Capítulo 13: En busca de un empleo

327 28 15
                                    

Bridgette Dupain-Cheng

Es posible que las cosas fueran diferentes si tuviéramos capital, si yo ya tuviera la mayoría de edad, si mi madre dejara de deprimirse por nuestro presente y preocuparse por nuestro futuro, si hubiese tenido un padre que nos apoyara en esta situación.

Mas, no puedo quejarme de mi vida, hay personas que viven en peores condiciones y sufren bastante, al menos tengo la dicha de tener una casa a la cual volver, alimento y educación.

Últimamente he estado viendo a mi madre estresada, aunque trata de no demostrarlo con una sonrisa falsa, por eso he decidido conseguir un trabajo de medio tiempo, pues también soy estudiante y no podría hacer uno de tiempo completo, además mi madre no querría, ni siquiera sabe que estoy buscando trabajo.

Leí algunos artículos en el periódico donde se buscan empleados. El primer lugar es un restaurante de comida rápida.

Entré, pero me dijeron que ya habían contratado a alguien más.

Mi próximo destino fue un supermercado, pero tampoco me aceptaron. Así fue con tres lugares más. Me senté en una banca cerca de un árbol y di un gran suspiro, no podía creer que no me habían aceptado en ningún lugar.

— Se hace tarde—dije mirando al cielo.

Sabía que era hora de regresar, así que me levanté y me dirigí camino a casa.

En el trayecto me llamó la atención un lugar el cual jamás había visto, me acerqué y leí en el letrero: Collège des jeunes aveugles. Me impresioné un poco al ver que estaba frente a un instituto para jóvenes ciegos.

Había un patio antes de la entrada central, el cual se veía muy bien cuidado, el pasto muy verde y unos hermosos árboles.

Quedé anonadada al ver a cierto rubio en una silla de ruedas, Adrien estaba ahí y una mujer se le acercó. Decidí acercarme más y me oculté detrás de un árbol para que no me viera y alcancé a escuchar parte de su conversación:

— Adrien, ¿todavía no vienen por ti? Se hace tarde y no puedes quedarte aquí, pero igual no puedo dejarte solo.

— Usted no se preocupe, puede irse tranquila—dijo con una voz serena.

— ¿Qué dices? No pienso dejarte aquí y menos ahora que está oscureciendo—respondió la mujer.

— No entiendo por qué mi hermano no está aquí, nunca ha faltado en venir a traerme. Supongo que algo pasó, no lo culpo—respondió.

De pronto, Adrien respiró profundo, decidí echar un vistazo y de súbito vi que su cabeza apuntaba en esta dirección, no me preocupé porque sabía que no me estaba viendo, aunque no pensé que pudiera olerme.

— Es esa chica...—murmuró.

— ¿Qué sucede, Adrien?—preguntó la mujer mirándolo.

— Hay alguien detrás de ese árbol—apuntó con su dedo donde me encontraba.

Rápidamente oculté mi rostro y traté de no hacer ruido, pero fue imposible no responder al escuchar la voz de la fémina.

— ¿Quién está ahí? Responda—dijo levantándose rápidamente y caminando hacia mí.

Decidí salir de mi escondite y me revelé ante ella, simplemente me miró con extrañeza, supuse que era porque era extraño ver a una joven como yo a estas horas rondando por un instituto para ciegos.

— ¿Puedo ayudarte en algo?—preguntó amablemente.

— Disculpe, yo...—dije tratando de buscar una excusa—. Vine a ver a Adrien—completé la frase.

FilofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora