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· Sábado 2 de Septiembre de 2006

Taehyung dio vueltas en su cama, sin conciliar el sueño. Se quejó un sinfín de veces con Morfeo y bufó otras tantas, preguntándose por qué él, a su corta edad de 10 años, aún no había caído rendido tras un largo día lleno de juegos. Había escuchado a su madre decir muchas veces que tras quedarse sin energías, dormiría como un angelito, pero ahí estaba ahora, casi las 4 de la mañana y sin poder pegar ojo.

Quizás la razón por la que se encontraba tan eufórico, era porque se había enterado de que el fin de semana siguiente Jimin visitaría su casa después de mucho tiempo. Luego de que él se fuera a Busan en febrero, realmente había llegado a pensar que no volvería a verlo. Esperar la llegada del próximo sábado lo estaba poniendo más ansioso que nunca y se estaba obligando a recordar que dentro de pocas horas tenía que levantarse para visitar la casa de sus tíos.

Cerró sus ojos fuertemente, mentalizándose, contando ovejas para lograr dormirse, y volvió a abrir sus ojos con molestia cuando la oveja 149 tropezó con la cerca y cayó sobre sus compañeras, haciéndole reír de tal manera que terminó perdiendo la cuenta.

Ah, ¡ser un niño con insomnio era tan difícil! Quizás sería más fácil colocarse en la ventana y contar las estrellas, al menos ellas no le fallarían tal y como hicieron las ovejas.

Se levantó, poniéndose sus pantuflas de tigre, y caminó rápidamente hasta su ventana. A medida que estaba más cerca de esta, pudo percibir un pequeño murmullo desde el exterior y terminó caminando a hurtadillas para luego mirar cautelosamente hacia afuera. Porque, ¿quién podría estar a esa hora en las calle? Sus ojos se agrandaron con sorpresa al verificar una pequeña figura a escasos metros de su casa, apoyada contra el poste de luz de al frente.

Sus dedos se movieron de manera automática hasta el seguro de la ventana, quitándolo para abrirla. Su madre le había dicho cientos de veces antes que jamás debía de dejar esa ventana abierta durante la noche, pues aunque vivían en un sector tranquilo, no podían tentar a la suerte. Además, como los Kim habitaban en una casa de un solo piso, más precavidos debían ser. Pero ahí estaba el pequeño ahora, abalanzándose sobre el marco de su ventana para mirar pasmado al niño desconocido que conservaba la mirada baja mientras cantaba con voz dulce una desconocida canción.

Tenía una voz bonita. Taehyung sonrió embobado mientras le escuchaba con atención. Si aquel niño cantara para él, seguramente gozaría de un sueño precioso. O, en otro extremo, quizás estaría tan afanado escuchándole, que ni siquiera lograría dormir por ponerle atención.

Eran las 4 de la mañana y el desconocido dejó de cantar. Y cuando alzó su cabeza, topándose con los ojos curiosos y brillantes de Taehyung, este último comprobó una cosa más: su voz no era lo único precioso en él.

Y quizás Taehyung sí estaba durmiendo. Quizás, después de todo, hace tiempo había caído en brazos de Morfeo. Porque inocentemente, con su corazón latiendo por montón, sólo pudo catalogar al chico frente a él como un ángel; Morfeo le había enviado un ángel en compensación por su insomnio. Y el ángel le miró, en silencio, con ojos negros como esa noche; con ojos cubiertos de diminutas lágrimas que brillaban de tal forma, que sólo se podrían comparar a las estrellas.

―¿Por qué estás llorando? ―Preguntó Taehyung.

Y era un poco extraño, pensó. Porque tenía decenas de preguntas más que hubiera preferido hacer. Quería saber su nombre, su edad, por qué estaba en la calle a esas horas, cómo era posible que sus padres le dejaran salir de noche siendo que a él le tiraban las orejas para obligarlo a entrar a casa apenas comenzaba a oscurecer. Pero no, ahí estaba, preguntándole la razón de sus lágrimas, porque no comprendía por qué alguien que no parecía estar triste, estaba llorando.

Niño de la luna [KTH+JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora