Naufragio

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Yo, el desventurado Alejandro Defoe, nací en el año 1995 en Valencia, Venezuela, crecí junto a mi hermano Miguel y a mis amigos Javier, Ivan y William.

Nuestra infancia fue como la de toda persona del momento y nuestra adolescencia marcada por la crisis económica.

Ya pasada la universidad decidimos celebrar nuestra graduación con unas vacaciones, entre todos ahorramos dinero y alquilamos un yate pequeño con el que pasaríamos unas tranquilas vacaciones en altamar.

Empacamos poca ropa y objetos personales, porque no los creíamos necesarios, sin embargo, llevamos mucha comida y agua, como para una semana, ya que nadie deseaba pasar hambre o sed en sus vacaciones.

Ivan manejaba el yate, generalmente no se alejaba mucho de la costa, por si acaso.

Al segundo día vimos algunos peces y nos dispusimos a pescar.

—Aunque nunca he pescado—dije yo—Pienso que lo haré mejor que ustedes—

—Seguramente te vas a caer por la borda—se burló Javier—

—Como si tu fueras mejor—se burlo Ivan también—

Al cabo de cuatro horas teníamos un montón de tres peces, lo cual fue algo muy decepcionante para todos, sin embargo, picamos los peces en pequeñas rodajas y con pan de sándwich que trajimos hicimos sándwiches de pescado que quedaron muy sabrosos, empezaba a oscurecer.

—Miren esa gran nube negra—dijo William—¿Creen que la tormenta caiga sobre nosotros?—

—Si el viento no cambia de dirección, si—respondió Ivan preocupado—Tendremos que adentrarnos en el mar porque si no, la tormenta nos alcanzará y podría llevar la lancha a pique—

Toda la noche la pasamos con temor y nadie pudo conciliar el sueño.

A medianoche empecé a escuchar el viento con más fuerza, salí a cubierta, Ivan estaba ahí, manejando el timón, en todo el trayecto no se había despegado de ahí.

—Estaba a punto de despertarlos a todos - dijo Ivan mientras unas pequeñas gotas de lluvia empezaban a caer—No hemos podido escapar de la tormenta—

—Yo lo hago—le respondí—

Al cabo de un rato estábamos los cinco sobre la cubierta, la tormenta estaba sobre nosotros, las olas golpeaban la lancha con mucha fuerza, a veces parecía que se iba a hundir.

—¿Se va a hundir el yate?—preguntó William—

—Es una lancha y sí, es lo más probable—Conteste—Pero, tal vez no se hunda o la tormenta acabe pronto—

—¡¡¡CUIDADO!!!—Grito Miguel poco antes de que una ola gigantesca los barriera de la cubierta.

Iván cayó al agua, al igual que William, Miguel se golpeó en la cabeza con el barandal de la lancha y se desmaya pero no cae al agua, Javier les tira un salvavidas e Iván logra aferrarse a el, una gran ola me empuja y me hace caer al agua, luego la corriente me golpea contra la lancha y pierdo la consciencia

Desperté en una playa, a mi alrededor hay algunos restos de la lancha, pero no veo señal alguna de los demás.

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