Por algún motivo u otro, mis piernas temblaban más y más a cada paso que daba. No, mis piernas no eran la única parte de mi cuerpo que temblaba... Todo mi ser lo hacía. Tal vez por el frío que me rodeaba y abrazada sin mi permiso, tal vez por el miedo que invadía mi cuerpo al no saber dónde me encontraba, o simplemente porque delante mía estaba Andrew Hanbridge, desprovisto de toda la gloria que le solía caracterizar.
-¿Andrew?- Pregunté cautelosamente, una de mis manos moviéndose hacia mi cintura en busca de mi varita mientras decía su nombre. Por desgracia, la vaina en la que guardaba mi varita no estaba, por lo que simplemente apreté los puños y alcé mi cabeza.
-Tú me has hecho esto.- Dijo, su voz siendo más un gruñido que un sonido humano. Fruncí el ceño, pero di un paso hacia delante. Tenía que saber más, averiguar, descubrir y entender... En el fondo de mi corazón quería perdonarle, perdonar todo, hacer borrón y cuenta nueva, pero para ello necesitaba un motivo al que aferrarme.
Subí mis manos y las abrí para demostrar que estaba ahí en son de paz... Ahí, en donde fuera que estuviéramos. -¿A qué te refieres? Necesito que hables, Andrew... Si conversamos, a lo mejor podemos encontrar una solución a lo que sea que esté sucediendo. Por favor, háblame.-
El chico pasó sus manos por su castaño cabello y le dio un pisotón al suelo, cosa que hizo que yo diera un salto puesto que me había asustado. -Yo no soy así, yo no soy este monstruo... Es tu culpa, la tuya y la de tus amigas. Mi padre tenía razón, la magia no sirve para nada bueno.-
Sacudí mi cabeza al escuchar sus palabras, suspirando mientras mentalmente buscaba una respuesta apropiada que no fuera a enfurecerle.
Con cuidado y lentamente, me acerqué a él. -Sé que no eres así... Pero no es nuestra culpa. Simplemente cogiste la poción errónea puesto que Sucy tenía prisa ya que llegaba tarde a una detención.- Expliqué al recordar lo que Sucy nos había contado tanto tiempo atrás. La poción errónea, una que hizo que Andrew se sumiera en una furia incontrolable, una poción la cual no conocía hechizo o pócima capaz de contra-arrestar sus efectos... Una pócima que dejaría secuelas permanentes.
"Sucy, ¿quién demonios te manda trastear con las setas y pociones tanto? Si vas a experimentar, al menos guarda y marca bien los resultados que obtengas."
-Ayúdame, por favor...- Andrew suplicó, cayéndose de rodillas al suelo a la vez que se aferraba con fuerza a su propio cuerpo. -No tengo el control de mis acciones, no soy el dueño de mi propio raciocinio... Si esto sigue así sólo haré más y más daño y no quiero. Necesito ayuda, necesito que alguien me ayude a poner fin a este delirio.-
Sorprendida, me arrodillé junto a él y puse una mano sobre su hombro.
Su reacción me pilló por sorpresa: giró su cabeza y me miró con lágrimas en sus ojos, las cuales se derramaban y corrían libres por sus mejillas cuales ríos en libertad.
-Por favor, ayúdame...-
En ese momento, fui capaz de ver al verdadero Andrew Hanbridge. No al vizconde ni rico burgués, sino al triste y solitario muchacho que siempre vivía con una máscara de superioridad cubriendo su verdadera, sensible naturaleza.
-Sé que no me merezco redención, no después de todo lo que he hecho... Pero te lo suplico... Párame antes de que todo vaya a peor y cometa un error irredimible.- Andrew murmuró, su voz rasposa y débil llegándome justo al corazón.
Me limité a sonreír de la manera más empática posible y a asentir.
Abrí mi boca para decir algo, para apaciguarle y asegurarle de que todo iba a estar bien, pero todo se empezó a distorsionar. Los colores se mezclaban unos con otros, y el frío ya no recorría mi piel.
Mis ojos se abrieron abruptamente, un gemido a modo de queja escapó mis labios, y rápidamente volví a cerrar mis ojos, molestos por la súbita cantidad de luz que había en la habitación. Como pude, me puse en posición fetal, cubriéndome más con las mantas y acariciando la almohada con una de mis mejillas.
De la nada, sentí un peso cayendo encima mía, lo que me llevó a resoplar. A regañadientes salí de mi escondite para encontrar a Akko mirándome con curiosidad y entretenimiento y sus labios curvados en una sonrisa.
-Hasta que te despiertas, luego soy yo la que duerme profundamente...- Akko dijo con su voz risueña, un par de risitas escapando sus labios al final de sus palabras.
-Yo... ¿Perdón?- Dije sin saber qué debía decir con exactitud en esa situación. Akko sacudió su cabeza y se acercó más a mí, nuestras narices chocando con suavidad la una con la otra cuando Akko se detuvo.
-No te disculpes, boba. En todo caso debería disculparme yo por intentar despertarte ya que debes descansar, pero tienes que tomar tus medicinas. De lo contrario...- Akko fingió un escalofrío. —Croix-sensei me regañará por no haber seguido a rajatabla el horario de medicinas...-
Me reí suavemente y me incliné para darle un beso en la mejilla.
-Tú eres la única medicina que necesito.- Akko rió y me abrazó, echándonos hacia atrás y cayendo a la cama en el proceso.
Mientras me abrazaba, mi mente empezó a divagar sobre el sueño que había tenido, lo que hizo que me preguntara si tenía algún significado en especial, un sueño premonitorio a lo mejor, o simplemente era un delirio de mi exhausta mente.
"Acaso... ¿Puedo hacer algo para ayudarle?"
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Confía en mí (Diakko)
Fanfiction"No quiero hacerte daño..." "¡¿Por qué sigues diciendo ese tipo de cosas?! Cuando estoy contigo me siento mejor que nunca..." "Yo... Lo siento, pero es muy complicado y creo que no lo entenderías." "No sabrás si lo entenderé o no hasta que me lo dig...