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-¿Te divertiste, no?, ¿Estabas con Jellal?-.

Ella no dijo nada y él siguió:-Yo no te importo en lo más mínimo ¿cierto?; ¿Estuviste con ese hombre?..., pregunta tonta, ¿no?, hueles a él-.

Erza se avergonzó pero no dijo nada, así que Gray volteo su rostro mientras observaba la puerta:-jamás me recordarás-, aquello lo dijo como un susurro, el cual, Erza no escuchó.

Ella se agachó hasta quedar a su altura y apenada trató de tomar su mano, sin embargo, él la apartó con un manotazo:-él te ama, estarás bien, no te preocupes, pronto me iré-.

Aquellas palabras apretujaron el corazón de la pelirroja quien por alguna extraña razón sintió un dolor en su pecho a la vez que decía:-Yo...-.

-No digas nada, pronto tu vida será como antes, yo ya no me meteré más-.

La pelirroja sintió aquello como una puñalada, pero, no sabía porqué y no lo entendía, así que lo único que pudo hacer fue tomarlo de los hombros y mirarlo con una mirada cargada de rencor:-¡¿tú quién eres para decir eso?!-.

Gray le sonrió melancólicamente:-exacto-, a lo que ella le soltó y ocultando su rostro volvió a decir:-no soy nadie, no soy nadie para tí, yo...-.

Ya no pudo seguir hablando porque empezó a escupir sangre y de la nada ella se sintió temerosa, tratando de averiguar que era lo que él tenía, zarandeandolo de un lado a otro.

Entonces Gray comenzó a llorar sangre y sus cuernos se asomaron en su cabeza:-soy tan patético, no puedo ni siquiera cumplir la voluntad de mi maestra o la de mi hermano, soy un infeliz, un maldito demonio inservible, pero, ya no te preocupes, ya aceleré todo, ya no estaré más aquí causandote dolor, no te llevaré conmigo, ni te arrastraré a mi sufrimiento, eres libre Erza Scarlet, eres libre mi tarta de fresa-, trataba de sonreír pero sus lágrimas se lo impedían.

Al escuchar aquello, Erza había quedado estática, ella vagamente recordaba aquel sobrenombre pero pensó que la persona que se lo había puesto era Jellal, sin embargo, jamás lo había escuchado de sus labios, solo lo recordaba de su niñez, pues era muy poco lo que ella recordaba de aquella época, pero aún más impactantes eran aquellas palabras pues tal parecía que él ¿Se despedía?, lo miró a los ojos pero lo que observó le heló la sangre, él estaba congelándose.

Le tomó la mano, pero ésta estaba totalmente congelada, dañandola por tan baja temperatura.

Gray solo seguía de la misma forma, él mismo se había acelerado su propia muerte, ya no quería sufrir, sabía que era un cobarde, pero, no podía dañarla más, ya no, antes le había devuelto su vista pero no había podido hacer que ella pudiese llorar por aquel ojo que antes había perdido hasta que sufrió el accidente y él le devolvió aquella actividad, no obstante, el precio había sido entregarle parte de él, ahora él aceleraba su deterioro despojándose de lo que lo convertía en un demonio, su propia esencia para entregársela a ella y que así todos sus sueños se cumpliesen, tal y como un demonio que se alimenta de las almas humanas pero con una gran variación.

Poco a poco su cuerpo se iba congelando y ella entraba en pánico gritando su nombre, aquello era como música para Gray, lucía preocupada pero sabía que solo era miedo a lo desconocido, a ella no le importaba él, pero aún así, él estaba feliz.

Lo estaba perdiendo frente a sus ojos, el cielo lloraba y el aire comenzaba a ponerse pesado y helado, no sabía qué hacer y, entonces de golpe lo recordó todo, él era el niño que estuvo en sus días grises, aquel a quien solo podía ver una vez al año y después desaparecía, aquel que le regaló sus más relucientes sonrisas, aquel que le devolvió la mitad de su vista, aquel a quien creyó un ángel, aquel a quien creyó un espejismo, aquel que fue su primer amor, estaba estática, no podía moverse, aquello había regresado de golpe a su mente, no podía emitir palabra alguna y, de un momento a otro cruzó miradas con Gray quien le sonrió a la vez que él terminaba de congelarse y después desaparecía en una nube de copos de nieve, haciéndola soltar un grito desgarrador viendo cómo él desaparecía frente a sus ojos sin poder hacer nada, pues él había desaparecido sin dejar más rastro que la nieve que la acunaba cálidamente, aunque esto fuese imposible pues la nieve era fría, pero ella sentía una calidez única que jamás había sentido.

A la vez que en otro lugar Lyon lloraba y se llevaba su mano al corazón pues él sabía que Gray había muerto, destrozándolo despiadadamente, a la vez que gritaba:-¡maldito idiota!, ¡Gray!- llorando sin piedad alguna y haciendo que golpease sus manos en el suelo sin descanso, pues primero fue su maestra y ahora era su hermano, pues pesé a todo, así lo consideraba...

Sexy DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora