Nueve

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Antes

   No había vuelto a ver a Peter desde ese día. Y con ese día me refiero al de la fiesta.

Si bien los hechos de esa noche se veían borrosos en mi mente, recordaba a la perfección una cosa en particular: el beso. Aún podía ver el rostro de emoción que mi prima tenía cuando nos separamos, y como, luego de quedarnos bailando un rato más, él y yo nos dirigimos hacia el patio trasero de la casa. No había tanta gente allí, por lo que pudimos recostarnos en el cesped a conversar. De todas formas, no hablamos demasiado siendo que me quedé dormida. Muchas personas se volvían más alegres o atrevidas estando bajo el efecto del alcohol, pero no era mi caso.

   Lo que Bianca me dijo fue que Peter me cargó hasta el taxi que él llamó momentos después, y ella, al verme, vino conmigo. Digamos que mi prima tampoco estaba en su mejor estado.

   El fin de semana pasó rápido y la rutina comenzó nuevamente. Me levanté, aseé, desayuné y me encaminé hacia el colegio. Pero sentía algo distinto. Mi humor no era como el de todos los días y tampoco me quejé de tener que asistir a clases. Si bien no quería admitirlo, estaba un tanto feliz de volver a ver a Peter.

Entré en el salón y tomé asiento en el fondo. Cinco minutos pasaron antes de que el timbre sonase y los alumnos entraran al aula. Allí fue cuando lo vi.

Peter caminaba despreocupadamente, riendo de vez en cuando junto con Morgan. Sin embargo, al verme, su sonrisa burlona cambió a una... distinta. Ambos nos miramos durante unos segundos, pero la profesora de historia nos interrumpió al entrar en el salón.

Antes de tomar asiento, él golpeó suavemente el hombro de Morgan y susurró algo. Luego de un instante, su amigo se puso de pie y ambos caminaron hacia la ante última fila del salón, justo delante de mí.

No voy a mentir, me pase la clase entera con una sonrisa nerviosa en mi rostro. Peter miraba de reojo hacia donde yo me encontraba y sonreía. Sin embargo, lo que más me sorprendió fue verlo sonrojado más de una vez.

Finalmente el timbre sonó y él dio vuelta su asiento para poder estar frente a frente conmigo. Ya no había nadie más en el salón, tan solo nosotros dos.

—No sabía que usabas lentes —los señaló con su cabeza.

—Los uso para descansar la vista.

—Me gustan —sonrió de lado.

—A mí no —reí, quitándomelos y guardándolos en su estuche.

—Bueno, eh... —rascó su nuca, desviando la mirada hacia el suelo—. Yo... Pues... a mi... me gustaría invitarte a salir, pero no puedo.

—¿Por? —pregunté, sonriendo inconscientemente debido a su nerviosismo.

—Mis padres —tapó su rostro con ambas de sus manos. Parecía frustrado—. No quieren que salga con nadie hasta la universidad, y mi madre es un tanto especial con el tema "chicas."

—¿Qué tan especial? —inquirí, recostando mi cabeza en mi mano derecha.

—Pues especial al punto en el que nunca he tenido novia por miedo a que ella me descubra —no pude evitar reír, pero instantáneamente me sentí mal por hacerlo. Simplemente se me escapó.

—¿Odia a las mujeres por alguna razón?

—No lo sé —se encogió de hombros—. Simplemente dice que no quiere que arriesgue mi futuro por una chica que solo me hará perder el tiempo.

—¿Y tú le crees?


Antes de que él pudiera decir algo, la profesora de historia nos interrumpió.

—Chicos, vamos, la clase ya terminó.

Ambos nos vimos obligados a salir de allí, pero antes de separarnos, lo detuve.

—Podríamos juntarnos en la biblioteca —sonreí—. No es el lugar más divertido para ir pero...

—Me encantaría —me cortó instantáneamente, obligándome a sonreír.

—Bueno, pues entonces ¿te veo después de clases?

—Allí estaré —antes de irse, me dedicó una enorme sonrisa.

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⏰ Última actualización: Jan 13, 2019 ⏰

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