Fue en esa época cuando empecé a ver a Bam Bam más como un compañero de desgracias que como a un enemigo.
Conociéndote, estoy segura de que te habrás alegrado al ver cómo nos apoyamos el uno al otro en los momentos difíciles. Como él mismo diría, las circunstancias crean a veces extraños compañeros de camino, ¡la vida resulta tan irónica y caprichosa!
Después de tanto tiempo, he llegado a aceptar que Julián era tan digno de tu afecto como yo, y por eso he conseguido perdonarte que, durante un tiempo, nos tuvieras a los dos sometidos a esa especie de juego macabro donde parecías estar subastando tu amor.
***
Durante dos semanas, el tiempo se detuvo y mi vida pareció paralizarse por completo. Llegaba tarde al instituto, apenas me relacionaba con el resto de mis compañeros y, con frecuencia, perdía el hilo de los razonamientos cuando daba clase. Era como una mujer vacía, hueca por dentro e incapaz de reaccionar. Mina me había prohibido llamarla, ¿no era eso de una crueldad infinita? Imaginarla junto a Bam Bam me producía un dolor físico, equivalente a haber ingerido una generosa dosis de letal veneno que me destrozara por dentro.
Sí, cada día que pasaba estaba más segura de que mi odiado enemigo iba a salir victorioso. Podía imaginarles solos en casa con una claridad que me abrumaba: en silencio los primeros días, hablándose distantes al cabo de una semana. Luego, cualquier tarde, uno de los dos iniciaría un tímido movimiento de aproximación, y el otro respondería con una sonrisa esquiva. De ahí pasarían a los roces aparentemente inocentes al pedirse la sal o el vino, y más tarde Mina lloraría, pediría perdón, y entonces él la sentaría en sus rodillas, la besaría en el cuello y...
¡Estaba volviéndome loca! ¿Tendría Mina la decencia de llamarme para despedirse definitivamente de mí? ¿O simplemente dejaría que las cosas se enfriaran poco a poco, creyendo que tal vez yo la olvidaría sin demasiados problemas? No podía más, tenía que ir a verla, no me importaba que se enfadara aún más conmigo. Mi amiga debía comprender que dos semanas de silencio eran más de lo que podía soportar y que nadie merecía un castigo tan severo.
Al fin, una tarde de domingo me vestí con lo primero que encontré y salí disparada a buscar a mi amante. Intuía que estaba cometiendo un error, pero ya nada me importaba. Como el enfermo que prefiere salir de dudas y al menos poder escapar de la lacerante incertidumbre, toqué en el telefonillo de la casa de mi amiga dispuesta a no salir de allí sin una respuesta clara sobre lo que podía esperar.
—¿Sí? Joder, era la voz de Bam Bam ¿De verdad había esperado encontrar a solas a Mina? Tal vez debería irme, armarme de paciencia y seguir aguardando. Pero entonces la puerta del portal se abrió, y como una autómata yo entré y me metí en el ascensor. Dios, ¿les habría interrumpido mientras...?
No, no podía ser, aunque... ¿acaso creía que, durante los meses que Mina y yo habíamos sido amantes, ellos nunca habían tenido contacto físico? Ésa era una idea que me desgarraba de tal modo que procuraba desterrarla siempre de mis pensamientos. Sin tener ni idea de lo que iba a hacer o decir, temblando como una hoja y a punto de echarme a llorar, toqué el timbre y aguardé conteniendo la respiración.
—Vaya, eres tú.
Bam Bam parecía más delgado que la última que le vi. Llevaba el pelo revuelto, estaba sin afeitar y tenía aspecto de no haberse levantado de la cama en todo el día. Por lo demás, y dejando de lado la lógica sorpresa que le producía verme, no me pareció especialmente enojado conmigo.
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Te amo , Luego existes (Michaeng Adaptacion)
Fanfiction¿En qué instante una amistad inocente se transforma en una atracción irresistible? ¿Qué palabras o qué hechos son necesarios para que todas las barreras que erigimos con cautela salten por los aires dejándonos sin defensa? Me había hecho a mí misma...