8. Hola, extraño

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Siento la almohada húmeda. Me había quedado dormido mientras lloraba, era la única manera de olvidarme del caos que había sucedido ese día. Había decidido no ir a la escuela, no me sentía bien para ver a Aristóteles. Aún pensaba que lo que había pasado era una simple pesadilla, pero desgraciadamente no era así. Cuando abro los ojos, los rayos del sol hacen que lleve mi mano frente a mi cara, pero algo me hace quitarla, una silueta, abro mis ojos poco a poco y la silueta se hace más clara, cuando puedo ver quien es, un rayo de esperanza entra en mí.

— Hola, extraño – me dice sonriendo

Siento como si un recuerdo de años retomara vida y color. Frente a mi no estaba la persona que esperaba, pero había alguien mejor, alguien que durante años se había preocupado por mi como yo por él y nos habíamos convertido en grandes amigos.  Frente a mi, estaba la única persona que podía sacarme de este agujero negro

— ¡Diego! – grito mientras me levanto de la cama y me dirijo a abrazarlo.

— ¿Sorprendido?

— Te extrañé mucho – le digo mientras lo abrazo y siento su perfume llegar de golpe – de hecho, llegaste en el momento indicado

Justo era así, había llegado en el peor momento y donde más necesitaba sus consejos. Estaba muy agradecido de que estuviera aquí. No había cambiado mucho, su piel clara, sus ojos verdes y cabello castaño seguían intactos, su peinado  y su sonrisa que contagiaba a quien lo viera. Quizá había crecido un poco, porque el siempre era un poco más chaparro que yo, pero ya estaba de mi altura.

— ¿Por qué lo dices? – me pregunta mientras ve la almohada húmeda en mi cama – Temo, ¿Estabas llorando?

— Era justo lo que iba a decirte...

— ¿Pasó algo malo? – me dice sorprendido - ¿Le dijiste a tu papá por fin?

— Si – le digo y lo interrumpo antes de que comience a sacar conclusiones - ¡Pero no es lo que te imaginas!

— ¿Entonces qué pasó?

— Mi Pa-pancho ya sabe – le digo - ¡Y me acepto!

— ¡No juegues! – dice emocionado - ¡¿En serio?!

— Eso no es todo, anoche, Lupita vino a hablar conmigo y le confesé lo que sentía por Aristóteles

— ¡¿Qué?! – me dice con la boca abierta - ¡¿Qué te dijo?!

— Que me apoyaba, lo tomó muy bien, en realidad me sorprendió

— ¡Temo, que increíble! Muchos chicos de tu edad quisieran tener la suerte que tú tienes – me dice mientras se queda pensando un segundo – Espera, si todo eso ha pasado ¿Por qué estabas llorando?

— Aristóteles... – le digo mientras mi sonrisa se desvanece

— ¿Le dijiste lo que sentías por él?

— Si... - le digo con un suspiro

— ¿No salió bien?

— Pues...Aristóteles no siente lo mismo por mí, Diego. Realmente me siento mal, porque arruine toda posibilidad con él y aparte nuestra amistad, pero tampoco puedo creer que él no se diera cuenta de sus acciones y como yo podía tomarlas...

— No puedo creer que no se de cuenta de la increíble persona que eres... - me dice mientras me mira fijamente

— Gracias Diego, en serio, ya te necesitaba – le digo – Oye, ¿Cómo supiste donde vivía?

— Lupita fue mi cómplice, llegamos ayer en la tarde, pero Lupita me dijo que no estabas en casa, que habías salido con Aristóteles y no quería molestarte

— ¿Mi pa-pancho ya te vio?

— ¡Si! Se sorprendió mucho, dijo que ya necesitaba ver caras de Toluca de nuevo y me dijo que entrara a tu habitación a ver como estabas, pero no había entendido porque lo había dicho, ahora se porque todo este desastre

— Lo sé, me arrepiento de haberlo hecho

— ¡Oye, no! ve lo positivo de esto, te atreviste a hacer algo que muchos no hacen...confesarle a la persona que quieren lo que sienten, estoy muy orgulloso de ti

— Si, aunque no salió como esperaba

— Pero lo hiciste, perdiste ese miedo

— Y gané otro, el quedarme sólo y sin amigos, solo te tengo a ti ahora

— Y aquí estaré por un tiempo, para apoyarte

— ¿Y qué pasará cuando te vayas?

— Bueno...no hablemos de eso, que aún no sucede ¿Si?

— Claro... ¿Y tus padres?

— Me pasaron a dejar, saludaron a tu papá y se fueron a comprar unas cosas, les dije si podía quedarme a dormir en tu casa y me dijeron que si

— ¡¿En serio?! – le digo emocionado - ¡Que increíble! ¡Tengo muchas cosas que contarte!

— Lo sé, lo siento por a veces no responder algunos mensajes, pero la escuela me trae muerto

— Lo sé, a mí me traía muerto alguien...pero ya lo perdí

— Oh, Temo ¡Vamos! – me dice – si Aristóteles realmente es tu amigo no dejara de hablarte, solo necesita tiempo para aclarar algunas cosas en su cabeza y cuando menos lo esperes volverán a ser los amigos que eran antes

— Yo no quiero que sea solo mi amigo... pero si esa es la única forma de no separarme de él lo tengo que ir asimilando

— Créeme, te entiendo - me dice con la mirada perdida - No me gusta verte así... ¿Crees que no sea gay?

— Es que eso es lo peor, lo que hacía, sus acciones, su forma de tratarme me hacia sentir diferente, él estar a su lado y sentirme feliz y querer que el tiempo se detenga y que no acabe ese día

— Te entiendo

— La forma en que sostenía mi mano, su forma de mirarme, su forma de abrazarme y hacerme sentir bien a su lado, cada día me confundía más y me hacia creer que era lo que yo pensaba, pero nunca fue así, siempre mal interpreté las cosas

— Quizá...solo está confundido y necesita un empujón para sacar sus sentimientos

— ¿Cómo?

— Tengo una idea, pero quizá sea un poco extraña – me dice con cara pensativa

— Te escucho

— Quizá... si le das celos a Aristóteles esto logre sacar sus verdaderos sentimientos, que sienta que te está perdiendo y lo lleve a saber lo que siente por ti, si no lo hace, entonces él no es el indicado

— Pero, ¿Quién podría ayud... – le digo mientras veo su cara y entiendo lo que me quiere decir - ¡¿Qué?! ¿Nosotros? ¡Como crees Diego!

—  Es la única manera de hacerlo descubrir lo que verdaderamente siente, si es que siente algo, entre nosotros será un juego, pero le haremos entender que en realidad si sucede algo

— Eres un malvado – le digo sonriendo – pero no es mala idea

Alguien toca la puerta y la abre. Es mi Pa-pancho.

— Bueno chamacones su platica de reencuentro se terminó, es hora de desayunar

— Si Pa, ya vamos

— ¿Y esas caras? – nos dice – Ustedes se traen algo, ¿Qué planean?

— Nada – dice Diego mientras me sonríe y me guiña el ojo    

Aris+TemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora