Capítulo 21

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Farkle agitaba la perilla incesantemente, con la esperanza de que esta estuviese atorada o algo así. Pero no. Estaba completamente cerrada con llave por fuera.

Pero él, astuto, trató de asomarse a la ventilación de la puerta con la esperanza de lograr algo.

Pero vió algo que podría ser su salvación; al conserje saliendo para cerrar la escuela.

Sacó fuerzas y comenzó a gritar con esperanza a que el conserje lo escuchase. Pero nada, el señor tenía puesto los auriculares por lo que asumió que estaba escuchando música, así que se rindió.

¿Será su oportunidad?.

—¿Qué sucedió, Farkle?.—Preguntó Maya, dejando de lado su pincel.

—Nos quedamos encerrados.

—Lo sé. Pero es cosa de romper esta puerta y salir, ¿No?.

—No. Cerraron la escuela, Maya.

—¿Qué? No, no puede ser Farkle, tal vez viste mal.

—Claro que no. Traté de gritarle al señor que estaba cerrando. Tú me oíste... Pero él no.

—¿No tienes tu teléfono o algo?

—Sí, veré si puedo hacer una llamada, por lo me...—Dijo mientras sacaba su celular del bolsillo de sus pantalones—¿Sin batería?... ¡Demonios!.

—No te alteres, yo tengo el mío. Aguarda y lo busco, creo que lo dejé en mi bolso.—Decía mientras removía las cosas de su mochila, con la esperanza de que su teléfono estuviera ahí, que es lo más obvio.— y... Riley. Le pedí que me lo guardase en la clase de Inglés. ¡Oh por Dios, que me parta un rayo!.

—Tranquila. No creo que este sea el mejor momento para decirlo.—Pidió Farkle, soltando una leve risa.—Por qué no sólo... Te relajas y continúas con tu precioso arte mientras yo busco una solución, ¿Ok?.

—Está bien.

[...]

Los minutos pasaron veloces, y con ellos vino el hambre.

Maya no pudo seguir pintando dado a que su panza gruñía con insistencia por la necesidad imperiosa de comer.

—No se me ocurre nada —dijo de pronto Farkle—. La única solución que tengo por el momento es esperar. O buscar un cargador en el salón para poder hacer una llamada.

—Olvídalo, aquí no encuentras esas cosas —avisó la chica—. El programa de arte sólo promociona eso: el arte.

Se acercó hasta su mochila, y comenzó a buscar con afán.

—¿Qué haces? —cuestionó su amigo con confusión.

—¡Bingo! —exclamó y sacó una bolsa de papitas—. La cena está servida.

El chico rió con fuerza, en parte por la ridícula voz que su amiga había usado para hablarle, y en parte porque la cena sólo era chatarra para engañar a sus estómagos.

—¿Me das papitas?

—No —respondió Maya. Luego pareció pensarlo—. Bueno, no te vayas a morir de hambre, ¿qué haré encerrada en un salón con un cadáver?

Ambos comieron las papas, y cuando terminaron, se miraron en espera de que el otro hablara primero. Ni uno tenía palabras.

—Escucha, Maya —empezó él—. La única manera de salir de acá es esperar a que sea mañana; Cory dijo que vendría a la escuela para ver unos papeles aquí, y estará buen rato en la escuela, tiempo suficiente para que nosotros armemos un escándalo y él nos rescate.

Strange Feelings © | GMW [Markle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora