La Isla

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Desperté en el suelo, al parecer me había caído mientras dormía, un cuervo estaba sobre mi observándome.

—¡¡¡TODAVIA NO ESTOY MUERTO!!!—grité mientras espantaba al ave—

—¿¡Qué pasa!?—gritó Javier despertándose—¿Estás bien?—

—Si... Solo me asusto un ave—le respondí—

—Está bien—dijo el—Tengo un poco de sed—

—Iré a la lancha a ver si encuentro—le contesté—

Fui a la lancha con la esperanza de que alguna botella se hubiese salvado, registré toda la lancha, pero solo encontré media botella y dos sándwiches (Casualidad... No lo creo...) además de algunas cosas de utilidad, como tenedores, cuchillos, cucharas, platos, fósforos, un yesquero, una bolsa y dos latas.

Ya estaba volviendo cuando me tropeze y casi me caía con todas las cosas, sin embargo, al ver el objeto con el que me tropezé, me alegré como nunca nadie lo ha hecho. Yo me había tropezado con la cava en la que llevábamos los peces que pescamos, la cava tenía hielo, si hacía que se derritiesen tendría mucha agua.

Volví al "refugio" y le di el agua de la botella a Javier, mientras yo estaba en la lancha, el había cogido hojas secas y dos piedras y había hecho una fogata.

—¿Tu crees que alguien venga a buscarnos pronto?—Me preguntó Javier, algo inquieto—

—Posiblemente sí—le dije para tranquilizarlo un poco—En cualquier momento vendrá alguien—

—¿Ves ese tronco de allá?—dijo Javier señalándolo—

—Si ¿por?—le contesté—

—En unos días olvidaremos en que día de la semana, o en que mes estamos, así que pensé que deberías marcar con una raya vertical cada día que pase, y que la de los domingos sea más larga que las del resto—me planteó el—

—Es buena idea—le contesté—

Tome una piedra un tanto afilada y marque dos rayas verticales (ayer y hoy) después decidí explorar la isla, a ver si encontraba algo de interés. Javier había tomado un palo, una cuerda y la piedra afilada y había hecho un cuchillo, el me lo dio por si encontraba animales salvajes.

En la lancha tome una hoja y un lápiz, con ambas cosas en mano, busque el sol con los ojos, lo encontré y me di cuenta de que estaba en el este de la isla, así que empecé a dibujar en la parte izquierda de la hoja la playa, la lancha, y la gruta, después fui al sur.

Como tres horas después volví a la gruta, había explorado los alrededores, pero sin alejarme mucho de la gruta, al norte de aquí había un bosque, en el habían animales pequeños como ardillas, mapaches, entre otros, al sur había un risco y no fui más lejos y al oeste había una claro, el cuál era atravesado por un río que fluía con tranquilidad, le mostré todo esto a Javier y le pareció muy interesante, después de conversar un rato nos fuimos a dormir.

A la mañana siguiente me desperté y observe una columna de humo que brotaba de un poco más allá del bosque.

—¡Podrían ser ellos! ¡Apurate!—Me apremiaba Javier—

—¡Ya voy!—le contesté—

Atravesé todo el bosque y cruce y un prado para encontrar la fuente del humo y cuando llegué era...

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