Parte siete.

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- ¿Qué paso? Estas muy distraída en clase.

- Perdóneme profesor Simons no volverá a pasar.

- Por cierto, ¿Porque el vendaje en tus rodillas? ¿Estas bien?

- Estoy bien profesor solo caí en la acera es todo, no es nada.

- Muy bien linda, ten mas cuidado a la próxima, ¿Esta bien?

¿Acaso escuche bien, tengo un leve alucine o escuche al profesor Simons decirme 'linda'? ¿Que acaba de pasar? el solo se limita a mirarme con ternuna invitando me a entrar al salon, yo en un estado automático solo entro, me siento y me quedo mirando al vacío pensando en lo que me acaba de decir. No fue imaginación mía, de verdad paso, y sin querer sentí como mis orejas se sentían tan calientes, las toque con las yemas de mis dedos y ardían igual que el sol. El profesor al mirarme solo sonrió y siguió con la clase, mientras que yo ardía y casi evaporaba. Al terminar la clase, pidió que me quedara con el un par de minutos, a lo que accedí, cerro la puerta cuando todos mis compañeros se fueron y se acerco lentamente a mi, no sabia que hacer mas que caminar hacia atrás, mientras que el se movia para adelante lentamente, al ritmo de mis pasos, su cara estaba muy sonrojada y la mía el doble y solo se alejo y salio del aula. Me quede ahí, inmóvil, procesando todo lo que paso, primero diciéndome linda y ahora queriéndome besar, quería llorar.

Corri hacia los baños mas cercanos, me encerré en uno de los casilleros y dejándome llevar por todo lo que paso empece a llorar, mientras recuerdos van cruzando por mi mente, la forma en la que me mira, como se comporta conmigo, imagine ese fragmento cuando estuvo tan cerca de mi que sentí su respiración, el como me tomo de la cintura lentamente y junto nuestras frentes. Me sentía en el cielo, no se por que estaba llorando, lentamente me calme y limpie mis lágrimas, al salir del cubículo estaba el profesor Simons frente a la puerta escuchando me llorar, me sentí muy nerviosa, escuchamos como la puerta principal y el entro y cerro el pestillo, no quedamos en silencio por un buen rato en lo que se iban todos, cuando dejamos de escuchar ruidos nos miramos fijamente, aun tenía mis ojos inchados.

- Perdona lo de hace rato, fue solo un arrebato, no estaba pensando con claridad.

Solo me límite a mirar su cara, parecía apenado por lo que paso, en un impulso lo tome con ambas manos, lo acerque a mi y lo bese, un beso tierno, el que hace mucho estaba esperando con ansias. En estos cuatro meses de estar en esta escuela me paso de todo y lo mejor que encontré el amor. el me correspondió el beso, tomándome delicadamente de la cintura.

- Pensé que no le gustaba.

- Como podría pensar eso, me atrajo desde el primer día de clases.

Al terminar de decir eso me tomo de la cara y me dio un pequeño beso en la frente, acomodo su traje y salio del baño, yo me quede ahí un rato mas, con la cara mas tonta que podia tener, me bese al profesor mas guapo de la escuela. Me calme un poco, acomode mi uniforme y sali lo mas calmada posible, llendo por mis cosas y saliendo por la entrada principal de la escuela a lo lejos mire el mismo auto que estaba a punto de atropellarme esta mañana y su propietario.

- ¿Buscas a alguien muchacho?

- Claro, a una nueva amiga que quiera ir conmigo a tomar un helado.

- Así, pues buena suerte.

- Vamos por favor, así te pago lo que paso esta mañana.

- Lo siento, debo trabajar.

- Al menos te puedo llevar a tu trabajo, todavía no has sanado del todo.

- No te preocupes, ya soy niña grande, puedo cuidarme sola.

Al decir esto tropecé con un hoyo del piso haciéndome caer, en mi mente pensé que era karma de algún modo, el solo se golpeó la frente con su mano en tono de decepción y me levanto del piso, al levantarmeme me ayudo a subir al auto y partimos. Yo dudaba de por qué estaba afuera a lo que le pregunte y me dijo que hace ya mucho tiempo él estudiaba aquí y todavía conocía los horarios; a mí me pareció convincente ya que se miraba joven, le indique en donde estaba la panadería a lo que rápido me llevo. Al bajar me despedí muy cordial y entre para empezar mi turno con una sonrisa muy grande a lo que mis compañeros me miraron con rareza, durante el trabajo me estuvieron preguntando que sí que pasaba ya que nunca me miraba así, yo contestaba que nada, que todo en orden, pero no era cierto, no dejaba de pensar en mi profesor de italiano.

Había una vez tú, yo y el mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora