Visita inesperada

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Autor: Helindir.

Transcurrieron un par de días luego del informe de Dumbledore y la intriga reinaba en los pasillos

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Transcurrieron un par de días luego del informe de Dumbledore y la intriga reinaba en los pasillos. Era un tema frecuente en las clases, y un motivo para que varios profesores bajaran puntos a las casas.

La información certera era que alguien venía. Alguien de un puesto alto. Pero no se sabía cuando. Hecho que dejaba más confundidos a todos.

Pero las cosas sucedieron muy deprisa un día.

Hacía un par de semanas que no habían tenido un ataque de Voldemort y todos sabían que era inminente la mala noticia. Pero no una de ese nivel.

La calma de uno de los patios internos se vio interrumpida cuando una inmensa sobra sobrevoló rápidamente a los estudiantes. Un alumno encargado reaccionó rápido y conjuro la alarma. Una campana gigantesca, dispuesta dentro del castillo, replicó; alertando a todos del ataque.

Los alumnos más jóvenes se ocultaron dentro. Mientras que profesores y alumnos especiales tomaban sus puestos.

Pero nadie estaba preparado para eso.

-Galrog!- gritó un alumno cuya especialidad eran los dragones.

Era prácticamente uno de los ataques más fuertes recibidos. Un Galrog. Un dragón de inframundo. Una criatura creada con pura magia negra, fuego y odio. Las técnicas comunes no le harían nada, y las técnicas avanzadas no serían eficientes.

Alastor conjuró un hechizo de gran potencia que impactó en una de las pasadas del Galrog. Resultado: un rugido poco prometedor, y un dragón de inframundo que bajaba lentamente, llenando de un humo negro todo a su alrededor.

Las características principales del monstruo eran visibles: el humo que salía por cada poro de su cuerpo, el color negro con llamas saliendo de las articulaciones, los temibles cuernos, el calor insoportable que generaba y sus siete metros de altura... Era imposible un ataque de poca distancia. Se estaba volviendo imposible el ver exactamente donde estaba, y tanto Remus como Severus comenzaban a sudar por el calor, y la preocupación.

Ninguno tenía la habilidad ni las armas para detener eso, y el cómo salvar al castillo entero de esa amenaza, comenzaba a preocupar a todos.

Pero recibieron una ayuda inesperada.

Un dragón zafiro enfrenta directamente al Galrog. Moviendo sus alas con fuerza, despejaba el humo y su conocida capacidad de emitir frío, se volvía evidente.

Filius apuntó su varita contra el nuevo dragón pero Hagrid le indicó que la bajara. Desde donde estaba, el guardabosque exclamó:

- ¡No ataquen al azul!

Como si el dragón entendiera, el zafiro rugió agudamente...

Casi de inmediato, otro zafiro, notablemente más grande, quizás tanto como el Galrog, bajó rápidamente y enfrentó al enemigo, rugiendo con fuerza.

El humo del dragón oscuro disminuyó, y este se mostró diferente...curioso...

El zafiro que había llegado primero, dejó de mover las alas y de emitir frío, solo quedó de pie, en claras señas de que, de ser necesario, volvería a atacar.

El zafiro más grande también relajó su compostura y su color comenzó a cambiar, al igual que su tamaño y forma.

En pocos segundos, la criatura de unos seis metros se había transformado en una figura humana encapuchada que se acercaba con paso seguro a una de las criaturas más temibles.

Algo impensado. Acercarse así era un suicidio. Los Galrogs tenían la costumbre de expeler fuego, y con más razón si el enemigo era de poca estatura. Costumbre que casi siempre finaliza cuando el dragón comía directamente el cuerpo calcinado de su enemigo.

Pero los segundos pasaban, y el dragón no parecía tener intenciones de atacar.

El silencio fue cortado por una voz.

Una voz extraña que parecía provenir de todos lados, imposible de distinguir si era de hombre o de mujer, y en un dialecto extraño.

-Élfico...- Susurró Minerva entre los alumnos- Élfico antiguo...hace años que no lo oía.

El Galrog parecía responder a través de cortos rugidos. Pronto emitió un rugido largo y lastimero, al mismo tiempo que una marca roja aparecía en la frente.

La misteriosa persona extendió su brazo derecho, al momento de que el dragón bajaba la cabeza. El trayecto de ambos finalizó cuando su mano se posó sobre la marca y tras lo que parecía un conjuro élfico, se separaron y la marca desapareció.

La persona bajo su brazo pero un brillo dorado en el mismo, distrajo la mirada de Severus.

Sintió una presión en el pecho y un súbito calor interno. Miles de imágenes se agolparon en su cabeza al mismo tiempo de que su corazón latía sin control.

En el medio del tumulto de alumnos asustados, que se había generado, se encontraba un Snape emocionado internamente.

En el patio interno, un temible Galrog rugió cantarina mente, en señal de agradecimiento. Absorbió todo el humo que había emitido y rápidamente voló.

Allá, en lo alto, creó un círculo perfecto mientras volaba y rugía; tomó una dirección fija se perdió entre las nubes.


La Guardia Imperial | SSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora