Capitulo 7

36 0 0
                                    

Mi respiración se volvió irregular. Sentia como todo a mi alrededor daba vueltas sin detenerse. Por que era así, el mundo no se detendría si yo lo hacia.

Lágrimas cálidas descendían por mi mejilla. Mi labio inferior temblaba al igual que mis dedos con la pequeña nota.
Yo sabía que Henry no estaba en la playa, sabía que eso no era posible, él había muerto, pero aquello arrojó una idea a mi cabeza, una que fue imposible que saliera, se selló en mi interior. Se aferró tan fuerte que me fue imposible ignorarla.

Él no había planeado morir, el no era un cobarde que escapaba de esa manera de los problemas, él no me hubiese dejado. Jamás la muerte fue una opción para él, ¿Como fui capaz de ponerlo en duda?. Ahora lo entendía, él no quería morir.

Lloré porque no sabía que otra cosa hacer.

-Carter, creo que debí esperar...yo -la voz de Olivia fue un susurro. La miraba con las lágrimas descendiendo y sin ser consciente de que pretendía decir - lo siento.

Sus labios se movían desesperados pero no la escuchaba. Me encontraba aturdida por la oleada de ideas que pasaban por mi mente, sentía como todo mi interior colapsaba, como lo poco que había logrado construir se desvanecia en cuestión de segundos.

-Déjame sola, vete - mis ojos suplicantes le rogaban que me dejase sola.

-No - dijo firme y decidida.

-Lárgate - enserio quería que me dejase sola, no quería ver un sólo rostro en estos momentos - ¡Lárgate! -le grité aquello con tanta fuerza que retrocedió, esperaba que lo entendiera.

-Lo siento, pero no lo voy hacer -dijo con el ceño fruncido y la voz fría.

Entendí que ella no se iría, no me dejaría sola cuando eso era lo que necesitaba. La mire por unos segundos, no se iría así como nunca yo me fui cuando ella perdió a Dorian.

Asenti por un momento, después fui directo al coche, tenía que alejarme de ahí, tenía que despejar mi mente y sentirme bien por un instante y eso no lo lograria estando ahí.

Conducí sin rumbo alguno, o tal vez así lo creía yo. Pare en una pequeña tienda junto a una gasolinera y compré una botella de alcohol. Estaba fatal, el maquillaje se había corrido por completo y el chico que cobraba en la caja me miraba como una loca que era digna de estar en un hospital en rehabilitación.

-No jusguez a las personas por lo que ves, nunca sabes los problemas o las penas que cargan, idiota - me miro apenado. Si, había acertado cuando creí que estaba pensando pestes de mi. Tomó el billete que le tendi, no me moleste en esperar el cambio, salí lo más rápido posible. La campanilla del local tintineo a mi salida.

¿Que creia? ¿Que era una alcohólica y que algún tipo me había follado en el asiento trasero de su coche?, no cabe duda que las personas juzgan a la lijera, como si eso fuese su verdad, como si juzgar sin conocer fuese lo más correcto del mundo.

Subí al coche y conduci un kilómetro más. Cerré los ojos al aparcar, quería concentrarme en el sonido de las olas al chocar con las rocas. Aquel sonido lo disfrutaba cada tarde cuando Henry y yo veníamos a este lugar. Podía verlo correr y reiar a carcajadas. Lo imaginaba jugando boleibol en la arena con chicos que apenas y conocía. Sentía como él estaba ahí, esperando a que bajará y tirarme de lleno al mar. Lo escuchaba quejarse de mi piel, porque seguía siendo blanca cuando tomaba el sol. Podía escucharlo refunfuñar acerca de que otras chicas tenían la piel bronceada y la mía no.

Baje del coche. Tire los tacones que llevaba puestos y camine descalza sintiendo los pequeños granos de arena bajo mis pies. Respire profundo, quería apaciguar el dolor pero me era imposible. Las lágrimas desendian libres por mis mejillas. Los sollozos eran apenas audibles y la respiración entrecortada me lastimaba el pecho. Camine por la orilla de la playa. Abrí la botella de alcohol y bebí de ella.

Cabos SueltosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora