Aris+Temo

5. Corazones Rotos

Eran las cuatro de la tarde del Domingo, faltaba una hora para que comenzara la reunión de Aristóteles con sus fans. Él estaba nervioso, desde que despertó no dejaba de enviarme mensajes diciendo que no quería hacerlo, pero al final logré convencerlo de que era lo mejor para él y su familia. Ari les había dicho a sus papas acerca de la convivencia y los había invitado a asistir, ellos con emoción y gusto aceptaron. La madre de Aristóteles era la más emocionada, pues su hijo los había tomado en cuenta para su primer pequeño concierto. 

El señor Audifaz, había conseguido un equipo de sonido pequeño con uno de sus amigos cercanos, era algo sencillo, pero lo suficiente para un buen comienzo. Con una parte del dinero que tenía ahorrado, contratamos un fotógrafo que se encargaría de las fotos de Aristóteles con las chicas al final del concierto. En el evento que había creado en mis redes sociales, acerca de cien personas habían indicado que asistirían, entre ellos, aquella chica que causaba en mi una gran duda y temor, Andrea.

Cuando le dije a Aristóteles que ella asistiría, no le agrado del todo, se sintió inseguro, pues él le había dejado de contestar sus llamadas y mensajes e incluso la había bloqueado de toda red social, aquella chica no llegaría a disfrutar del concierto si no a causar un escándalo, y eso era algo que yo no iba a permitir. Algo dentro de mí quería conocer más sobre ella, aveces no podemos juzgar a los demás solo por su apariencia, quizá era una chica adorable que solo buscaba conocer a su ídolo, y esperaba que así fuera. Solo hoy podía dispersar aquellos pensamientos e ideas que tenia acerca de ella.

El señor Audifaz y mi papá se encontraban subiendo el equipo de sonido a "La burra", que era el transporte de mi familia, Los López. Aristóteles, los mellizos y yo, nos encontrábamos en el auto para comenzar nuestro viaje hasta el parque "El llano", mientras los mellizos no guardaban silencio y comenzaban a lanzarse gomitas uno al otro, Aristóteles no dejaba de mover las manos, estaba muy nervioso.

— ¡Hey, Calcomanías! – les digo – compórtense, aquí está Aristóteles

— Tranquilo Temo, por lo menos tus hermanos logran distraerme un poco

— ¡Bien, chamacones! – dice mi papa subiéndose a La Burra – ya está todo listo

— ¿Y los papás de Aristóteles? – le pregunto

— Ellos se van por su cuenta hijo, insistí en llevarlos, pero con ustedes iremos como sardinas en lata – dice con una carcajada – y no por el olor

Mi papá se prepara para iniciar el viaje y Aristóteles lanza un suspiro. Coloco mi mano sobre la pierna de Ari y le digo unas palabras mirándolo a los ojos

— Todo saldrá bien, ya verás, eres muy bueno en lo que haces, por algo esas chicas te siguen

— En serio, muchas gracias Temo – me dice volteando a ver a uno de mis hermanos

Cuando volteo, veo a Julio, uno de los mellizos, este me está mirando de forma extraña, y después voltea a ver mi mano sobre la pierna de Aristóteles, la quito de inmediato y mi papá comienza a acelerar. Julio me sonríe y coloca su mano sobre mi pierna, mientras Lupita, la otra melliza, hace lo mismo sobre la pierna de julio. Los cuatro nos reímos.

El camino no era largo, pero los mellizos habían estado todo el día jugando y se habían quedado dormidos. Cuando llegamos al lugar, Aristóteles se encontraba más que nervioso y yo trataba de tranquilizarlo en todo momento, pero sus nervios lo vencían. Mientras mi papá bajaba el equipo de Audio y el amigo del señor Audifaz lo colocaba en el parque, Aristóteles y yo veíamos pasar los minutos dentro de "La burra", donde los mellizos continuaban durmiendo. Sin que él dijera una sola palabra podía ver su respiración agitada y sus manos sudar.