Fría.
Fría era el adjetivo que mejor la definía.Ninguna estación se asemejaba a su clima.
A sus días lluviosos, los cuales nadie era capaz de apaciguar.
Cuando las gotas de agua caían por sus ojos de nube,
viajaban por sus mejillas de cielo,
y desembocaban en el mar de sus labios.Nadie era capaz de pararlo.
Y sus noches de tormenta.
Acaparadas por el estruendo de aquellos truenos...
Inaudibles para la mayoría,
de tortura plena para quienes bien la conocían.Cuando por fin los nubarrones desaparecían,
se abrían.
Sus ojos se abrían.Cual cofre del tesoro
que esconde dos diamantes en su interior.Dos diamantes distorsionados,
pues el dolor causa estragos.El dolor...
Dolor era lo que cubría sus brazos.
Dolor manifestado en forma de cicatrices.
Oscuras grietas manchando aquella pálida llanura que siempre le recordarían el pasado.Y todo aquello formaba parte de ella.
De ella, y de su clima.