Carta sin destinatario.

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Dejó la taza con té caliente en la mesa, a un lado de las hojas blancas que tenía esparcidas frente a ella. Tomó la pluma y antes de empezar a escribir la giró dudosa entre sus dedos, insegura de llevar a cabo lo que todo su ser le gritaba debía hacer. Posó la pluma sobre la hoja blanca y la tinta se esparció delicadamente en mínimas cantidades, a veces más lento, a veces más fuerte. Los sentimientos regresaban a ella como una ola de agua regresa a la orilla del mar, su corazón estaba hecho de tinta y se escribía en una fina letra cursiva sobre el papel junto a la humeante taza de té.




Recuerdo el día en que nos volvimos a encontrar.

¿Tú aún lo recuerdas?

Imagino que no, nunca fui demasiado trascendental para tí.

Pero por todos lo cielos, Sasuke... ni siquiera me viste a los ojos. Pasate junto a mi sin decirme nada. Sinceramente no sabía que sentir, sólo esperaba no sentir nada.

Cuando empecé a verte a diario, creí que aún me gustabas, hasta que explicaste el concepto de sugestión. Muchas cosas se aclararon ahí, finalmente caí en la cuenta de yo nunca sentí nada por ti más allá de un cariño que, maravillosamente era recíproco, aunque con el tiempo lo dejaste de expresar.

Y entonces los días transcurrían con normalidad, yo me ocupaba de mis insignificantes asuntos y tú de tus problemas de gran importancia.

Siempre quise saber, ¿por qué me veías directamente?, ¿por qué cuando ambos sonreíamos al tiempo nuestras miradas se encontraban?, ¿acaso lo hacíamos a propósito?, ¿acaso era un juego para los dos? Supongo que esa respuesta la sé, pero quiero saber tu versión, ¿por qué tú de todas las personas, tenía que verme cuando sonreía abiertamente? Aún deseo conocer el misterio escondido detrás de la cubierta de tus ojos ónix.

Creo que por eso nunca pude olvidar tu jodida mirada.

Y tiempo después esos gestos de cariño regresaron, maldición. Me hacías tan feliz con solo soreírme. Y el cosquilleo en mi estómago, lo recuerdo como si me sucediera ahora mismo, estabas alejado físicamente pero yo te sentía tan cerca, volvíamos a ser como antes, aunque eso no estuviera bien, ambos saldríamos mal de ahí pero como siempre, era yo quien más perdía.

Tu atención se desvió, dejaste de sonreírme para hacerlo con alguien más, a pesar de haber compartido conmigo tanto, tú aún buscabas algo mejor y no te miento, lo entiendo, yo también la habría buscado a ella siguiendo cualquier tipo de interés, siempre fue mejor en todo, por ende sería mejor para ti de lo que yo pude haber sido.
Por eso nunca te culpé, sabes eso, ¿cierto, Sasuke?

Eres preciosa, dijiste.

Me lo habían dicho todo el día, sin embargo, sólo fueron palabras hasta que las dijiste tú, porque cuando lo hiciste fueron una sonata... la más bella de las meloídas dedicadas sólo para mí.
Llevaste mi cabello rojo a la parte trasera de mi oreja y con tu pulgar recorriste mi mejilla varias veces, tu tacto era delicado, tus manos grandes y tibias se sentían bien contra mi piel caliente. Pero, tus labios sonriendo sobre los míos, se sentían aún mejor, profundizaste un poco el beso y luego, lenta y dolorosamente te separaste de mí.

Sabes que no nos volveremos a ver, ¿cierto?, susurraste.

Yo solo asentí.

No sabía que decirte, así que preferí guardar silencio a arruinar el momento con gimoteos leves que no decían nada, ni a ti ni a mí.

No recuerdo que sucedió cuando no nos volvimos a ver. Supongo que te lloré en silencio un tiempo para luego sonreír por mí misma, por mis propias razones; en cuanto a tí, creo que continuaste tu vida, siendo tan increíble como siempre.

Cuando inicié ésta carta, no estaba segura de que escribir. Ahora, creo que he escrito tanto que no he dicho nada. Tan sólo puedo decir que adoraba esa sonrisa tuya, que aún recuerdo esos huequitos en tus mejillas, esa peculiar costumbre de pasar repetidas veces tu mano por ese sedoso pero desordenado cabello que siempre me encantó tanto.

Y aquí estamos de nuevo, tú intentando descifrar lo que quiero decirte y yo con el corazón hundido en el pecho, las lágrimas a punto de derramarse por mis mejillas y la voz ahogada, todavía sin organizar mis ideas en unas hojas que te debo entregar.

Tú sabes que nunca fui buena llegando a una conclusión, al parecer todavía soy pésima en darte mis ideas a entender, solo puedo explicarte que de una arrebatada e incomprensible manera, aún te quiero.

Karin Uzumaki.


La pelirroja al presionar el punto final, no pudo retener más a esa lágrima rebelde que amenazaba con escapar desde tiempo atrás. Tenía un nudo en la garganta que la sofocaba, sin embargo, en sus labios no había una expresión de dolor sino de satisfacción, de una alegría y una paz únicas que, le hicieron una falta terrible durante años.

El té se había terminado, se encontraba sola en la penumbra violácea de la sala principal de su apartamento, en el que había compartido noches con otros hombres sin encontrar a uno que la hiciera sentir realmente.

Guardó las dos hojas en un sobre que depositaría en el correo la mañana siguiente, ansiosa, no por la espera de enviarla hasta el día siguiente, sino por conocer la respuesta de su interlocutor a sus sentimientos, a todas esas ideas que cruzaron su mente de un momento a otro, sensaciones que se obligó a dejar en escrito en caso de no volver a sentirse así.

Aquel sobre viajó varios kilómetros, anduvo un tiempo solitario y perdido en el correo, hasta que finalmente se encontró la dirección del destinatario, no fue por negligencia que no llegó en el tiempo esperado, o tal vez sí, seguramente fue el destino que no permitió que llegara a tiempo, ambas opciones son igualmente posibles como complementarias.

Entonces el sobre cayó sobre otras cartas y paquetes de correspondecia sobre el piso de una casa vieja, polvorienta... abandonada.


Dedicatoria:

No quiero que leas esto, tampoco que lo entiendas, sólo es el último vistazo de ese sentimiento que dejé atrás hace rato, sentimiento que de hecho, considero un poco ridículo, pero no lo cambiaría, por ningún motivo cambiaría nada de lo que ha pasado hasta ahora. Ese sentimiento está bien, ésta carta sin destinatario está bien. Tu lugar en mi corazón... está bien.

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