CAPÍTULO 2.

183 19 0
                                    

—Sigo aquí, estúpidas. —rechistó Momo con un puchero y haciendo ademanes delante de nuestras caras. Dahyun fue la primera en estallar a risas ruidosas, y luego nos unimos a ella.

Tan sólo se podía escuchar nuestras risas en toda la cafetería; la gente dejó de mirar a la pandilla para prestar atención a nosotras. Cuando nos dimos cuenta de ello, pudimos fijarnos en que hasta las chicas se quedaron mirándonos.
Mi madre llegó con nuestros pedidos para silenciarnos.
—Shh, no arméis escándalo... La señorita Park es la hija del dueño de la cafetería... —nos susurró para luego irse a atender a las chicas.
—Nuestra mesa de siempre —habló la chica más baja.
—Claro que sí, señorita Park, siganme —decía mi madre, guiándolas a la mesa de detrás nuestra. Tomó orden de sus pedidos y se marchó a la cocina para prepararlos.

Las chicas cuchicheaban entre ellas, reían y entre nosotras nos reíamos por sus risas. Eran contagiosas, y cuando reíamos las chicas paraban y nosotras reíamos más. Miré al frente donde se situaba la mesa de la otra pandilla, ya que yo estaba de espaldas a la entrada. Una chica de pelo caoba rojizo fijaba su mirada en mí. ¿La hija del dueño de la cafetería? Interesante. No era fea, más bien, tenía una dulce sonrisa; hay cosas que admitir, y yo soy honesta.
Pude ver como la japonesa, Sana, miraba con dulzura a Dahyun. Algo que me provocó diabetes pero realmente hacían buena pareja, aunque no lo fuesen. Y a Dahyun se la veía más tímida, algo extraño porque ella suele ser muy extrovertida. Quizás la presencia de Sana la haga querer comportarse más «normal». Pero la normalidad es un término muy subjetivo, y seguro que Sana es igual de extrovertida en realidad.
No podría pedir una pandilla mejor, ellas son la mejor compañía.

***

Cuando terminamos de comer, nos fuimos a mi casa, donde dejé las compras en mi habitación y las de Momo en la entrada. Mi hermana no estaba ya que también se marchó con sus amigas.
Nos sentamos sobre unos cojines en el suelo del salón y comenzamos a conversar sobre un poco de todo.
—Y bien, ¿cuándo vas a hablar con la tal Sana? —pregunté a Dahyun con una sonrisa inocente. Y cuando la nombré sus mejillas enrojecieron. Wow, sí que le gusta.
—Yo... Ehh, ¿nunca? —rió algo nerviosa.— Me da vergüenza...
—¿Vergüenza? ¿Dahyun? ¿Eres tú? —preguntó asombrada Momo haciendo ademanes por su cara. Todas reímos. Dahyun no era de tener vergüenza al hablarle a las personas, eso sí, con respeto siempre. Y pocas veces era tímida, sólo cuando una persona le atraía, y al parecer Sana le atrae mucho.
—¿Y tú Momo? ¿Tienes a alguien, cierto? —reprochó Dahyun con tono burlón. Ahora la que estaba enrojecida era Momo, yo la miré sorprendida porque a penas sabía algo de su vida amorosa. Aunque ella fuese «crush» de muchas personas, en su vida nunca tuvo pareja, y parecía que era asexual porque nunca hablaba sobre sus «amoríos».
—¡Hey! ¡Sabéis que yo nunca tengo nada! Estoy muy bien sola... —esbozó una sonrisa, pero sus mejillas traicioneras la delataron. Dahyun y yo nos miramos de manera cómplice; Claro que había alguien y, Dahyun y yo lograríamos averiguar quien es el o la afortunada de estar al lado de la «Dance Machine» Momo.

Pasaban las horas y seguíamos riendo y hablando sobre todo.
Con ellas las horas pasaban volando, ni nos dimos cuenta que había anochecido. Y nos tuvimos que despedir. Momo recogió sus compras y Dahyun la acompañó a su casa.

Yo cené junto a mi familia y luego me fui a la cama. Me coloqué el pijama, y jugué varias partidas a los videojuegos del móvil, para luego dormir.

『gιrl crυѕн』   {ʝɛѳɳgyɛѳɳ, ʝiɦyѳ, ɳɑyɛѳɳ} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora