9. ¿Quién eres?

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Diego y yo habíamos comenzado nuestro plan. Después de desayunar habíamos acordado en salir para mostrarle un poco de Oaxaca, mientras él esperaba en la sala, yo me encontraba cambiándome de ropa en mi habitación.

Cuando amarraba mis agujetas, un sonido llama mi atención, un inesperado sonido que quizá no esperaba escuchar dentro de mucho tiempo. Alguien tocaba la puerta, y Diego entra a mi habitación con los ojos abiertos y algo nervioso

  — Creo que es... - le digo 

  — Si así es, yo me encargo - me interrumpe 

Diego sale de mi habitación y se dirige hacia la puerta. Cuando lo hace, me asomo y veo la cara de sorpresa de Diego, sin ver quien estar frente a él, su cara me confirma mis sospechas. Cierro la puerta de mi habitación dejando un espacio para poder observar y escuchar lo que sucede, escucho su voz y siento como si me dieran un golpe en el pecho. No estaba preparado para escucharla de nuevo, pero ahí estaba.

— Ah Hola, ¿Quién eres? – pregunta Aristóteles con un silencio de unos segundos – Como sea, ¿Está Temo?

— Hola, soy un amigo de Temo – le dice Diego con los brazos cruzados – Él está en su habitación cambiándose, vamos a salir

— Tu debes ser... Diego, ¿Me equivoco?

— Exacto, y tu...Aristóteles

— Él mismo

— Si, Temo me contó de ti hace tiempo, de hecho, me dijo que me llevaría a los lugares que le has mostrado aquí en Oaxaca, pero que quería ir conmigo para que fueran más especiales

— ¿Más... especiales? – pregunta Aristóteles en un tono serio

— Si, especiales – le dice Diego – como sea, está ocupado

— Ah ok, ¿Le puedes decir que necesito hablar con él?

No esperaba que me buscara tan rápido, creía que se tomaría su tiempo para pensar las cosas. Pero realmente se escuchaba el interés de querer hablar y aclarar las cosas, así como él tenia sus dudas yo también las tenia y necesitaba respuestas, pero no podía abandonar a mi mejor amigo en estos momentos cuando había venido de lejos para estar conmigo. Me limito a seguir escuchando su conversación.

— Claro, yo le doy tu recado, aunque no se hasta que hora regresemos, quizá se me olvide

Lupita se encontraba en la sala y estaba escuchando todo lo que Diego le decía a Aristóteles, se estaba riendo, pero se aguantaba la risa, me mira y le digo que se mantenga en silencio poniendo mi dedo índice a mitad de mis labios. Lupita entiende lo que Diego estaba haciendo, se pone de pie y se dirige a la puerta

— Hola Ari

— Hola Lupita

— Oye Diego ¿Si trajiste tu ropa para quedarte a dormir?

— ¿Quedarse a dormir? – pregunta Aristóteles

— Ah sí, Diego se quedará a dormir con temo estos días

— Ah...Bien, creo que mejor me voy – dice Aristóteles – ¿Lupita?

— ¿Si, Ari?

— ¿Puedes decirle a Temo que necesito hablar con él? – le dice – No es que desconfié de Diego, pero para estar seguro...

— Claro, yo le doy tu recado 

— Hasta luego – le dice Diego cerrando la puerta lentamente

— Si...hasta lue... - dice Aristóteles y su voz se atenúa cuando Diego cierra la puerta completamente

Cuando escuchan los pasos de Aristóteles lejos de la puerta, Lupita y Diego comienzan a reírse a carcajadas. Ambos voltean a verme y salgo de mi habitación sorprendido por la actuación de ambos.

— Ustedes están loquitos

— Yo si, por ti – me dice Diego poniendo su mano sobre mi hombro y riéndose

— ¡Uy, si! el amor – le digo riendo y quitando su mano de mi hombro

— ¿Le están dando celos a Aristóteles? – pregunta Lupita

— ¿Tu que crees? – le pregunto levantando la ceja

— ¡Lo sabía! – dice Lupita – mis instintos de López no fallan

— Aun no creo que sea una buena idea del todo, pero quizá funcione

— ¿Y a donde me llevaras hoy, novio? – me dice Diego sonriéndome

Lupita se ríe y Julio sale de su habitación junto con mi Pa-pancho. Hay un silencio en la sala y ambos nos quedan viendo.

— ¿Por qué esas caras? ¿Quién se murió Cuauhtémoc, o qué? – dice - ¡No me digas que Doña Imelda!

— No papá, solo nos asustaste – le digo

— No pues sí, perdona hijo – dice rascándose la cabeza – aparte, Doña Imelda es inmortal

Todos se ríen menos Diego.

— ¿Quién es Doña Imelda? – pregunta - ¿Y por qué es inmortal?

— Tranquilo, ya te actualizaré sobre cómo están las cosas por aquí, vamos

— ¿Dónde van? – pregunta mi Pa-pancho

— Llevaré a Diego de paseo, para que conozca algunos lugares de Oaxaca

— ¿Y eso que no invitaste al Aristóteles?

Mi sonrisa se desvanece de nuevo. Lupita y Diego se dan cuenta y ambos intentan decir algo para evitar el tema, pero Diego lo hace más rápido

—Creo que es mejor solos ¿no? – dice Diego – Aristóteles vive aquí y yo solo estaré por un tiempo, además, que mejor que pasar tiempo con mi mejor amigo

— No pues eso está más que claro – dice mi papá

— ¿Podemos ir? – dice Julio mientras voltea a ver a mi Papá

Aunque no era molestia que mis hermanos me acompañaran, necesitaba hablar cosas con Diego que Julio no podía saber aún. Miro a Lupita y ella entiende mi mirada. Ella voltea hacia julio y este la mira extraño.

—No hermano, recuerda que tenemos que ir a la escuela

—¡Por eso! ¿Podemos faltar Pa-pancho?

—No julio, hoy tenemos tarea que entregar – dice Lupita

—¿Cuál? Si no hay

— ¿Ves? Ni lo recuerdas Julio

— Bueno, ya escuchaste a Ana Guadalupe, Julio – dice mi papá – deben ir a la escuela, dejen a este par de muchachos divertirse un rato y revivir viejos tiempos

Diego me sonríe y me toma del hombro llevándome hacia la puerta.

— Vamos, es hora de que pases tiempo con tu nuevo novio – me dice susurrando y riéndose


Aris+TemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora