Sam

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No podía dejar de pensar en Bella, su hermoso rostro, su risa, su sonrisa, no comprendía como es que había podido enamorarme de ella.
No podía ir a mi casa en este estado, asi que comenzé a caminar lentamente, miré el reloj negro que tenía en la muñeca, este marcaba las 4:51,había pasado muchísimo tiempo sentado, lamentándome.
Caminé un par de horas perdido en mis pensamientos, no tenía hambre, ni sueño, no sentía nada en absoluto.
Pasé por en frente de un bar, estaba abierto pero no quería beber, solo quería desahogarme con alguien.
Pero no tenía a nadie en mi vida, no tenía amigos, nadie cercano a mí a quien le pudiese contar algo, o como me sentía. Cada vez me resultaba más dificil seguir con mi vida, no podía seguir fingiendo que todo estaba bien, y menos podía enamorarme...
<<¿que hice yo para merecer esto ?
¿Porqué no tengo a nadie en mi vida ?>>
Simplemente sentía la necesidad de cortarme y acabar con todo mi sufrimiento, es decir, no creo que podría acabar con mi vida tan facilmente, pero si un auto pasara por la calle, y yo estubiera cruzando, dudo que me corriera.
Continúe caminando por la vacía calle, pasé al lado de otro bar y finalmente decidí entrar. Jamás me gustó el alcohol, me trae recuerdos de mi padre, él era un hombre adicto al alcohol, llegaba siempre en mitad de la noche borracho y siempre le gritaba a mi madre. Cuando cumplí 7 años mi padre desapareció de mi vida, no supe nada más de él, estaba seguro que había conocido a alguien y se había mudado a otro país, porque jamás envió una carta de cumpleaños, ni un mensaje, nada.
Cuando entré, el olor a alcohol me dió ganas de vomitar, pero intenté contenerme, el bar estaba casi vacío, a excepción de un hombre que parecía borracho y la mujer detrás de la barra, me acerqué lentamente, mis piernas amenazaban con vencerse en cada paso que daba.
Lo único que hice fue sentarme en una mesa lo más alejada posible del hombre borracho, al lado de una ventana. Las luces de la ciudad parecían estrellas y los edificios parecían no tener fin.
Me sentía vacío, enfermo, sin fuerza, estaba seguro que jamás superaría su risa, no la podría volver a verla sonreir, no podría volver a escuchar su voz sin sentir este vacío, solo quería desaparecer, ser invisible por unas horas, por unos días, o para siempre...
La camarera se acercó con elegancia a la mesa en la que estaba sentado y depósito una taza de latte, sobre esta. Miré detenidamente la pequeña taza y tenía una gota de agua dibujada sobre la espuma.
-te veía medio triste, la casa invita...-agregó notando mi expresión confundida.
-gracias...-respondí deseando que mi voz no hubiera sonado tan quebrada.
Comenzé a beber lentamente el latte, estaba delicioso, desde que mi padre había desaparecido de mi vida mi madre había vendido la cafetería que tenía, y desde ese momento jamás había vuelto a tomar un latte hasta este momento.
Cuando el hombre borracho salió del bar me di cuenta de que estaba a punto de amanecer. Miré el reloj viejo en la pared y este marcaba las 5:21, se supone que tendría que estar en mi casa, desayunando y a punto de salir a caminar, pero en cambio estaba aquí, sufriendo, a punto de llorar y deseando desaparecer.
Debía volver a mi casa o mi madre creeria que me he tirado de un puente.
Vagué lentamente por las calles hasta que llegué a mi casa, subí las pocas escaleras y abrí la puerta, mi madre estaba sentada en la mesa desayunando.
-en donde estabas? no te oí llegar anoche -preguntó preocupada
-fuí a caminar esta mañana, y anoche entré con cuidado, no quería despertarte -contesté subiendo las escaleras.
Entré en mi habitación, y comenzé a dibujar lo que había ocurrido la noche anterior, mi cabeza no paraba de repetir continuamente ese momento, mis ojos amenazaban con cerrarse, pero intenté evitarlo, sin mucho éxito.
Contemplé detenidamente los dibujos pegados en la pared, eran alrededor de veite.<< uno más hermoso que otro>>hubiera pensado hace unos días, pero ahora lo único que veía en esos dibujos era la soledad en la que me encontraba. Jamás tube amigos, nadie lograba entenderme, nadie nunca se enamoró de mí, estaba solo, desde que nací lo estube. Mi hermano mayor, Jules siempre fue el centro de atención de mi pequeña família. Miré la hora, eran las 6:00 pm y no podía dormir, mi mente no paraba de pensar en formas de acabar con mi dolor, pero la única manera que encontraba para solucionar era desaparecer...
Pasé mis manos por mi pelo nerviosamente, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, mi respiración se ajitaba cada vez más. Desesperado arranqué uno de los dibujos de la pared y lo partí en pequeños pedacitos, seguí así con unos tres más hasta que logré detenerme, y respiré intentando calmarme. Si quería irme debía despedirme de Bella, tenía que explicarle lo que verdaderamente sentía, tomé unas hojas y comenzé a escribir detenidamente...
Sin darme cuenta me quedé dormido apenas terminé de escribir la carta para Bella, cuando la alarma de mi celular sonó indicando que eran las 6:40 am, a las 7:30 am se suponía que tenía que bajar a desayunar, y luego tendría que ir a caminar pero no estaba de humor como para soportar a mi madre haciendo preguntas, así que simplemente fuí a la escuela para dejar la carta en el casillero de Bella. Habían terminado las clases, pero estaban organizando en la escuela un baile de verano, y a Bella, le encantaba organizar ese tipo de cosas.
Apenas entré en la escuela me puse la capucha y me dirigí hacia el casillero de Bella, el cual estaba a la derecha del largo pasillo con clases.
Me paré en seco justo antes de doblar, Bella y sus amigas estaban caminando hacia sus casilleros, me escondí detrás de una columna y cuando el timbre sonó indicando que había que entrar a clase me apresuré hacia su casillero. Deslizé la carta por una de las aberturas, y até uno de mis dibujos favoritos al candado con una cinta. En él estaba Bella sentada al lado del mar, el sol alumbraba su bello rostro y sus pelos se movían con el viento. La había dibujado hace un año, sin que notara mi precencia me había escondido y le había tomado una foto.
Estaba seguro de que le gustaría, siempre la veía en esa playa, tomando sol, disfrutando del mar...
Pero ya no me sentía para nada bien.
Me sentía debil y destrozado, mi cabeza se partía del dolor, mis ojos estaban rojos, y tenía ojeras enormes . Estaba abriendo la puerta de la escuela para irme cuando escuché que alguien me estaba llamando...
-Sam, ¿que haces aquí?, ¿Porque no estas en tu casa?-apenas escuché su vos la reconocí, no quería verla a los ojos, no despues de lo que le había hecho.
Simplemente me di vuelta sin mirarla a los ojos, me concentré en su ropa, en su peinado...en su belleza...<<ya basta !!!>> pensé.
-emmmm, no me siento bien, vine a entregarle una prueba al profesor de química, me habia olvidado de devolversela, ya me iba...
Comenzé a caminar lentamente, sin mirar atrás.
-hey...
Me di vuelta y la miré a los ojos por última vez, pero ella bajó la mirada y miró al suelo un momento. No quería que esta fuera nuestra despedida, quería besarla, era en lo unico q pensaba ultimamente.

Estaba a punto de salir camninando definitivamente por la puerta cuando mi cabeza comenzó a dar vueltas, mis ojos se cristalizaron y caí al piso bruscamente...

just you and me...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora