La rutina.

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Bueno...después de un tiempo actualicé la segunda parte. WARNING: Esta parte y la siguiente van a tener contenido sexual explícito, si no te gusta, no lo leas. Espero que lo disfruten, besos~


Desde que había dormido con Ace esa noche y sin decirme más me había plantado un beso en los labios, me había interesado un poco más por conocer los distintos hábitos que fluían naturalmente del bajista. Era muy divertido para mi ver cómo, a pesar del contrato que había firmado al entrar (básicamente una sentencia de prohibición a todo acto "inmoral"), el nuevo bajista parecía romper cada regla que pudiera. Y por supuesto que no hablaba de las reglas que Nooddle y Russel me habían puesto a través de los años de vivir conmigo, como no sacar más de la mitad de mi cuerpo por la ventana para jugar con los pajaritos o ya no poder tener mascotas luego de haberle dado un huevo de chocolate a mi anterior gato, bueno yo creí que lo disfrutaría tanto como yo. Hablo por supuesto de reglas como no beber, no prostitutas y no drogas, solo por decir algunas.

No beber. La pequeña licorera que teníamos en la casa para hacer tragos aparecía siempre un poco más vacía cuando todos nos dirigíamos a dormir. Luego de haber corrido bajo mi inmensa frazada de lana y con una pistola de agua en mis manos, gritando como si un asesino serial me persiguiera dentro de la cocina, concluí en que quién se robaba el alcohol no era un fantasma, ya que terminé empapando de pies a cabeza a Ace sin siquiera parpadear. Me esperaba que el menor se enfadara conmigo de una forma incontrolable, que los papeles se cambiarían y el hombre tranquilo y difícil de fastidiar que tenía enfrente se habría transformado en el hombre que ahora estaba en la cárcel, el cual sin lugar a dudas me hubiese sacado de la cocina oprimiéndome la garganta sin problema o tirándome del cabello fuertemente. Al contrario, Ace solo soltó un par de sílabas con un claro enojo en la voz, como si fuera a regañarme, más al ver como mis piernas temblaban y mi rostro demostraba que estaba a punto de romper en lágrimas por mi estúpida acción, él simplemente suspiró fuerte y con una mano en mi espalda me guio a mi habitación, pidiéndome que descansara un poco.

No drogas. Aún recuerdo claramente aquella tarde en que le había pedido ayuda al bajista para darle algunos retoques a las canciones escritas. Sin problemas me abrió la puerta de su habitación y sentados en el suelo comenzamos a escribir. No pasaron siquiera diez minutos y Ace ya estaba sacando de su bolsillo un pequeño cigarro, claramente no de tabaco. Claro que no se me había ocurrido que estuviese rompiendo una regla del contrato, mi pensamiento racional fue "si lo está fumando, tal vez es que le dejaron hacerlo.". No tardó mucho en pasarme el humeante cigarro y las cosas empezaron a ponerse más borrosas. Claro que ya había fumado marihuana antes muchas veces, pero algo había esta vez que lo hacía...diferente. No había risas alocadas por cualquier cosa sin sentido, si no que el aire era más pesado y ardiente, como si me estuviese afiebrando de una forma muy placentera, como si en mi cuerpo hubiese demasiado contenido y tuviese que ser liberado antes de que estallara. Y como si de alguna manera Ace hubiese leído mi mente, lentamente se fue acercando frente a mí con sus ojos inyectados de sangre mirándome detrás de sus lentes oscuros ligeramente caídos sobre su tabique. No dejaba de mirarme de forma incrédula, y como para que el contenido invisible que sofocaba mi cuerpo no escapara, colocó la punta de tres de sus dedos en mis labios y los oprimió con fuerza. No sé como pero aquello solo hizo que sintiera una especie de extraño placer, como si esa sustancia socorrida en mis venas fuera lo que me faltara para continuar con vida, para sentir mi cuerpo hipersensible solo por el aire que me rozaba, o sus dedos en mis labios. Cerré con fuerza mis ojos y dejé de respirar por mi nariz por algunos segundos solo para que no hubiese conducto alguno para que el elíxir desconocido escapara, pero solo logró que mi cara se colorara completa de rojo por la falta de aire. Al tomar una bocanada enorme de aire, ambos nos destornillamos de risa, como si hubiésemos olvidado la bruma magnética de hace dos segundos atrás.

La tormenta. (2dace fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora