Odisea

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-¡Mamá!, tengo que ir al baño-dijo Lucía en medio del almuerzo.

-Anda-se limitó a contestar mi hermana.

-Pero me tienen que prender la luz-se quejó la niña.

-Pero si se ve, anda-insistió Elena.

-¡Que me prendan la luz!-ella sí que aplicaba lo de "insistanle" que le dije a sus hermanos.

-La tía te prende la luz, anda-se dio por vencida Elena; claro que yo pagaba la derrota.

-¡Vamos Luci!-fingido entusiasmo, quería comer.

Le prendí la luz, ella entró al baño y le cerré la puerta, ya va sola al baño, o eso creo.

-¿Tengo que quedarme con ella?-pregunté al volver.

-No-me informó Elena-, ya sabe.

Seguí con mi actividad favorita: comer. Pero me vi interrumpida por el grito de Lucía llamándome.

Fui hasta el baño, abrí la puerta y la encontré sentada en el inodoro.

-¿Terminaste?

-Mm... espera.

Volví al comedor, y a los cinco minutos Lucía volvió a llamarme.

Nuevamente fui hasta el baño y la vi sentada en el inodoro.

-¿Terminaste?

-Mm... todavía no, espera.

Otra vez fui a sentarme en la mesa y otra vez tuve que levantarme al poco tiempo.

-¿Ahora sí?

-Sí.

Aleluya, gloria eterna a los dioses del baño.

La tercera sí es la vencida.

Anécdotas de una Tía JovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora