Las estrellas.

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Imagina una madrugada, a altas horas de la noche. Escoge la hora que más te guste. Quizás las 3, o las 4 am.

El cielo está oscuro, ha caído sobre él un manto que quiere protegernos de la noche. Pues cuando el sol se oculta es cuando todos los monstruos salen. Todas las cosas malas ocurren de noche.
Te explicaré cómo nos protege ese manto.

Son las estrellas.
Caminas sobre un verde pasto, descalzo. La hierba es suave, y acaricia tus pies. Es una sensación tan agradable, que algo te invita a tomar asiento.
Te recuestas sobre el césped.
No hay nada más que tú, y el cielo.
Silencio, también hay silencio. Tan sólo una suave brisa se atreve a susurrarte algunas palabras al oído, bajo la tenue luz de la luna.
Respiras hondo. El aire allí es tan liviano y puro, que una inmensa sensación de paz recorre tu cuerpo. Como una caricia.

Cierras los ojos, y de repente, escuchas un fuerte grito. Es tu voz.
Los abres, pero todo está oscuro. Como si aún los tuvieses cerrados.
Tu respiración se acelera, al igual que tu pulso. Te tiemblan las manos y las rodillas.
Entonces, despiertas en una habitación muy familiar.
¿Será la tuya? No lo sabes, tus recuerdos están borrosos. Estás confuso, perdido.

Entonces, tus mayores miedos comienzan a aparecer uno a uno frente a ti.
Cada pesadilla que tuviste cuando eras niño, cada monstruo que imaginabas bajo tu cama, o en el armario. Todo se hace real.
Se acercan lentamente a ti, y comienzas a llorar. Gritas, pero nadie te escucha.
Cierras los ojos con tanta fuerza que duele. Y entonces te das cuenta.

Ya no eres un niño. ¿Por qué te siguen dando miedo todos esos monstruos?
Cuando crecemos, nuestros temores crecen con nosotros.
Aquel monstruo bajo tu cama, ahora tiene nombre. Se llama insomnio. Y te sigue atormentando cada noche.
Aquellas pesadillas que solías tener cuando ibas a dormir, ahora se han convertido en malos recuerdos que no te dejan en paz. No salen de tu cabeza.
¿Y qué hay de la oscuridad? También te daba miedo la oscuridad. ¿Sabes cómo se llama ahora? Se llama soledad. Vacío.
Aún le temes. Aún le temes a todos esos monstruos. Siguen aquí. Han estado siempre contigo.

Cuando abres los ojos, vuelves a aquel verde campo. Vuelve la suave brisa, y vuelve el silencio. Vuelve la paz.
Lo primero que ven tus ojos, son las estrellas. Diminutos puntos luminosos en aquella gran y oscura superficie llamada cielo.
La sensación de temor disminuye en seguida. Tu respiración se calma, y dejas de temblar. Tu cuerpo se relaja, y libera toda la tensión que habías acumulado. Ahora descansas serenamente sobre el césped.
Es así como el manto nos protege. Son las estrellas.

Alzas tu mano, y la mueves suavemente frente a tus ojos, como si pudieses tocar las estrellas. Las acaricias con la yema de tus dedos, muy lentamente.
Te sientes muy afortunado de que estén allí, sobre ti.
Espantan todos tus miedos. Te protegen.

Cada uno tenemos nuestras propias estrellas.
Tú quizás tienes una estrella especial, con forma de persona. Te cuida, y también recibe tus cuidados. Estáis ahí el uno para el otro. O quizás, tu estrella favorita no es una persona, sino un libro, o una canción. Incluso un lugar.

Las estrellas que tienes son todo aquello que te hace sentir bien. Todo aquello que te protege, y mantiene alejados a esos monstruos.

Recuerda, las estrellas son diminutas, y a veces las perdemos en ese oscuro mar que abarca el cielo en la noche. Pero siempre están ahí. Siempre lo han estado, y siempre van a estarlo.
Sólo debemos apreciar su presencia.

... Las estrellas.

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⏰ Última actualización: Sep 17, 2018 ⏰

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