CAPÍTULO 11.

123 15 4
                                    

Como elegisteis el MiMo, aquí os traigo el MiMo como final del mini maratón. También quiero agradecer por ser tan pacientes y seguir apoyando la historia, me animáis mucho a seguir.💙
Ahora sí, os dejo con el Mimo~✨

***P.O.V. Momo***

No era la primera vez que me quedaba en soledad en una fiesta tan ruidosa, ya me había pasado más de una vez, así que ya estaba más que acostumbrada.

Fui a comer algo después de haber bailado en aquel gran escenario, y así recuperar las fuerzas. Paseé por todos los pasillos, viendo así algunos juegos que se celebraban en algunas aulas y pasando por delante de puestos ambulantes.

De repente, algo en mí se entristeció. Calló en un intenso y profundo vacío, mi corazón se contraía y retumbaba contra mi pecho, provocándome así unos fuertes dolores. Casi no podía pensar, mis ojos me estaban escociendo por culpa de lágrimas que ni sé en que momento comenzaron a salir y a hacer rastros por mis mejillas.

Mi instinto me decía que debía ir a la azotea de la universidad, y lo hice. Pero para nada mejoró. En cuanto salí a la azotea, lo primero que me encontré fue a una afligida Mina, sollozando mientras se cubría la cara con sus delicadas manos, sentada en una de las bancas de madera.
—¡Minari! —corrí hacia a ella y me senté a su lado, descubriendo su cara. Sus ojos rojos e hinchados de haber llorado durante mucho, sus mejillas encendidas por el calor del llanto, sus manos temblorosas, y un pequeño aunque notorio moretón que cubría su pómulo derecho, cercano a su ojo.— ¿Qué te ha pasado? ¿Quién ha sido? —le bombardeaba a preguntas, pero necesitaba respuestas, quería cuidarla, debía cuidarla. Acaricié sus mejillas con sumo cuidado, secando así las lágrimas que aún vagaban por ellas. Y miré a sus ojos, esos ojos llenos de tristeza y dolor.

Ahora entendía todo lo que me pasaba hace unos minutos. Era por ella. Mina lo estaba pasando mal. Pero ahora que estoy aquí la cuidaré, y la protegeré siempre.
—N-no... No fue nad-...
—¡Mina Sharon Myoui! ¡Sé perfectamente que fue alguien, no eres tan estúpida como para pegarte a ti misma! ¡Dímelo! —Me estaba poniendo algo histérica, pero es que no soportaba verla mal, se me partía el alma completamente. Ella abrió los ojos de sobremanera. Bueno... Lo más que pudo y que le permitía el dolor. Creo que no se esperaba que supiese su nombre y apellidos. Pero estaba perdidamente enamorada de ella, y era algo básico que debía saber de ella.
—Fue... La hija del director... —Otra vez ella. No se cansa de ir jodiendo a las personas, va de mosquita muerta pero en realidad es una víbora, controladora y manipuladora.— Ailee... —estaba hipando, ahora que la conseguí más o menos «calmar». Suspiré pesadamente.
—Maldita infeliz... Le haré pagar caro, y nadie me va a detener. —dicho esto me levanté con furia interior, pero sí que alguien me detuvo. La suave y temblorosa mano de Mina en mi muñeca, volviéndome a sentar junto a ella.
—Moguri... ¿tú me ves bonita? —susurraba con algo de temor, una sonrisa se escapó de mis labios y me acerqué más a ella.
—Si te digo que eres la chica más bonita del mundo, no ayudo, ¿cierto? —ella negó con su cabizbaja. Tomé su mejilla sana y acerqué mis labios a los de ellas, sin llegar a besarla.— pues te diré que eres la chica más bonita a mis ojos, eres bonita por dentro y por fuera, te he amado durante mucho tiempo y sigo haciéndolo... —Ella esbozó una tierna sonrisa que tanta alegría me provocaba, contagiándome esa sonrisa. Creo que ambas necesitábamos y lo queríamos, juntamos al mismo tiempo nuestros labios. De manera lenta y tierna.

¿Ella? Era lo más bonito que Dios o lo que hubiese allí arriba haya creado. Y la cuidaría con mi propia vida si fuese necesario, la protegería de todo el mal. Quiero ser de Mina, y que Mina sea tan sólo mía.

***P.O.V. Mina***

Estaba tranquilamente paseando por el salón de actos, tomándome una deliciosa dona glaseada. Hasta que me encontré con la hija del director, Ailee y sus secuaces, comenzó a insultarme y criticar mi forma de vestir, mi cuerpo, mi cara.
—Perdón por no ser de plástico, como tú... —solté de golpe, cansada de sus tonterías de niña pequeña y mimada.
—¿Perdona? —me retaba
—Perdonada —sonreí burlona y me giré para marcharme, pero entre ella y sus «amigos» me llevaron a un pasillo donde no habia nadie.
—¿Te crees muy lista, no Myoui? —me limité a callar, pues la ignorancia y la indiferencia era la mayor arma.— Te arrepentirás de haber hablado.

Comenzaron a agobiarme, agarrándome del cuello, y dándome un golpe en la zona derecha de mi cara. Después de que se cansaran de golpearme y hacerme daño físico y moral, se marcharon echándose risas casi tan estruendosas como la música. Me marché a la azotea, a llorar desconsoladamente.

Más tarde llegó Momo, a mi salvación. Aquella chica aparecía hasta en mis sueños, pero no me molestaba, ni mucho menos; me encantaba. Sus palabras me llegaban realmente al corazón. La quería, creo que yo también estaba enamorada de ella. Verla bailar con esa pasión, esa sonrisa tan iluminadora. Todo de ella era realmente perfecto, aunque pudiese tener defectos, era ella. Y eso, ya la hacía especial.

『gιrl crυѕн』   {ʝɛѳɳgyɛѳɳ, ʝiɦyѳ, ɳɑyɛѳɳ} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora