天使 ➯02

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Enji Todoroki miraba el cielo nocturno sobre su cabeza, apoyando sus brazos en el barandal de madera, no es que fuese un amante de la astronomía o viese esas esferas luminosas del espacio con mayor profundidad, simplemente le gustaba observar y pasear la mirada por el firmamento sin buscar nada en especial, porque a fin de cuentas ni el cielo diurno o nocturno tenían algo que de verdad llamará demasiado su atención —a menos que se tratara de un villano sobrevolando por su cabeza y al que debía acabar con precisión.

Esa noche en casa de los Todoroki se celebraba el cumpleaños No. 45 del padre de familia y jefe del hogar. La pequeña fiesta familiar fue organizada por Fuyumi que además se encargó de preparar el platillo favorito de su padre y comprar el pastel que era típico en los cumpleaños de la familia, ese que Shouto detestaba por su sabor y que Enji disfrutaba por la simpleza. Natsuo se presentó en la casa con una botella de vino como regalo para su padre y disculpándose en nombre de Touya por faltar por segundo año al cumpleaños de su progenitor. Shouto intentó escapar, pero su hermana le colocó uno de esos característicos gorros de cumpleaños rojos y lo obligó a sentarse junto a ella, lo único que hizo fue dar un casto abrazo a su padre y felicitarlo. Con eso era suficiente, concluyó cuando el menor se había separado y se estremecía ligeramente con cada paso que daba hacia su lugar.

La velada fue tranquila, no había ninguna diferencia con las cenas que acostumbraban a llevar cada noche, y los hijos del flameante héroe cantaron suavemente mientras Fuyumi encendía las velas, justo al terminar la muchacha estaba por decirle al hombre que pensara bien sus tres deseos, pero fue interrumpida por el tosco soplido que dejo salir de sus labios cuando todo estuvo en silencio.

Comieron pastel, bebieron un poco de té y finalmente sus hijos decidieron encargarse de la limpieza de los platos y demás cosas que habían utilizado, dejando así a Enji totalmente libre en el segundo piso de la casa, donde miraba seriamente el cielo y la estrellas que de vez en cuando parecían apagarse ante sus ojos y volver a nacer al poco tiempo.

Pero algo más en el cielo que las simples estrellas captaron inmediatamente su atención, como si se tratara de un interruptor automático, sus llamas se encendieron al ver un objeto desconocido cayendo desde el cielo con dirección a su casa.

Saltó desde el segundo piso haciendo temblar el suelo bajo suyo, levantando un poco de tierra con la que fue envuelto unos segundos y haciendo saltar pequeñas piedrecillas que fueron aplastadas por sus grandes y pesados pies. Miró hacia el cielo en busca del que podría ser un villano intentando atacarlo a él y su familia, algo que no permitiría ni dejaría que sucediera tan fácilmente.

Se preparó para acabar con ese bastardo en cuanto pusiera un pie en el suelo.

Echó una rápida mirada a la casa donde oía las risas de Fuyumi y Natsuo, probablemente Shouto secaba los platos silenciosamente, como siempre hacia después de cada cena. Volvió su mirada hacia el cielo y finalmente diviso a su contrincante mucho más cerca.

—¿Eh? —el supuesto enemigo cayó en sus grandes manos como si de una pluma se tratara. Suave y sutil.

Se trataba de un joven, no mucho mayor que Fuyumi o Natsuo, de cabellos blancos disparatados y grandes alas marrones que nacían en su espalda.

Enji sentía que lo recordaba, no sabia exactamente donde lo vio, pero algo en su expresión despreocupada le hacia irritar y la sensación se le hacia familiar.

—Endeavor, es un placer volver a encontrarnos y en la misma situación que hace diez años —la sonrisa ancha se colgó entre sus mejillas. El alado no parecía querer reincorporarse de entre los brazos de Enji y colocar sus pies en la tierra, de hecho, hasta se veía muy cómodo—. Mi nombre es Hawks, ¿me recuerdas?

Con que se trataba del mocoso que irrumpió hace ya algunos años en su hogar mientras merodeaba en el techo de la casa y fue derribado por una cometa.

El pajarraco agitó sus alas hasta que se elevó por sobre el pelirrojo y Enji tuvo que alzar ligeramente el rostro para poder mirarlo a los ojos.

—Hoy dejaron a las ángeles dar un paseo nocturno y decidí visitarte, Endeavor —con la sonrisa socarrona metió las manos en los bolsillos de su pantalón y rió cuando Enji fruncio el entrecejo con evidente molestia.

Ángel || EndeHawksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora