Only you

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Era el tercer cambio de ropa en los últimos cinco minutos, y Agoney empezaba a exasperarse por no saber que ropa ponerse. Tras unos cuantos más, se decantó por unos vaqueros por las rodillas, una camiseta blanca básica y una cazadora porque la noche refrescaba. Le sorprendía que le hubieran invitado ya que era el marginado social por excelencia, pero nunca desperdiciaría una oportunidad para ver a sus compañeros borrachos y así tener algo con lo que hacerles chantaje en un futuro. No había cruzado más de tres palabras con el anfitrión en todo el curso, por eso le sorprendió cuando el día anterior le dio el panfleto con la dirección y le dijo que las puertas de su casa estaban abiertas para todo el que quisiera.

Cuando llegó a la casa, enorme todo sea  dicho, le recibió Alberto, uno de los amigos más cercanos al propietario de la casa. Le dijo donde podía encontrar bebida y donde estaba el baño, y se fue a dar la bienvenida al grupo que llegaba detrás suya.

Se acercó a por un poco de esa bazofia a la que se dignaban a llamar ponche, y resultó haber una cola de al menos veinte personas. Para su suerte (o no) , alguien había decido repartir vasos para todos para agilizar la cola, pero claro, el no entraba en ese grupo de personas.

Cuando se hubo servido, entro al salón que estaba adornado con luces colgantes y un tenue foco de fondo. La música sonaba a todo volumen y la gente se movía bajo la influencia del alcohol. Descartó por completo la idea de bailar así que optó por sentarse en un sofá vacío.

Pasaron unas tres canciones y media, hasta que en medio de la multitud destacó una figura, que parecía bastante perdida en aquel lugar. Era un chico vertido únicamente con un pantalón corto y una chaqueta amarilla sin abrochar, dejando así descubierto su torso. Iba descalzo y Agoney podría jurar que semejante cuerpo estaba esculpido por los dioses. Su cara era el claro ejemplo de la perfección: unos carnosos labios de color rosado, una mandíbula cuadrara tan marcada, que parecía una escultura, unos preciosos ojos miel, todo esto adornado por un tupé rubio que le caía sobre la frente. Tenía una especie de brillo en la cara que le hacía hipnótico. Parecía completamente desubicado, se acercaba a los vasos de bebidas a olerlos, tocaba las luces que colgaban de las plantas y miraba a todos lados. Aún así era precioso. Comenzó a moverse al ritmo de la música, cerrando los ojos y recorriendo todo su cuello, bajando por la clavícula y pectorales hasta llegar al abdomen. Agoney no supo decir cuanto tiempo había pasado mirando a aquel muchacho, cuando se dio cuenta de que él también le estaba mirando.

El muchacho rubio de hizo paso entre la multitud hasta llegar al sofá donde estaba Agoney y una vez ahí, le tendió la mano. El moreno no podía creer que aquel completo desconocido le estuviera invitando a bailar, pero no lo rechazó. Tomó su mano, que resultó estar bastante fría, y se dejó guiar a la pista de baile. Las manos del joven de chaqueta amarilla se paseaban por el cuello de Agoney, y de vez en cuando bajaban a la cintura del mismo. En ese momento sólo existían ellos, los cuerpos de dos completos desconocidos bailando al ritmo de una música que cada vez se amortiguaba más por el fuerte ruido de los fuertes latidos de ambos.

Después de bailar un rato, Agoney se ofreció a ir a por bebidas, a lo que el otro chico solo asintió. Le resultaba extraño lo bien que se había sentido bailando con alguien cuyo nombre ni siquiera sabía. Como tampoco sabía que le gustaría beber, se decantó por un par de cubatas. Iba a volver al salón cuando vio a su acompañante andar en dirección a la piscina y le vio sentarse en el bordillo sin llegar a tocar el agua, con las piernas cruzadas. Miraba el agua con un extraño anhelo que Agoney no supo descifrar.

Se acercó al chico y le preguntó aquello que quería saber desde que le vio entrando a la pista de baile.

-¿Cómo te llamas? Es que es un poco raro que hemos estado tanto tiempo bailando y no se ni tú nombre. - La últimas palabras salieron de su boca acompañadas de una risa nerviosa. La cual el chico que tenía al lado correspondió.

ONE SHOTS - RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora