Sin Ti

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Londres, Inglaterra.

Ángel Kaioh observaba a la gente que paseaba por Hyde Park, mientras seguía sentado frente al lago del parque, tratando de pensar que es lo que debía de hacer. Su cita con el doctor Crawley no fue lo que él esperaba. Los resultados de los estudios revelaban lo que ya sabía. No había manera de que su memoria volviera a ser la que era antes del accidente que sufrió en Akita.

Y el hecho de que hubiera pasado más de un año y medio desde el accidente no lo ayudaba en nada.

Todo ese tiempo había sido sumamente difícil para él. Tener que adaptarse a una vida que no recordaba, y de la cual aún no se sentía parte, era sumamente difícil. En especial cuando había días en que sentía que su familia no era su familia.

El pelinegro suspiro profundamente, sacudiendo ese pensamiento de su mente. Era una tontería que ese pensamiento pasara por su cabeza, en especial cuando los Kaioh habían estado a su lado en todo momento en su recuperación, haciendo hasta lo imposible para que se sintiera bien. Desde el accidente habían recorrido medio mundo buscando a los mejores especialistas en el área para que lo ayudaran a recuperar su memoria. Esa era una de las razones por la que durante las últimas semanas habían llegado a Londres. Pero parecía que su estancia allí había resultado en vano.

Quizás por fin debería escuchar a sus padres y olvidarse de buscar un tratamiento para recuperar unas memorias que nunca regresarían. Después de todo, durante todo ese tiempo, ellos nunca habían dejado de repetirle que con recuerdos o sin ellos, eso no cambiaba el hecho de que fuera su hijo.

Pero aún no se sentía preparado para aceptar ese hecho. Tenía la sensación de que algo faltaba en su vida, algo que se había ido junto con sus recuerdos, pero no tenía idea de que era.

–¡Ángel! –grito Diana al acercarse a la banca en donde estaba sentado el pelinegro–. No esperaba verte aquí. Pensé que aún estarías en el hospital.

Ángel sonrió al ver a su hermana menor, ya que ella junto con Michiru, eran quienes más se empeñaban en seguir ese loco recorrido a través del mundo con tal de ayudarlo a recuperar su memoria.

Tras el accidente no tenía idea de quienes eran ellas, pero ahora no podía imaginar su vida sin sus hermanas.

–Salí de allí hace un rato, pero no quise llegar a la casa aun...

–No te fue bien con el doctor Crawley ¿verdad?

El pelinegro negó con la cabeza –Dijo que no hay nada que se pueda hacer. No voy a recuperar nunca mi memoria.

Diana lo abrazo sin decir nada, lo cual agradeció Ángel. Nada de lo que pudiera decirle le ayudaría a hacer que se sintiera mejor.

–No dejo de preguntarme si debería de hacerle caso a mamá y papá y olvidarme de todo esto.

–¿De verdad quieres hacerlo? –pregunto Diana al separarse de él, sorprendida.

–No lo sé...Estoy muy confundido. ¿Crees que tenga algo positivo el que tenga amnesia?

–A veces creo que sí. Que Molly me perdone desde donde quiera que este por lo que voy a decir, pero a veces pienso que el que tu amnesia borrara tus recuerdos, en especial los de ella fue lo mejor. Sufriste mucho tras su muerte. Ella quería que siguieras adelante con tu vida, y tal vez el que ya no forme parte de tus recuerdos sea la mejor forma en que lo consigas.

Ángel bajo su mirada a su mano izquierda, mirando la marca que le había dejado el anillo de matrimonio casi se había desvanecido. Aun no sabía si debía sentirse culpable o no por no recordar a la mujer que fue su esposa y que tanto significo para él, aunque no tuviera ni un solo recuerdo de ella. Por lo que le habían contado de cómo era su vida antes del accidente, viajó tras haber enviudado debido al profundo dolor que sufrió por su muerte. Pero ahora, la sola mención de Molly no le afectaba en lo más mínimo. Quizás Diana tuviera razón en ese sentido.

Beso De ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora