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— Bien, alumnos, por favor, un poco de atención -Dijo Sandra, nuestra tutora y profesora de matemáticas- Como ya sabéis, vuestro compañero Ebony está hospitalizado. Bien, necesito que alguien se acerque a entregarle su trabajo final corregido

Todo el mundo hizo silencio, en especial las chicas. Ebony no era precisamente popular, tiene cierta fama de "fresco", pero por el amor de Dios, es compañero nuestro y necesitaba ayuda. ¿Cómo podía no haber ni una sola persona en toda la clase que se preocupase por el?
Levanté la mano.

— Yo... No vivo cerca del hospital, pero me acercaré a entregárselo -Dije esperando no hacer el ridículo

Todos me miraron con sorpresa, y yo no pude evitar sonrojarme por tantas miradas clavadas en mi. La cosa empeoró cuando hice contacto visual con Rebecca y vino a mi esa sensación de calor que aún escapaba de mi comprensión.

— Jairo, tu intención es buena, pero el camino es bastante peligroso... -Advirtió Sandra- ¿Seguro de que quieres ir?

— S-si... -Asentí

— Bien, muchas gracias -Dijo y se acercó a mí para entregar el trabajo

Pese a la curiosidad que me invadió, no miré la nota por respeto a mi compañero, ni tampoco se la dejé ver a Ágata, que casi me lo logró quitar en dos ocasiones.
Cuando la última clase finalizó, ya con el trabajo de lengua entregado, comencé a caminar hacia el hospital. Estaba lejos, tenía hambre, y si quería llegar antes que los borrachos, debía darme prisa.

— ¡Más despacio, velocista! -Me gritó Ágata corriendo hacia mi- ¿A caso ya no me amas? -Fingió tristeza

— ¿¡P-por que le das a todo un sentido para sonrojarme!? - Dije poniéndome colorado

— Me gustan los tomates, me gusta fastidiarte y me gustan los pepinos. Haciendo eso, tengo de todo

— ¿Pe... Pinos? -Sacudí la cabeza- Voy al hospital a lo de Ebony, ¿Me acompañas?

— Me da pereza... A demás, seguro que está Ivory también... Me da escalofríos...

— ¿Con que derecho lo dices tú?

— En fin, te acompañaré solo por si deciden hacerte su perra

— ¿Eh?

A veces no entendía a Ágata. Comenzamos a caminar hasta el hospital hablando sobre Ebony. Sin duda, es un chico... Digamos romántico y amoroso, pero su idea de "ligar" cruza la línea... Y más de una vez se ha llevado un bofetón. A demás, también está su cicatriz. Una enorme cicatriz que cruza toda su cara y que según el, le hizo una entidad paranormal, aunque todos sabemos que fue un accidente de coche y eso fue una excusa para tratar de impresionar a Ágata y que se ha empeñado en mantener por puro orgullo.

Por otro lado está Ivory... Él es... Único... Si Ágata ya es tétrica, se queda en el segundo lugar comparada con el... Siempre está con Ebony, siempre a su sombra. No habla mucho, y cuando lo hace es para mostrar desagrado. Y su voz... Su voz es ideal si quieres que un niño pequeño se haga pipí en la cama... Ellos dos son bastante curiosos, y aunque la gente prefiere evitarles, a mí me caen bien.

Llegamos al hospital y preguntamos por la habitación de Ebony. Al entrar, nos miró con sorpresa. Ivory también estaba, claro.

— ¡Oh, Ágata! ¡Jairo! ¿Qué hacéis aquí? -Preguntó

— Yo acompaño a Jairo. Se ha ofrecido voluntario para traerte el trabajo final de mates -Dijo Ágata

— Sinceramente preferiría no verlo... -Rió levemente

— Tu autodesprecio me resulta irritante - Murmuró Ivory

— ¿Auto-que? - Preguntó mirándolo

— Ten, no lo he mirado, así que espero que esté bien... Y te recuperes - Dije entregando el trabajo

— Oh, eres un cielo de persona, Jairo -Rió de nuevo

— Tenía expectativas bajas, y aún así has logrado decepcionarme -Replicó Ivory mirando el trabajo

— Sabes que las mates no son lo mío. Un dos tampoco está tan mal -Comenzó a reír bastante fuerte

— En fin, el verdugo ya cumplió su cometido. ¿Podemos irnos? Este sitio me pone el vello de punta -Pidió Ágata

— Pero si acabáis de llegar... -Protestó Ebony

— Yo vivo lejos, y tenemos bastantes deberes... -Me excusé- Pero el sábado vendré a visitarte si quieres...

— Preferiría a una súper modelo en bañador, pero podré conformarme

Dicho eso, nos despedimos y nos fuimos. Vaya parejita más extraña... Luego me vi con Ágata reflejado en el espejo del ascensor... ¿Sabéis que? Olvidarlo... Ellos son normales comparados con esta cosa a la que llamo amistad.
Salimos del hospital y volvimos a caminar hacia mi casa. Al llegar, invité a Ágata a entrar y merendamos juntos mientras que yo la dibujaba.

Dibujar la cara de Ágata se había vuelto una actividad recurrente, casi podría hacerlo sin mirarla a ella. Me la sabía de memoria. Cada peca, cada pestaña, cada arruga que se le formaba al reír. Me calmaba, me relajaba... La miré. Tenía la boca llena de galletas, las mejillas hinchadas. Se veía tan tierna...
Ágata no es la típica chica que te ponen en las películas. Como ya dije, tiene fama de bruja, y es que le apasionan el mundo oculto y la alquimia. Conoce toda clase de leyendas urbanas, y aunque su sueño sea convertir metal en oro, realmente desea ser científica, y tiene talento para ello.
Estar con ella es una experiencia genial si la conoces... Pese a todos los chistes sucios que hace para abochornarme, no puedo imaginar la vida sin ella...

— Ágata... -Le susuré

— ¿Si, pequeño virgen?

— No te lo suelo decir, pero... No cambies... -Le sonreí

— Aww~ Ternurita -Dicho eso, me abrazó, y el tiempo se paró

Tras pasar la tarde, se fue a su casa y yo me dibujé algo para cenar antes de jugar un rato con Vinci y después irme a dormir.

Mientras tanto, en el bosque, una masa de tinta se ocultaba dentro de una cueva. Se dividía, se juntaba, aumentaba su tamaño y salpicaba las paredes. Repetía el proceso, se preparaba para algo grande... El mundo... El mundo no estaba a salvo con esa cosa libre...

GarabatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora