un curioso enigma del corazón

Capítulo ocho: Halloween (Parte uno)

— ¡Hey Lou, ven aquí y dame una mano con esto! —Zayn gritó desde el otro lado de la habitación. Había telarañas falsas en su cabello y parecía dispuesto a asesinar a alguien.

—Sí, espera mientras consigo que esta maldita cosa se ponga de pie, —Louis gritó, luchando con el esqueleto de plástico en sus brazos el que, sin importar lo que decía el manual de instrucciones, no estaba destinado a ponerse de pie. Con un bufido de frustración, lo tiró en un sofá en el que se hundió como la patética bolsa de huesos que era, sonriendo burlonamente con la cabeza colgando.

—Esta es la peor parte de Halloween, —se quejó mientras se acercaba para ayudar a Zayn a pegar las telarañas en el techo.

—Sólo espera hasta que tengamos que hacer limpieza mañana, —recordó Zayn y Louis gimió.

A pesar de su tema "casa embrujada", la parte del sótano era simplemente una excusa para que los estudiantes se vistan (o más bien, desvistan, dados los trajes reveladores preferidos por la mayoría), emborrachen y participen en juegos de roles sexuales. Cada residencia organizaba su propia fiesta de sótano, con algunos sub-guardias yendo a los extremos para crear un ambiente auténtico. Las fiestas de Halloween de Briar Hall eran particularmente populares, incluso con los estudiantes que no permanecían allí. Cada año ellos alquilaban máquinas de humo, sistemas de estéreo de alta definición que soltaba sonidos de fantasmas y un tipo de artefacto inteligente instalado en las paredes que soplaba aire helado sobre los individuos desprevenidos que casualmente se acercaban demasiado a ellos. Anna y Divya, las sub-guardianes de Briar Hall, a menudo comenzaban los días de proceso de decoración antes del evento, impulsado por una pasión impía para el evento anual y el orgullo en mantener la tradición del Briar como el mejor lugar de reunión de Halloween.

Louis y Zayn no eran tales sub-guardias. De hecho, si podían salirse con la suya, ellos simplemente hundirían el sótano en la oscuridad y reproducirían la parte más aterradora de El Aro en repetición en la televisión de pantalla grande. Desafortunadamente, Louis sospechaba que Paul los despellejaría vivos si hicieran eso. Por lo tanto, estaban resignados a sacar las cajas de cursis decoraciones de Halloween de la sala de almacenamiento y conformarse con lo mejor que tenían. Algunas de las cosas habían sido reutilizadas por décadas y olían bastante mal, como una mano de goma cortada que Zayn estaba sosteniendo actualmente con un dedo ensangrentado.

— ¿Le está creciendo moho? —Miraba hacia el objeto, científicamente intrigado.

—Ahora eso es verdaderamente horrible, —declaró Louis, extendiendo la gran bolsa de basura que casi estaba llena hasta el borde con los artículos rechazados de higiene igualmente cuestionable.

—Estas decoraciones son una mierda, —se quejó, sosteniendo una amorfa figura de cartón de color rojo que conjeturó se suponía iba a estar pegado a las paredes para simular sangre—. Va a ser una fiesta de mierda.

—No necesariamente, —dijo Zayn—, ¡mira esto!

Sacó una bola de disco gigante de una de las cajas y lo conectó en el enchufe más cercano. Louis vitoreó cuando zumbó a la vida y lanzó puntos de luz sobre sus rostros. Ellos adornaron el techo en el centro de la sala común. Las decoraciones que habían puesto hasta ahora lucían a medias mejor, pero una vez que se apagaron las luces y encendieron la bola de discoteca, el ambiente resultó ser más que adecuado para una fiesta.

—¿Crees que es una buena idea? —Zayn se rió cuando vio a Louis colocar pequeños platos de condones en todo el cuarto.

—Los condones nunca son una mala idea, —Louis le guiñó un ojo—, además, hacen también como globos. ¡Mira! —Rasgó uno — tamaño extra grande — de su envoltorio, lo infló como un globo y lo deja volar a la cara de Zayn. Zayn le dio un manotazo lejos, poniendo los ojos por el infantilismo de su amigo.