Aristóteles no es la clase de chico que imaginé desde la primera vez que llegué aquí, de hecho, fue la primera sorpresa que me dio Oaxaca, cuando menos lo esperaba un chico de cabello rizado apareció en mi puerta con un pastel en manos, sus labios tenían restos del pastel y mis ojos se desviaron hacia ellos, peros sus ojos fueron lo que más me había hipnotizado, quedé paralizado, las palabras no salían de mi boca mientras la suya se movía sin yo entender nada, parecía que mi audición se había atenuado con su presencia, hasta que pude reaccionar y escuchar con atención lo que me decía, una invitación, una bienvenida, habían personas que se habían preocupado por nosotros cuando apenas llegábamos de Toluca y solo eso bastó para saber que este lugar me traería muchas sorpresas.
Aun recuerdo como mis manos se volvieron frágiles por un segundo, justo cuando Aristóteles ponía el pastel sobre ellas, la vergüenza me salía por los poros y comenzaba a sudar de la pena, lo único que pude hacer fue ofrecerle otro pastel pero no había puesto atención del todo, pues su tía era quien lo había hecho. Mi papá y la señora Blanca llegaron a salvar aquel momento vergonzoso antes de que Aristóteles y yo fuéramos por unas donas a la panadería de sus tíos.
Siempre recuerdo ese momento, fue cuando nos conocimos y para ser honesto no puedo evitar sonreír cuando lo imagino, desde entonces nos hemos vuelto amigos inseparables, como mis hermanos, los mellizos, él se convirtió en mi otro yo, cuando nos separamos siento un vacío y nostalgia dentro de mí, lo que más me duele es que Aristóteles no piense ni sienta lo mismo que yo siento, pero no puedo decirle sobre mis sentimientos, un mundo de posibilidades surgirían si eso sucediera, podría ser un cuento con un final feliz o la peor pesadilla que tomaría lugar en la realidad, por ese motivo prefiero mantener esos pensamientos en mi cabeza y guardarlos como mi más grande tesoro.
─ ¡Diablos! – grita Aristóteles mientras gira hacia a mi – ¡Perdí!
─¿Otra vez? – le digo mientras arqueo una ceja
─ Es tu turno – me dice acercando el control de Xbox hacia a mi - ¿O te vas a quedar acostado otra vez, ancianito?
Le sonrió, tomo el control y me acomodo al borde de la cama. Realmente soy malísimo en estas cosas, pero haría cualquier cosa por seguirle el juego, me viene a la mente cuando pedí entrar a la misma escuela que él y lo vi jugando basquetbol, verlo con su uniforme sin mangas causó algo en mi que no había experimentado antes, algo inexplicable que quizá en ese momento no entendía, pero que con el paso del tiempo fui descubriendo, había algo en aquel chico de los rizos que llamaba mi atención, algo que ninguna chica o chico había logrado, fue cuestión de tiempo para que le dijera a mi mejor amigo Diego lo que sentía por una persona en especial, después de aquella noche en la Azotea supe que estaba dispuesto a contarle lo que sentía a Aristóteles, de no ser por mi papá que interrumpió el momento justo cuando estaba apunto de hablar, aunque le agradezco haberme detenido, pues habría sido muy rápido decirle en ese momento donde apenas nos estábamos conociendo.
Aunque el tiempo ha transcurrido, a veces dudo de los sentimientos de Aristóteles, si bien me de pistas al respecto, no puedo terminar de entenderlo aún, quizá está pasando por la misma etapa donde apenas estas descubriendo lo que sientes por alguien y no quieres aceptarlo, aun así, no pienso presionarlo, quiero que las cosas pasen cuando tengan que pasar. El juego comienza, disimulo presionando todos los botones mientras Aris mira la pantalla y al parecer funciona, porque se ve emocionado.
─ ¡Vaya! Has practicado Temo – me dice mientras mete la mano en su bolsillo
El juego continua y mi mirada esta fija en la pantalla, pero puedo verlo de reojo, puedo ver una luz brillante en sus manos, está en su teléfono, mientras escribe mi mirada se desvía hacia su pantalla tratando de ver lo que está haciendo, es inevitable no hacerlo, mis ojos se mueven sin pensarlo, está platicando con alguien por mensajes y logro ver una sonrisa en su cara, mis manos dejan de apretar los botones y lo miro
─ ¡Ay! – le digo sonriendo – Me mataron
─ ¿Tan rápido? – me dice – va, mi turno
Le entrego el control y deja su teléfono a un lado en la cama, mientras juega no puedo quitar la mirada de la pantalla cuando se ilumina por nuevos mensajes, no puedo distinguir el nombre de la persona que se los está enviando, pero una idea viene a mi mente y pienso ejecutarla correctamente
─ ¿Aris?
─ ¿Si, temo? – me dice mientras tiene la mirada en la pantalla del televisor
- ¿Puedes prestarme tu teléfono para una llamada? – le digo mientras coloco mi mano derecha sobre mi brazo izquierdo – el mío se ha quedado sin batería y necesito avisarle a mi papá que ya llegamos del colegio
─Claro, tómalo
Aprieto los puños y las manos me sudan, pero lo hago, tomo su teléfono y logro ver los mensajes que aparecen en su pantalla, mi corazón comienza a latir demasiado rápido y empiezo a sentir caliente la cara, empiezo a sudar y trago saliva, desearía no haber tomado el teléfono
>>Mensaje nuevo de Andrea: Ya quiero verte.
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Aris+Temo
FanfictionTemo, un joven adolecente se cambia de ciudad para comenzar una nueva vida, dejando atras el pasado y concentrándose en el presente, lo que él no se imagina es que en esta nueva ciudad se encontraría con muchos retos y situaciones difíciles para su...