Mensajes.

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Un mensaje.
Un simple mensaje.

Nunca pensé que mi estado anímico dependiera de internet.

De leer un cúmulo de palabras,
tecleadas,
formando un mísero mensaje de texto.

Que,
en realidad...
Con el tiempo,
dejó de ser simple y mísero.

Pues algo pequeño,
insignificante
o prescindible,
no suele sacarte una sonrisa.

Algo que no es importante para mí,
no debería mantenerme todo el día atenta a la pantalla del teléfono.

Esperando a que vuelvas.

Esperando a que en tu país,
lejano y ajeno al mío,
amanezca de una vez.

A la espera de tus palabras,
y de tu afecto...
Todo ello digital, por desgracia.
No hay contacto físico.

Me haces sentir bien,
me haces olvidar todo daño.

Causado por personas más cercanas a mí.

La distancia no significa nada hablando de sentimientos.

Y es irónico.

Tú,
que a kilómetros y kilómetros de mí,
me haces sentir
lo que nadie es capaz de hacerme sentir a centímetros.

En cambio,
ellos sí que son capaces de herirme.
De abrir heridas,
que luego tú vienes a sanar.

Y me gustaría decir que vienes realmente.
Y me abrazas.
Lloro en tu hombro,
y tú me susurras palabras de ánimo al oído.

Duermes a mi lado
cuando tengo miedo,
y me das los buenos días con un suave y tierno beso en la mejilla.

Estás conmigo en todo momento,
eres mi soporte.

No te separas de mí.

Pero, no...

Mensajes.

Es lo único que puedes hacer por mí.

Y te lo agradezco,
pero al igual que me hace feliz...

Me duele.

No poder mostrarte lo mucho que te quiero,
no ser capaz de darte ese maldito abrazo del que tantas ganas tenemos ambos...

Pero tenemos los mensajes.
Lo sé.

Al igual que también sé que no se puede salir a dar un paseo,
porque son sólo mensajes.

No puedo llamar a tu puerta,
coger tu mano,
y empezar a caminar
sin un destino definido,
con el único objetivo de pasar mi tiempo contigo.

Mensajes.

Y es que,
intento engañarme.

Trato de mentirme a mí misma,
haciéndome creer que
el amor,
amor es.

Por mucha distancia que exista entre las personas...

Pero no es lo mismo.

Esta jodida pantalla me está impidiendo terminar de formar mi sonrisa.

Estoy incompleta.

Y lo oculto.

Intento fingir que con tu cariño virtual,
mis días tienen cierto brillo.

Y en verdad,
lo tienen.

Pero...

¿Acaso tú no sientes eso?

¿No notas ese vacío?

Es un vacío que mi subconsciente pretende llenar con mentiras,
lágrimas,
y sonrisas.

Sonrisas que tú provocas...

Y mi pesimismo contrarresta con esta depresión.

Pero, ¿Sabes qué?
Realmente no me importa.

La distancia puede impedir besos, abrazos, gestos de cariño físico.
Pero este sentimiento existe, a pesar de la cantidad de kilómetros, mar, y tierra que nos separan.

Jamás podré decir que me arrepiento de conocerte, y de tener lo que tengo contigo.
Porque jamás alguien debería arrepentirse de haber creado momentos tan bonitos como nosostros lo hemos hecho.

Quizá no puedo verte.
Quizá no puedo escuchar tu voz.
Quizá no puedo sentirte.

Pero sé que siempre estarás presente.

Todo gracias a los mensajes.

Palabras de un humano. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora