CAPÍTULO 10:
ESCAPATORIA—Hola, chico azul— digo apoyándome con descaro en la taquilla contigua a la suya con una sonrisa inocente. Sus ojos azules se abren sorprendidos ante mi repentina aparición, lo cual me divierte. Sin duda, yo debo de ser a la última persona a la que esperaba ahí. —Es difícil llegar hasta ti.
Se había dedicado a evitarme a toda costa desde que, por fin, nuestros caminos se habían cruzado una semana atrás. Cuando se marcho corriendo tras nuestra conversación con las sombras, vi mis deseos lejos de ahí reflejados en su acción. Aunque una duda acudió a mi cabeza. ¿Huía de nuestros monstruos...o de mi?
Tenía miedo de que volviese a disiparse de mi vida como si nada, dejando un vacío que rellenar con más preguntas inconexas. Que volviera a ser un interrogante azulado, del cual aún no se prácticamente nada. Nada de nada. Lo único que tenía claro es que era real. Tan real como la sombra de mi alma que mancha la realidad con sus garras corrompidas.
Necesitaba que no se marchara esta vez de mi vida.
Y no lo hizo.
Sentí alivio. Pero verdaderamente, el chico azul tenía un talento innato para desvanecerse, como un buen fantasma lo haría. Así que, acercarme a él sin que lo hiciera, era misión imposible.
—Oh, Cassie. —dice mientras se revuelve su mata de pelo negro. La sorpresa, tan rápido como ha aparecido, da paso a la serenidad que parece acompañarle.— Ahora me pillas en un mal momento.
Tenía la esperanza de que cuando aclarara sus ideas, dejara de evadirme. Sabía que quizás lo mejor fuera olvidarlo todo, olvidarle a él. Pensar que todo había sido un mal sueño. Pero algo más allá de mí entendiendo me empujaba hacia ello, hacia el chico azul.
Quizás podría encontrar por mi misma la respuestas que tanto busco en él, ya que parecía no tener intenciones de dármelas. Al fin y al cabo, siempre se me ha dado bien observar a la gente. Así que durante aproximadamente una semana, mientras él me evitaba, yo le observaba. Trabajaba desde las distancias. Analizaba.
Parecía ser un chico resuelto, tranquilo, con amistades y un lugar donde sentarse a la hora de comer. Nada fuera de lo común a primera vista.
La forma en la que él actuaba con los demás y los demás con él...era como si nunca se hubiese marchado del pueblo. Como si el año y medio que yo le había estado buscando, jamas hubiese existido, o solo hubiese sido un pequeño lapso de tiempo sin importancia. ¿Que le había echo irse? ¿Porque se había marchado para luego volver?
Todo lo que parecía ir descubriendo de él, desembocaba en el mismo callejón sin salida de preguntas inconexas. Y yo no hacia más que adentrarme más y más en él. Para quizás, nunca salir.
—¿Ah si? —notas de sarcasmo salpican mi voz, haciéndola parecer más aguda de lo que en principio pretendía.—De todas formas, tenemos una conversación pendiente.
—Pues tendrá que ser otro día. He quedado con unos amigos para comer.—Dice con suma tranquilidad mientras deposita sus libros en la taquilla. Mira de reojo el reloj que decora su muñeca cuyas manecillas marcan las doce y cuarto.— Probablemente como no me marche ya, se zamparán mi ración de macarrones. —Solo con oír la palabra macarrones mi estómago ruge con ímpetu.
Su tono es cálido y seguro de sí mismo, como si creyera cada una de las palabras que salen por su boca. Seguramente tengan algo de verdad en ellas, a la que se aferra para que su voz sea tan pulcra. Puede que en otra ocasión, yo callera en las redes de sus mentiras, si no supiese que son una forma más de librase de mi. Para su desgracia, aunque sea un gran mentiroso, yo no soy ninguna ingenua.
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Monstruos de Tinta
FantasyEse día, una tormenta mayor que todo este pueblo, que todos nosotros, se desató. Una grieta había aparecido entre la fina linea que separaba mundos que aún no entiendo. Los monstruos habían empezado a escapar. Y una de sus únicas vías de escape de u...