Capítulo cuatro: Ultraje.

17.8K 1.3K 1.2K
                                    

El aroma desconocido de otra persona en la cama fue la primera cosa que Harry registró cuando flotó de nuevo a la conciencia. Respiró profundamente el agradable aroma de loción de afeitar y fresas, enterrando la cabeza en la almohada durante unos minutos mientras esperaba a que su cerebro convenciera a sus músculos con el sueño pesado que se muevan.

Entonces Harry recordó en qué cama estaba probablemente durmiendo y se sentó de golpe. Fragmentos de la memoria se elevaron a la superficie de su mente confusa y él gimió en sus manos cuando se dio cuenta de que casi se había desmayado la última noche en la habitación de Louis. Vistiendo un onesie, nada menos. Presionó la palma en su frente. Afortunadamente, la fiebre había pasado, a pesar de que estaba cubierto por una fina capa de sudor y necesitaba una ducha.

Manera de causar una buena impresión, Styles, pensó.

El sub-guardia no estaba a la vista, a pesar de que su habitación se veía tan destrozada tal y como Harry recordaba anoche. Había un lío de mantas en el sofá. Harry se dio cuenta con un sobresalto que Louis tiene que haber pasado la noche allí y de inmediato se sintió mal por las molestias que le causó. Se acordó de quedarse dormido en el sofá, aunque seguramente Louis podría haberle despertado o preguntado a Liam para que vuelva a su habitación...

El reloj de la mesita de noche leía 9:32, lo que significaba que Harry tenía menos de media hora para ducharse y llegar a su primera clase. Atrapado bajo el reloj había un pedazo de papel rayado con su nombre escrito en la parte superior. Lo cogió con curiosidad.

Harry,

Espero que te sientas mejor hoy. Estabas durmiendo como un tronco, así que no quería despertarte. Le dije a Liam dónde estás - él estaba realmente preocupado. Me dirijo a clase. Quédate el tiempo que quieras. No te preocupes acerca de tomar un día o dos de descanso si es necesario, los profes no cubren nada importante durante la primera clase.

Louis

PS. Si necesitas algo, puedes localizarme al móvil.

La nota terminaba con una cadena de números garabateados. La cara de Harry se calentó; él no entendía por qué Louis estaba siendo tan amable con él. Después de todo, ellos apenas se conocen desde hace más de dos días. Por supuesto, que era parte del trabajo de Louis asegurarse del bienestar de los estudiantes de primer año, pero Harry dudaba de que se trataba de un procedimiento operativo estándar para los sub-guardias el ir tan lejos...

Mientras Harry reflexionaba, la puerta traqueteó con el sonido de alguien entrando. El corazón de Harry saltó, pero sólo era Zayn, que se detuvo en la puerta cuando vio a Harry.

—Uh, hola, —saludó, sus cejas oscuras fruncidas

—Hola, —dijo Harry con voz ronca, y luego, dándose cuenta de lo surrealista que la escena parecía, explicó—, Yo me quedé dormido la noche anterior.

—¿Y eso? —Zayn ladeó la cabeza, intrigado—. Louis no suele dejar que la gente se quede la noche, sabes.

—Qué – —Harry se sonrojó—, ¡no es lo que parece!

—Cálmate, rizado. No preguntes, no digas, ¿ok? —Él se rió mientras Harry resopló y comenzó a cavar a través de la pila de ropa en el suelo, emergiendo con una chaqueta de cuero negra—. Sólo vine a recoger esto. Ya me voy. ¡Que se diviertan!

Antes de que Harry pudiera decir nada más, la puerta se había cerrado y Zayn se había ido. Harry sintió la necesidad de romper en una carcajada histérica. Había asumido que Zayn y Louis eran más que amigos, pero la reacción de Zayn al ver a Harry fue inesperada y desconcertante. Antes de que pudiera dar el caso de cualquier otro pensamiento, Harry se dio cuenta de que él tenía apenas veinte minutos para llegar a clase. Rápidamente se levantó de la cama, arregló las mantas y volvió a su habitación en el ala oeste. (Él se aseguró de escanear el pasillo antes de que él saliera de la habitación de Louis, en caso de que alguien más saltara a conclusiones equivocadas.) Su propia habitación estaba vacía y Harry supuso que Liam estaba asistiendo a su conferencia de Introducción de Filosofía. Había otra nota dejada en su cama:

un curioso enigma del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora