Después de que Hagrid gritara eso, Fang, el perro de el semigigante, soltó un leve gimoteo.

-Cálmate, Hagrid -le dijo bruscamente Dumbledore. Luego se dirigió a Malfoy- Si el consejo escolar quiere mi renuncia, Lucius, me iré.

Gaia iba a soltar un grito, pero las manos de Harry y Ron en su boca lo silenciaron.

-Pero... -tartamudeó Fudge.

-¡No! -gimió Hagrid.

Dumbledore no había apartado sus vivos ojos azules de los ojos fríos y grises de Malfoy.

-Sin embargo, -dijo Dumbledore, hablando muy claro y despacio, para que todos entendieran cada una de sus palabras- solo abandonaré de verdad el colegio cuando no me quede nadie fiel. Y Hogwarts siempre ayudará al que lo pida.

A Gaia le pareció ver un guiño de parte de Dumbledore hacia donde estaban ellos.

-Admirables sentimientos -dijo Malfoy, haciendo una inclinación-. Todos echaremos de menos su personalísima forma de dirigir el centro, Albus, y solo espero que su sucesor consiga evitar los... Asesinatos.

Se dirigió con pasó decidido a la puerta de la cabaña, la abrió, saludó a Dumbledore con una inclinación y le indicó que saliera. Fudge esperaba, sin dejar de manosear su sombrero, a que Hagrid pasará delante, pero Hagrid no se movió, sino que respiró hondo y dijo pausadamente:

-Si alguien quisiera desentrañar este embrollo, lo único que tendría que hacer es seguir a las arañas. Ellas lo conducirán. Eso es todo lo que tengo que decir. -Fudge lo miró extrañado-. De acuerdo, ya voy -cuando estaba a punto de salir por la puerta, dijo-: Y alguien tendrá que darle de comer a Fang mientras estoy fuera.

La puerta se cerró de golpe y Ron se encargó de quitarles la capa de invisibilidad.

-¡Estamos perdidos! -exclamó Gaia- ¡Sin Dumbledore habrá ataques todos los días!

*

Con Dumbledore fuera del colegio, la gente estaba el doble de asustada, pues no había nadie que los protegiera con tanto poder como él. Ya no podían ir a visitar a Hermione, ni podían ir a ningún lado solos; siempre había un profesor que les llevaba de clase en clase para que estuviesen bajo supervisión. Harry y Ron se han pasado mucho tiempo intentando buscar a las arañas que había dicho Hagrid, pero no había rastro de ellas. Por otro lado, Gaia no podía ayudarles, porque Draco se había encargado de que no se pudiera alejar del grupo de serpientes. Siempre que Gaia conseguía alejarse y acercarse a ellos dos, Crabbe y Goyle aparecían para alejarla antes de que pudiera decir una palabra. Draco y ella habían discutido mucho sobre ello, pero, aunque Draco no se lo dijera, era todo con la buena intención de proteger a su amiga. Pero a los ojos de los Gryffindors, Draco lo único que hacía era pavonearse de la situación y de que su padre echara a Dumbledore. Harry y Ron le oyeron decir una vez en clase de Pociones:

- Siempre pensé que mi padre sería el que echara a Dumbledore —dijo,sin preocuparse de hablar en voz baja—. Ya os dije que él opina queDumbledore ha sido el peor director que ha tenido nunca el colegio. Quizáahora tengamos un director decente, alguien que no quiera que se cierre la Cámara de los Secretos. McGonagall no durará mucho, sólo está de formaprovisional...

Harry miró a Gaia, que estaba sentada un par de mesas a la izquierda de él. Ella le devolvió la mirada y rodó los ojos, indicando que había escuchado a Draco.

  Snape pasó al lado de Harry sin hacer ningún comentario sobre el asiento y el caldero solitarios de Hermione.

-Señor —dijo Malfoy en voz alta—, señor, ¿por qué no solicita usted el puesto de director?

HOSPES [SERIE IMPOSSIBLE II]Where stories live. Discover now