Estrella Pérdida

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Haruka había reservado una mesa en aquel restaurante y Ángel entendía porque había insistido en que llevará ahí a Serena. El lugar tenía un ambiente muy íntimo, habían cenado en una terraza apartada de las demás mesas a las luz de las velas, mientras él se perdía en aquellos ojos azules de la rubia que tenían un brillo encantador que antes no estaba ahí mientras ella terminaba su copa de vino.

Ángel estaba seguro de que se estaba enamorando de Serena Tsukino.

Diana le había dicho que lo que sentía era amor a primera vista. Michiru que quizás la leyenda del hilo rojo del destino era cierta. Y Haruka que todo era obra de Cupido, quién lo había flechado para que cayera bajo al encanto de Serena.

Una parte de él se había negado a creerles. ¿Cómo podría ser posible en tan poco tiempo de conocerla se estuviera enamorando de ella? Pero ahora sabía que aquello que sentía y le costaba definir era amor.

No estaba seguro de en que momento habían cambiado las cosas entre ellos, pero no era algo que realmente le importará. Ella era inteligente, divertida, con sentido del humor, hermosa. Lo que Ángel más quería en ese momento era detener el tiempo. No quería que el reloj siguiera avanzando y que se acabará ese día tan especial al lado de Serena.

—¿Has pensado en mi petición? ¿Te gustaría quedarte más tiempo en la ciudad, Serena?

—Lo sigo pensando. Tengo tantas cosas en la cabeza que aún no tengo una respuesta para ello.

—¿Y se puede saber que es eso que te impide decir que si? Quizás si me lo dices, logré convencerte.

—Pues para empezar, está Chibi Chibi.

—Por supuesto, la debes de extrañar mucho.

—Así es, es la primera vez que pasó tanto tiempo lejos de ella —reconoció Serena.

Él asintió, la hija de Serena era la razón por la que ella había decidido estar tan poco tiempo en la ciudad, eso se lo había dejado claro desde sus correos electrónicos.

—Pero... hay algo más por lo que realmente podría cambiar la fecha de regreso a Tokio.

—¿Y cuál podría ser esa razón? —preguntó él.

—Si te digo, no estoy segura de que me creas, Ángel. Pero te prometo que te lo diré cuando sea el momento adecuado.

—Déjame adivinar... ¿Quieres conseguir una cita para tomar el té con la Reina?

Ella se rio ante sus palabras. —No, pero buen intento... Solo dame más tiempo para pensarlo, por favor.

—Todo el que quieras, Serena —respondió él tomando su mano izquierda y depósito un beso en el dorso de su mano sin soltarla—. Sabes, tengo que confesarte algo que he estado pensando y no deja de darme de vueltas en la cabeza, Serena.

—¿Y que es? —pregunto ella con curiosidad.

—Creo que ya se la razón de porque nos conocimos.

—¿Enserio? ¿Y cuál es?

—Te estaba esperando. Esperaba que entraras en mi vida.

—Llegue a tu vida porque tú me buscaste, Ángel, tú me encontraste.

—Solo encontré una pintura tuya.

—La cuál te guio a mi. Estando al otro lado del mundo lograste encontrarme.

—Lo dices como si nuestros caminos estuviesen entrelazados.

—Porque es así —afirmo ella—. Me refiero a que el hecho de que estemos juntos, en este momento, me parece que es un milagro.

Beso De ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora