Capítulo I

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- Quítate de en medio, ¡gorda!

- Oh, claro – susurro con un hilo de voz ante las palabras de Louis, un chico muy  guapo, castaño y de ojos azules que se asemejan al color del cielo, pero con un alma negra, sucia, retorcida, oscura...

Esto es séptimo curso, principios del tercer trimestre, pero mi vida, sigue siendo un auténtico sufrimiento desde que entré por la puerta el primer día de este infernal curso. Exactamente, no sé a qué se debe que sea yo constantemente el centro de todas las burlas, pero supongo que una vez que esta ha comenzado, ya no parará.

<<Gorda, guarra, huérfana>> son las palabras más bonitas que el chico del alma negra y sus secuaces me pueden dedicar a lo largo de un día de colegio, esto se está convirtiendo en una tortura diaria a la que no le veo fin...

-  Eh, ¡Amber! – me grita Alessa Valenti, qué más que ser mi mejor amiga, es la única razón por la consigo mantenerme en este mundo, Ella, con sus sonrisas esperanzadoras y sus constantes palabras de ánimo es capaz de hacer que yo vea las cosas desde otro punto de vista diferente. - ¡Amber! Que sepas – dice amenazándome con su dedo índice – que no te vas a poder librar de mí tan fácil, así que esta tarde te vas a venir conmigo a mi clase de Kickboxing y así desconectamos de todo, dándole unos cuantos golpes al aire, y de paso te libras de estar dos horas en ese infirno de “casa” que tienes – E aquí una de las millones de razones por las que esta italiana se merece más que un altar.

- Gracias Al – digo dándola un abrazo.

- Sí, sí, ya vale. Tanto cariño junto nunca es bueno – dice Alessa posando las manos en mi pecho para impedir que yo la abrace. Pero creo, que es lo mínimo que puedo hacer yo, comparado con todo lo que hace ella por mí, nunca podré agradecérselo. – Bueno Lee, me tengo que ir a Trigonometría, nos vemos a la salida – dice con una amplia sonrisa y guiñándome un ojo de forma divertida, gesto que siempre hace cuando nos despedimos.

- Bueno, bueno, bueno, no me lo puedo creer. La huérfana de Lee tiene planes esta tarde, y nada menos que en un gimnasio – nada más girarme puedo ver a Louis, y a esos ojos del color del cielo mirándome fijamente, haciendo que hasta el último milímetro de mi piel se estremezca. No sé que tendrán esos ojos, o simplemente él, pero hace que tiemble hasta la última parte de mi ser. – Sabes que en los gimnasios se va a hacer deporte, y ese tipo  de cosas, ¿no? Se corre, se suda, esas cosas ya sabes.

- Para por favor Louis – le ruego con la mirada clavada en el suelo. No sé por qué no se da cuenta de que todas estas palabras duelen, hieren, lastiman... Y llegará un momento en el que no seré capaz de soportarlas...

- ¡¿Qué pasa aquí?! – la voz de Alessa en ese momento, me salva, es como una ráfaga de aire fresco en el desierto más árido, un momento de alivio.

- Oh, n-nada Alessa, nada – dice Louis a toda prisa, poniéndose colorado de la vergüenza.

- Mira Tomlinson – dice Alessa apuntándole con su dedo índice, y hundiendo este en su fornido pecho – no sé lo que le habrás hecho o dicho a Amber, pero te juro que como la vuelva a ver con esa cara y tú estés rondando por su lado, te quedas sin miembros viriles, ¿entendido?

- E-entendido. Bueno, y-yo ya me i-iba – dice señalando hacia atrás con su pulgar, y a continuación, se da la vuelta y comienza a andar a través del pasillo.

- Se me olvidaron los libros en mi taquilla – dice Alessa alzando las cejas y los hombros.

- Gracias de nuevo Al – digo casi en un susurro y con la mirada clavada en las feas y sucias baldosas del suelo.

- Eh, ya está Amber, aquí estoy para todo – las lágrimas resbalan por mis mejillas de forma incontrolada, todo esto es demasiado superior a mí. Alessa, me coge por los hombros y me limpia con su pulgar las lágrimas que se escapan de mis ojos. – Ya Amber, ya – me atrae hacia ella y me abraza – No llores más por favor, jamás volveré a permitir que el imbécil de Tomlinson te haga daño.

Me limito a asentir con la cabeza todavía pegada al pecho de Alessa, porque sé con certeza que eso no va a ser posible, ese chico se las arreglará para hacerme la vida imposible sin que Al esté presente.

Love You? Or Hate You? |Louis Tomlinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora