostraba la realidad que nunca reconocerían, lo que no quería y lo que fuese en lo último que quisiera enfrentarse ese día tan maravilloso, el tal "Mighty" del videojuego que había vencido hace unas horas era una hormiga en comparación con lo que, hasta se podía respirar en el ambiente, Lynn lo pensó, pero fue Lincoln que dio el corte a todo esto.

No me dejes nunca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora