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10 de Enero del 2013, Busan, Corea del Sur.

4:01 am.

Trabajos extras de Agust'D

°

Min había estado durmiendo plácidamente entre sus cómodas, suaves y calientes sábanas cuando el sonido del teléfono lo despertó repentinamente. Enojado, revolviendo sus cabellos rubios, tomó el aparato sin revisar el número.

—¿Quién mierda me llama a esta hora?— Gruñó dejándose caer nuevamente en la cama.

Reviso la hora en el aparato y abrió de más los ojos. Eran las cuatro y un minutos de la jodida mañana.

—Jefe.. hemos vuelto de Seúl y tenemos a uno de los irresponsables que le debe.— La voz de uno de sus guardias se oyó desde el otro lado de la línea.

Min suspiró, relamiendo sus labios con rapidez y fruncir su ceño.

—Llevénlo a la bodega, en media hora estaré ahí.— Dicho esto, corto la llamada y regresó el aparato a su enorme mesita de noche.

Cuando Min caía en los brazos de Morfeo, y  algo lo despierta tiene un humor de mil infiernos, pobre señor Wang, no sabe la bestia que se encontrará en la bodega. Camino hasta su baño a pies descalzos dispuesto a darse una ducha, cuando una brillante idea se le cruzó por la mente.

¿Y si llevo a Park conmigo?

Se repitió aquella pregunta una y otra vez mientras se daba aquél baño. Min sabía perfectamente que no portaba un fideo como cuerpo, de hecho sin mover un solo dedo, tenía muchas invitaciones nocturnas, ya sean de hombres y mujeres, se sentían atraídos por la masculinidad de Agust'D, su atractivo rostro y su aura de peligroso que se cargaba.

Personas que se sienten atraídos por él, Park Jimin, por ejemplo.

Cerró la ducha y enrolló una toalla en su cadera, pensando como lidiar con aquellos planes a futuro, y claro, como lidiar no obtener una erección al ver aquél trasero de Park.

Sonrió ladinamente, relamiendo sus húmedos labios mientras pasaba otra toalla por su torso un poco marcado, secando cada gota de agua que se resbalaba por su abdomen y se perdían en su, un tanto marcada, "v".

Se vistió rápidamente, con unos pantalones de gala negro y su camisa de manga larga del mismo color que sus pantalones. Min era elegante, pero habían momentos en los que se aburría de aquella elegancia que portaba.

Por otro lado.

Jimin estaba muriéndose de hambre en aquella habitación, quería salir y comer lo primero que se le viera delicioso con tal de callar aquellos sonidos que emitía su estómago pidiendo dolorosamente comida.

Nadie nunca le dijo que no podía salir en busca de comida, Min debería de estar en sus profundos sueños así que.. se colocó las pantuflas de conejito que Seok Jin le había comprado y silenciosamente abandonó la habitación. Antes de cruzar los lujosos pasillos, reviso que nadie lo viera y con pasos de ninja bajo las escaleras en dirección a la cocina, nadie estaba en la mansión por lo que se relajó y al entrar a la enorme cocina, lo primero que hizo fue servirse un vaso de agua.

Welcome, Little » Yoonmin - 윤민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora