Introducción

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Christofer

Estoy sentado en silencio la limusina rumbo a casa. Romina esta sentada a mi lado, perdida en sus propios pensamientos y recuerdos. Ella al igual que yo no hemos podido recuperarnos del todo de los sucesos que pasamos estas dos últimas semanas. Más bien dicho, el infierno que sucedió estas últimas semanas. Mis padres habían desaparecido en un accidente de avión hace una semana y media y hace una semana los hallaron a ambos sin vida. Un accidente aéreo, o eso creen, han recuperado la caja negra del avión y la investigación sigue en curso, solo el tiempo dirá si fue en verdad eso o algo más.

Romina y él vuelven del sepelio de sus padres. Vuelven a una casa que desde que las autoridades se pusieron en contacto con ellos se sintió solitaria y asfixiante. Vuelven al lugar donde los recuerdos los atormentan a ambos.

—Chris, deberías tratar de descansar. Mañana tenemos la reunión en la empresa. —Me aconsejó colocando sus gafas de nuevo sobre el puente de su nariz.

—Intentaré.

—Gracias, yo también trataré de descansar. Los socios han estado queriendo ponerse en contacto contigo para ganar tu simpatía. —Dijo, molestia clara en su voz.

—Estoy preparado para enfrentar a esas viejas serpientes, es mas que seguro a querer apoderarse del puesto de mi padre en la menor oportunidad que les presente. Como si fuera a permitirles tal cosa.

—Tú eres inteligente, los mantendrás al margen. —menciona ella bastante segura de ello a lo que yo le sonreí.

—Sí, lo haré.

—La rectora de la universidad me ha llamado, me ha dado el pésame y quieren saber cuando vuelves. Dije que aún no lo sabías, pero que sería pronto.

Ese es otro tema que Christofer ha dejado en pausa en su vida, muy ocupado y desgastado como para preocuparse por la carrera que comenzó. Ahora es otro tema más del que ocuparse en una lista cada vez mayor.

—Seguiré mis estudios Romina, me haré cargo de la empresa y continuaré con este segundo semestre. —Aseguró, mientras ambos bajábamos de la limusina e íbamos a la mansión de nuestra familia.

—Lo sé, yo me haré cargo mientras tu estudias y cuando requerimos tu presencia en las juntas te llamaré como también cada día te traeré personalmente todo los informes y papeles y si no puedo traerlo yo lo enviaré con alguien de confianza.

Asentí de acuerdo con ella, no había mujer más honesta que ella por lo que estuve satisfecho con su curso de acción y entramos juntos por la entrada principal. La casa se veía en penumbras, los sirvientes ya habían limpiado y ordenado todo como yo había pedido antes de ir al entierro y ahora la casa estaba sumida en un total silencio, tanto que estaba seguro que si dejaba caer un alfiler se podría oír claramente el sonido que produciría al impactar contra el suelo.

—Chris, yo e... — Levanté la mano interrumpiendo lo que sabía que estaba por decir porque en estos momentos no lo necesitaba.

—Estaré bien, no te preocupes.— La anime y ella me miro aún con duda—. Si necesito de ti te llamaré sin dudarlo.

Ella suspiró sabiendo que no daría mi brazo a torcer. ¿Cómo no iba a saberlo? Si ella me conoce desde que era apenas un niño de tan solo cinco años. Se acercó a mi y me abrazó con cariño, por un momento sentí a mi escudo flaquear mientras mis ojos se empañan pero me contuve. La abracé de vuelta para que ella luego se separa de mi y saliera de la casa sin decir absolutamente nada más y dejándome completamente solo.
Sin acercarme a la puerta la cerré con un hechizo y active la protección mágica que tenía la casa. Comencé a subir las escaleras hasta llegar a mi habitación y entré en ella. Estaba tan agotado tanto físicamente como emocionalmente que caí a la cama en un rápido sueño profundo.

Soy Tu Reflejo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora