Siete

87 11 1
                                    

Antes

—¿Segura de que quieres venir? —mi prima, Bianca, me observó incrédulamente.

—¿Estás de broma? —preguntó, acercándose a mí—. En primer lugar, las fiestas de Morgan son increíbles, o al menos eso me dijeron. Y, en segundo lugar, ¡Peter te invitó! Él quiere verte allí.

—Sí, bueno, no estoy yendo por él, la verdad. Puede ser que el hecho de que me haya invitado sea genial, pero no es como si quisiera ir a la fiesta sólo porque él quiera verme.

—Ya sé, tonta —rodó los ojos—. Pero me refiero a que, además de pasarla de puta madre, ¡tu chico estará allí! Y, bueno, quién sabe...

Reí al ver la expresión de pervertida en su rostro para luego dirigirme hacia el baño y retocar mi maquillaje. Utilicé nuevamente mi labial color negro y coloqué brillos tanto en mis pómulos como en mis clavículas con mi iluminador. Realmente creía que los brillos en el cuerpo nunca eran suficientes, siempre quería más.

Media hora después nos encontrabamos en la casa de Morgan Billard, donde el descontrol había comenzado ya dos horas atrás. La música estaba fuerte y en el medio de lo que parecía ser la sala de estar había una gran mesa repleta de bebidas alcoholicas. Todo lo que me pudiera imaginar estaba allí, y con mi prima no perdimos un segundo en servirnos un vaso de lo primero que encontramos.

—¡Mi canción! —gritó Bianca con una enorme sonrisa en su rostro, tomándome del brazo y dirigiéndonos hacia donde la mayoría de las personas se encontraban bailando. Y allí estuvimos un largo rato, bailando, gritando, riendo... hasta que lo vi.

   Dejé de saltar al compás de la gente para observarlo y recuperar el aire. Peter vestía una camisa blanca en conjunto con un jean negro, y una sonrisa se escapó de mis labios al notar que ambos llevábamos puestas las mismas zapatillas vans.

—¿Es él? —preguntó Bianca a mi lado, tomando con su mano derecha mi hombro.

—Sí.

—¡Pues ve y háblale! —gritó, emocionada.

—¿Qué? De ninguna manera.

—¡Cobarde!

—Sí, y orgullosa de serlo —la miré, notando como reía.

—Bueno, al menos pásale por al lado para ver si te habla.

—Sólo... no. Si quiere hablarme lo hará, por ahora sólo quiero bailar contigo.

—Bueno, gruñona —rodó los ojos y tiró nuevamente de mí para seguir bailando.

   Tiempo después, nuestros vasos estaban vacíos –de vuelta– y esta vez era mi turno de ir a buscar algo para beber. Asique lo hice.

   Cuando llegué a la gran mesa, noté cómo la mayoría de las botellas se encontraban vacías, pero quedaba alguna que otra llena de líquidos que realmente desconocía. Acomodé mi melena rubia como pude, tratando de decidirme, hasta que finalmente tomé una botella color azul.

—Viniste —escuché a mi lado, volteando automáticamente. Era Peter.

—Sí, lo hice —sonreí por un instante, sin saber muy bien qué más decir. Y, al parecer, él también se había quedado sin palabras. Ambos nos observamos durante unos segundos, sin decir nada, asique simplemente seguí con lo que estaba haciendo antes de que él apareciera.

—Tenemos las mismas zapatillas —lo escuché decir y no pude evitar reír. Quizá el alcohol ya había hecho efecto en mí, pero lo que él había dicho me pareció extremadamente tierno. Y así fue cómo ambos conenzamos a carcajear. Tal vez no era sólo yo quien había tomado unos cuantos vasos de más.

—Bueno, mi prima esta esperándome —levanté mis brazos, enseñándole así mis manos ocupadas por nuestras bebidas—. Asique...

—Oh, sí, claro.

   Le sonreí una vez más y me encaminé hacia Bianca, quien me miraba con la boca abierta.

—¿Por qué demonios volviste? —preguntó, tomando uno de los vasos en su mano. Yo simplemente suspiré y mordí mi labio, tratando de no reír.

—¿Puedes parar?

—Ya, lo siento, lo siento —levantó su brazo derecho—. Es que me emociono.

   De un momento a otro, la canción you & me de Disclosure comenzó a sonar, y no pude evitar sentir como la felicidad se apoderaba de mi cuerpo. Era mi canción favorita.

—Oh mi Dios, oh mi Dios, oh mi Dios —comencé a hablar rápidamente y mi prima rió, sabiendo por qué me había puesto así. De un instante a otro, su sonrisa cambió a una un tanto perversa, y sus ojos se dirigieron hacia un lugar detrás de mí. Al voltear, me encontré con los ojos de peter clavados en mí.

   Lentamente se fue acercando y mi prima quitó de mi mano izquiera el vaso ya vacío.

—¡Van a besarse! —exclamó suavemente.

—¿Tú crees? —pregunté, alarmada.

—¡Oh, claro que sí! —faltaba poco para que Peter estuviese en frente mío, y mis nervios no paraban de aumentar.

—No es raro besarse con alguien a quien no conoces en lo absoluto, ¿no?

—¡Pues mira y aprende! —de un momento a otro, Bianca estaba besándose con un chico al que probablemente ella no conocía, y Peter se encontraba parado delante de mí.

   Nos miramos por unos instantes. Noté que no era sólo yo quien se encontraba nerviosa. Él me sonrió.

—Yo... —las palabras no salían de su boca, como así tampoco de la mía. Hasta que por fin habló—. ¿Puedo besarte?

   Tan sólo me acerqué y rodeé su cuello con ambos de mis brazos. No sabía muy bien de dónde había sacado tal valentía pero, en cuestión de segundos, estábamos besándonos. Y no quería exagerar, pero me sentía extremadamente feliz y estaba segura de que ese había sido el mejor beso que me habían dado.

La multitud saltaba a nuestros alrededores durante el estribillo de la canción, pero ni él ni yo pensábamos separarnos. Sus manos se deslizaron desde mi cintura hasta ambas de mis mejillas, hasta que lentamente nos separamos y nos miramos directamente a los ojos.

Allí fue cuando supe que Peter Satterlee dejaría de ser tan sólo un chico más en mi vida.

I saw sparksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora