Eren...

1.8K 172 103
                                    

Como el digno macho hombre que era, aparto lo más suave que pudo al muchacho de él.

–Suéltame hijo de puta que no soy tu puto oso Tedy– suavemente como dijo antes lo boto al suelo mientras lo aplastaba con su limpia bota en el pecho, tenía suerte de que sus padres tuviesen su apoyo, porque osino hace mucho por su atrevimiento estaría rodando por las escaleras.

– ¿Rivaille?– la mirada verdosa lo observaba un poco adolorido y confundido, era tan trasparente y por alguna razón eso lo molesto.

¿Levi? ¿Rivaille? ¿Que fue ese golpe? Contéstame si no quieres que mande a tu padre a tu departamento– el celular seguía sonando o mejor dicho su madre seguía gritando a través de este.

–Madre, el mocoso acaba de llegar, le acabo de dar su… bienvenida– susurro mirando a los grandes ojos esmeralda.

Una sonrisa un poco confundida se posó en los labios del otro, lo vio ponerse de pie y volvió a enojarse, que mierda comía la gente para crecer tanto. ¿Qué le falto a él para llegar a medir eso?

Nada. Sus padres nunca le habían hecho faltar nada a pesar de la pobreza en la que vivieron cuando era pequeño, su problema no era por falta de proteínas o calcio, su puto problema era genético, sus dos padres eran casi de la misma estatura su madre era unos 5 centímetros más pequeña que su padre y el. Y aun sabiéndolo ver a hombres más altos que él lo fastidiaba.

Bufo caminando hacia living mientras conversaba con su madre, sin poderlo evitar miro al muchacho de pies a cabeza. Seguía teniendo los mismos ojos verde esmeralda que recordaba, brillantes e inocentes. Su cabello castaño se ondulaba en las puntas que le caía un poco largo sobre los hombros. Era de hombros anchos, piel bronceada y no muy musculoso.

Tuvo la intención de ignorarlo, pero aun así por el rabillo del ojo lo vio levantar el bolso que momentos antes había dejado caer y junto con otra maleta entraba en el departamento. La mirada del muchacho recorría toda la habitación, sus ojos eran dos pozos brillantes como los de un niño que recibe su primer juguete. Realmente el mocoso parecía un niño de 5 años, ¡incluso! parecía más un perro que un muchacho universitario de 18 años.

– ¿Rivaille? ¿Me estas escuchando?– volvió la mirada al frente cuando la curiosa mirada del castaño se posó sobre él.

–Si–

–Bueno como te decía trata al muchacho bien, no quiero ser molesta ni nada pero realmente pienso que Eren será una gran compañía– suspiro rendido, no iba a contradecir a su madre ya no quería más problemas por hoy, el trabajo, el hospital, los exámenes y la llegada inoportuna del mocoso ya era suficiente.

–Está bien– se rasco suavemente la nuca y volvió a mirar al muchacho. Este había cerrado la puerta y se encontraba mirando la única foto familiar que había en el departamento, una suave sonrisa estaba plasmada en su rostro, inconscientemente quiso sonreír.

–Espero que se vuelvan amigos en el futuro–

Si hubiese sabido que el inocente muchacho de ojos verdes y gran cuerpo iba a ser su perdición, lo hubiese echado sin miramientos del departamento... si solo lo hubiese sabido...

O (≧∇≦)O

Había que admitir que el mocoso era de utilidad, un poco torpe en el comienzo pero nada que el tiempo no arreglara.

Eren –nombre que había recordado– llevaba una semana viviendo en su departamento, el muchacho era ordenado y tranquilo, aunque un poco flojo y perezoso pero eso no era nada que una buena mirada no pudiese arreglar.

El todos los días revisaba la casa y las habitaciones para ver si seguían ordenas y limpias como antes, que el mocoso viviera ahí no significaba nada, era su casa si él no la ensuciaba nadie más lo aria.

¿¡Como que no!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora