23) El rencor es veneno

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Todas las brujas observaban el vial con distintas expresiones en su rostro, las cuales iban desde sorpresa y admiración hasta duda y resquemor. Eran conscientes de que Diana quería ayudar a Andrew pese a lo que había ocurrido, algunas la apoyaban mientras otras cuestionaban su sanidad, pero ninguna se atrevía a intentar detenerla. 

-No puedo guardarle rencor por algo que no es completamente su culpa. ¿Odiaríais a un discapacitado por no poder hacer algo que su condición impide?- Diana había argumentado siendo bien consciente de que en verdad todo se debía a aquella dichosa poción.

Andrew y ella habían tenido sus pleitos, como cualquier niño pequeño y adolescente cualquiera, la mayor parte de ellos porque Andrew estaba bajo la influencia de sus padres, pero Diana sabía que no le odiaba. Era alguien que dadas las circunstancias en las que se encontraba había sido moldeado y manipulado por factores externos, no porque él quisiera. 

"Por favor, le he visto saliendo con chicas y era caballeroso... De no ser por esa poción, Akko y él habrían podido estar en una relación perfectamente normal." Diana una vez reflexionó mientras pensaba en todo lo sucedido en su escritorio al buscar una cura para la poción de Sucy.

-Ahora lo que nos falta es encontrarle y suministrarle la cura, ¿no? Decirlo es más fácil que hacerlo...- Croix murmuró, diciendo lo que estaban pensando las demás. 

Diana asintió, pero hizo una mueca cuando sus ojos se posaron en Croix. 

-Me temo que va a haber más complicaciones de la que tienes en mente, Miss Meridies. Ayer por la noche me encontré con Finnelan, y no creo que sea una coincidencia teniendo en cuenta todo lo ocurrido con anterioridad. 

Croix rápidamente se giró para mirar a Chariot, quien estaba enrojeciendo de pura ira. Con ligera timidez, puso su mano izquierda sobre la derecha de la francesa y acarició su piel para intentar calmarla. 

Chariot gruñó mientras cerraba sus ojos y sacudía su cabeza como para aclarar sus ideas. Poco después, volvió a mirar a Croix, aunque con una expresión que albergaba más tristeza y preocupación que nada.

-No permitiré que te pase nada, lo juro.

Akko sonrió al ver eso, y giró su cabeza para mirar a Diana, quien pronto la miró también. Con cuidado, Akko agarró la mano derecha de Diana y entrelazó sus dedos, de manera en la que en sumo silencio, estaba haciendo esa misma promesa a su novia.

-Pase lo que pase, te protegeré. 

Confía en mí (Diakko)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora