Resolución

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Un mes, en dos días cumpliría un mes de embarazo. A pesar de todos los cambios que estaba sintiendo aun no lo creía, constantemente tocaba su vientre intentando comprender como es que ese pequeño ser crecía dentro de él.

Ahora mismo dentro del baño volvía a tocar el lugar donde crecía su bebe, era difícil creer que estuviese allí, además todavía no se notaba, no había ninguna dureza, ni redondez, nada. Bueno, solo iba a tener un mes, ni que la barriga le fuera a crecer de un día para otro. Sonrió cariñosamente mientras acariciaba su vientre, lo importante es que estuviese sana.

Termino de vestirse y salió del baño para ir a desayunar. En la cocina el moreno ya lo esperaba comiendo una tostada. Eren había vuelto hace un día. El incidente del beso prefirieron olvidarlo, ¿De qué servía seguir dándole vueltas si no iban a llegar a nada? Suspiro. El moreno lo miro preocupado, negando le dio a entender que no era nada, aun así el moreno no dejo de vigilarlo por si ocurría algo.

Eso lo hacía feliz y a la vez lo acongojaba. Le dolía saber que el moreno se preocupaba, pero no de él, sino del bebe.

Sentándose en su lugar procedió a comer. Su habitual café había sido rotundamente desechado. Ahora por órdenes del doctor, de Hanji y de un preocupado Eren su desayuno consistía en 3 tostadas–que cada semana parecían ir en aumento– un té que lo ayudaba a sostener todos los alimentos que ingería, un vaso de leche que aunque no le gustara, era obligado a tomar, y los siempre revueltos huevos que al moreno parecían quedarle de maravilla.

Era un gran cambio para él, pero de alguna manera parecía que su cuerpo lo aceptaba. El apetito había días que no parecía irse y otros en los que no llegaba, pero cual fuera la ocasión si no bebía su té, terminaba devolviéndolo en el baño, ya sea en su casa o en la oficina.

La oficina. Hanji había insistido en que no debía dejarlo, una porque ahora tenía a alguien que dependía de él y segundo porque tenía que seguir pagando la renta y cosas de la casa, por lo que la misma semana en que pudo levantarse para buscar a Eren había vuelvo a su trabajo. Las miradas y habladurías no se habían detenido y pareciese ser que con su regreso, solo había incrementado. Erwin no le había dicho nada, pero coda vez que se lo cruza este con la mirada le pedía disculpas. Hanji igual le había dicho que el rubio lo sentía y que estaba realmente arrepentido de todo. Palabras que seguía ignorando.

–¿Quieres que te pase a dejar a la Universidad?– pregunto calmadamente sin dejar de comer. La mirada del moreno estaba puesta en él, podía sentirlo.

–No es necesario– respondió mientras volvía a comer –Tampoco es necesario que me vallas a buscar. Hoy llegare tarde– le escocieron los ojos por las lágrimas que querían salir. El castaño busca las mil formas de estar alejado de él y a la vez no estarlo. Había días en que el moreno estaba siempre a su lado y días en que no lo deja ni siquiera respirar su aire. Era estar en el paraíso y volver al infierno en menos de un minuto. Aun así guardo silencio, no quería que el moreno escuchara su voz temblar.

Se bebió de un trago el vaso de leche, tratando que el nudo en su garganta se fuera. Poniéndose rápidamente de pie dejo los platos y cubiertos en el lavavajillas. Camino hasta el baño cerrando la puerta cuando estuvo dentro y tomando su cepillo de dientes lo unto con pasta, lavo frenéticamente sus dientes y junto con el movimiento las lágrimas finalmente cayeron. Escupió la pasta y mordiendo sus labios acallo el sollozo.

Se miró en el espejo. ¿Cuándo había llegado a ser tan patética su vida? ¿Cuando llego a serlo él? ¿Por qué siquiera estaba esperando algo del moreno? Estaba claro que este estaba tratando de apartarlo. Suspiro. Si él lo quería lejos sentimentalmente, que así fuera.

¿¡Como que no!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora