19) Amor

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·PoV de Diana·

 —¿Esto está bien?— Akko preguntó encima mía, su rostro lleno de duda y preocupación. Verla de ese modo me causaba una ternura inexplicable, por lo que simplemente sonreí, puse mis manos en sus suaves mejillas y la atraje a mí una vez más.

Cuando sus labios tocaron los míos otra vez me sentí más viva que nunca. Era casi hipnotizante, hechizante, maravillante.  Sus labios eran tan suaves y se movían con tal cuidado y delicadeza que mi corazón se derretía cada vez más y más, y el hecho de tener sus manos en mis caderas no hacía más que acelerar el proceso.

No podía recordar cómo o por qué habíamos acabado en esa situación, Akko besándome encima mía y yo correspondiendo a sus besos como si mi vida dependiera de ello, en la cama de mi habitación durante un día libre que originalmente iba a dedicar al estudio. No lo podía recordar y tampoco me importaba no recordarlo, porque estaba demasiado ocupada disfrutando del momento como para pensar en nimiedades. 

 —Por supuesto que está bien, Akko... Quiero esto. Y me atrevo a decir que lo quiero tanto como tú.— Susurré cuando nos separamos, quedándonos a meros centímetros la una de la otra. No estaba mintiendo, puesto que quería lo que iba a pasar, lo deseaba. Quería compartir un momento tan especial únicamente con ella, y no me importaba lo que los demás dijeran. Había pasado dos semanas recuperándome y reuniendo el valor para expandir mi relación con Akko más allá de las puertas cerradas al resto del mundo, sin importar lo que nos dijeran ya que estaba orgullosa de ella.

—Si te hago daño dímelo.— Akko murmuró antes de besarme nuevamente, empujándome con delicadeza contra la colcha. Mis manos se colocaron alrededor de su cuello, y unos segundos más tarde ya estábamos incrementando la intensidad del beso.  Giré mi cabeza un poco a la derecha y abrí mi boca un poco cuando sentí su lengua pasar por mi labio inferior lentamente, de forma casi sensual, y ella no dudo ni un solo segundo en aceptar mi invitación y meter su lengua en mi boca.

Poco después, su lengua se encontró con la mía, y en ese momento juré que no había nada más mágico, ni siquiera la misma magia, que la sensación de su lengua con la mía, entrelazándose en un lento baile. Mientras eso pasaba, sus manos ya no estaban sobre mis caderas firmes, sin moverse, no. Akko estaba moviendo sus manos hacia arriba, la yema de sus dedos acariciando mi piel por debajo de mi camisa. A decir verdad, la camisa incordiaba un poco. Y de la nada, como si Akko hubiera leído mis pensamientos, procedió a desabrocharla sin prisa alguna, quitándomela, con mi ayuda, en cuanto el último botón no estaba abrochado. 

Fue en ese momento cuando su boca se separó de la mía y Akko empezó a besar su camino hacia abajo desde la comisura derecha de mis labios hasta centímetros encima de mi sostén. Sinceramente, creía que lo iba a quitar al ver que era un obstáculo en su camino, pero en vez de eso lamió la piel que había besado previamente, y unos segundos más tarde sentí sus dientes en mi piel, mordiendo, tirando con suavidad ligeramente, succionando. 

—El rojo te queda bien...— Akko murmuró mientras me quitaba el sostén de manera experta, lanzándolo a la otra punta de la habitación cuando ya me lo había quitado. —Oh Diana... Eres tan preciosa.— Dijo sonrojada, mirándome directamente a los ojos, antes de llevarse uno de mis pezones a su boca. Cerré mis ojos en el mismo momento en el que noté su lengua pasar por la sensible piel, y gemí cuando sus dientes volvieron a atacar mi piel. 

—Dios...— Jadeé cuando sentí una de las manos de Akko en mi otro pecho, jugando con el pezón con su pulgar e índice. Me mordí el labio inferior, y pese a tener los ojos cerrados, los rodé hacia arriba. —A-Akko, Hannah y Bárbara volverán pronto...— Dije cuando recordé que mis compañeras de habitación se habían ido a visitar una tienda nueva diciendo que no tardarían mucho. 

 —Entonces será mejor que dejemos esto para otra ocasión... Cuando estemos solas y no haya nadie que nos pueda interrumpir...— Akko dijo cuando se separó de mi pecho, no sin antes lamer mi pezón una última vez. Al abrir mis ojos vi que estaba mirándome con adoración, su cara tan roja como sus preciosos ojos. Traté de respirar pero el resultado fue más bien un jadeo, y ella sonrió.

—Such a tease... (Vaya provocadora)— Susurré cuando se levantó para recoger la ropa que había lanzado en su ataque de lujuria. Me senté en la cama mientras esperaba a Akko, y me quedé mirándola durante un rato. —Sigo diciendo que me encanta tu corte de pelo...— Le recordé en el mismo instante en el que se sentó en mi cama con mi camisa y sujetador en sus manos, los cuales me puse con algo de prisa por si llegaban mis compañeras.        

 —Tampoco es para tanto...— Dijo entre risas, pasando una mano por su pelo, el cual le llegaba ahora por los hombros. Y así, en un abrir y cerrar de ojos Akko había pasado de ser una atrevida a ser tímida. Suspiré y la agarré por la cadera, tumbándola junto a mí, mirándola a los ojos en todo momento.

—Akko...— Murmuré mientras pasaba mis manos por su pelo, mi pecho aplastado por una repentina sensación de tristeza. Desde que había salido de la mansión dos semanas atrás, había empezado a ser incapaz de disfrutar un buen momento durante un prolongado rato, y eso me comía por dentro.    

 —¿Sí?— Preguntó a la vez que posaba una de sus manos en mi mejilla derecha, sus ojos rojos brillando por la adoración, amor y cariño que había tras de ellos.

—Te quiero.— Murmuré antes de poner mi cabeza bajo su barbilla y acercarme más a su cuerpo. Dolía el no poder disfrutar más de dos minutos un buen momento con mi novia, dolí más de lo que me podía imaginar, pero con el tiempo se pasaría. Todas las heridas se curan con el paso del tiempo al fin y al cabo. O al menos eso se supone.


Perdón por la inactividad de esta historia, pero muchas veces no tengo motivación ni energía para continuarla... Pero aquí hay un nuevo capítulo lleno de emociones distintas, al menos para mí. :)         Lo siento si no es de vuestro agrado o no es tan bueno como os esperabais.

Confía en mí (Diakko)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora