El cargamento II

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-¡Hey Lumardo!, ¿Alguna vez te has acostado con una vieja del doble de tu edad? -preguntó un soldado tratando de contener la risa.

-¿Pero qué demonios te pasa Edfaicur? -respondió el conductor del vehículo con visible disgusto y contrariedad, mientras mantenía su mirada en el camión de al frente- ¿Por qué me haces semejante pregunta?

El copiloto se reía a carcajadas sin poder detenerse.

-Es que cuando estábamos repartiendo medicamentos en la ciudad de Uber-Ken -Edfaicur apenas podía hablar sin reírse- una vieja vecina mía se me acercó preguntándome por ti. Me dijo que eras muy simpático y que quería conocerte.

-¿La vieja horrenda de cara plana? -Preguntó Ugualdo (el copiloto), mientras se reía a carcajadas.

-Sí, esa misma -confirmó Edfaicur entre risas.

-Por favor ya dejen de hablar estupideces ustedes dos y concéntrense en esta misión que es seria -exclamó Lumardo con gran molestia.

Durante largo y tendido rato Ugualdo y Edfaicur se dedicaron a burlarse de su compañero. Hasta que la sonrisa de Edfaicur se borró por completo al observar algo inquietante en el radar. "¿Pero que es esa cosa?"

                                                                                     ***

-Muchachos, he leído que en la ciudad a la que nos dirigimos existen abundantes fuentes de aguas termales. Incluso conseguí un hotel con amplios baños mixtos. -Explicaba con emoción un joven soldado a sus compañeros mientras revisaba la información de la ciudad- Debemos ir, de seguro encontraremos unas bellas chicas para desestresarnos.

-Yakoe, si te refieres al hotel central de la ciudad -interrumpió sin muchos ánimos otro de los soldados- lamento informarte que está cerrado debido a la epidemia.

-¿Por qué nos cortas la ilusión Latiliko? -preguntó Yakoe con un gesto de desilusión.

-Ciertamente este desastre nos ha perjudicado en todos los sentidos. -Habló el conductor del vehículo, mientras fijaba su mirada en la vía que tenía al frente- afortunadamente todos en mi familia se colocaron la vacuna a tiempo, no puedo decir lo mismo de mis vecinos.

-Bien por ti, Galuner -comentó Latiliko sin muchos ánimos- en mi familia dos primos y un tío murieron por su culpa.

Ambos compañeros lamentaron su pérdida e intentaron levantarle el ánimo bromeando abiertamente con él. Al punto de que momentáneamente dejaron de prestar atención a las vías. "¡Deberían dejar de bromear y concentrarse más en el camino!" Exclamó Latiliko. Segundos después gritó a todo pulmón "¿Qué demonios es eso?"

                                                                                     ***

La visibilidad era casi nula, el paisaje monótono y vacío continuaba por un tiempo indefinible. Aunque, ocasionalmente podían divisarse a los lados del camino toscas figuras de ciudades devastadas por el tiempo y los elementos. Durante largas horas no hubo sobresalto alguno. Aquel viaje lleno de peligros, ahora parecía una molesta y aburrida monotonía, acrecentada por el pésimo clima. Una inesperada señal del radar rompió la calma. En la pantalla se dibujaba una figura enorme del ancho de la carretera y de decenas de metros de largo. El conductor supo inmediatamente lo que era y desesperadamente trató de comunicarse por radio con los otros dos vehículos para que se detuviesen. Entonces, delante de la bruma apareció un ente monstruoso que atravesó toda la vía. El vehículo delante de ellos no pudo reaccionar a tiempo y se estrelló contra aquella enorme masa alargada. Seguidamente el camión hizo lo propio, saliéndose del camino.

Continuara...

La bestia del norteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora