La vida nos odia ⁞ Nightcross

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No esperaba flores de regalo, menos un abrazo o una bienvenida puesta en palabras. Ni siquiera una mirada aprobatoria de nadie. Era consciente de que los había abandonado y estaban resentidos por eso.

Les había jurado que no iba a ser así, pero lo había hecho. Y ahora venía a dar la cara como el perdedor que era.

Nadie se había acercado a saludarle, sino al contrario, se habían marchado.

El único que se había quedado era Hate.

Primero, porque no tenía a donde ir. Y segundo, porque a Hate todo le valía.

No estaba del lado de Nightmare y su grupo, pero tampoco de Cross y sus hijos. Él no le iba a nadie que no fuera él mismo. No se apegaba a la gente, no confiaba en la gente. Ni siquiera confiaba en sí mismo, por Dios.

Él solo estaba ahí porque podía y se le daba la gana.

No estaba enojado con Cross, nunca lo estuvo, le daba igual si se marchaba o no, si moría o vivía. Ni siquiera le importaba si él se moría o no. Así era él, por eso a Cross le agradaba bastante. No era algo de ahora, sino de siempre.

Hate era una representación de lo que todos quisieran ser, incluso Cross. Alguien despreocupado, desinteresado y sin bandos en la vida. Indiferente a los problemas, tantos suyos como los de otros. Por ello no le hacía preguntar a Cross sobre Dream o la procedencia de esos niños. No le interesaba en absoluto, así que dejaría el monocromático se deprimiera sobre la mesa y se recuperara él solo.

No era un terapeuta y, repito, no le importaba.

Aunque, por primera vez en su vida estaba interesado en algo, no el pasado trágico de Cross sino en su futuro. En el futuro de esos niños. ¿Cómo criaría a dos criaturas nacidas, literalmente, de la felicidad en un lugar donde solo existía la negatividad y el sufrimiento?

Era algo emocionante.